Presupuestos endiablados en Santiago: Goretti Sanmartín negocia con díscolos y fieles del PSOE
La aprobación de los presupuestos está supeditada a la decisión que adopten los socialistas. Con una mayoría tan ajustada en el Concello, en caso se mantenga el sí de los cuatro ediles díscolos con la dirección local, si los dos que quedan fieles a la doctrina del partido votan en contra, junto con los votos del PP, tumbarán la aprobación de las cuentas. "Una organización es seria cuando tiene unas normas y hace que se cumplan", dicen desde el PSOE.
El PSOE local de Santiago de Compostela se enfrenta a una situación que puede dinamitar por completo los ya por sí delicados equilibrios de poder que existen hoy en la capital gallega y que en su día provocaron, por primera vez, un alcaldía nacionalista con Goretti Sanmartín al frente del Concello. Las cuitas dentro del grupo socialista han bifurcado los votos dentro de los plenos. Por un lado, están Gonzalo Muíños, Mila Castro, Mercedes Rosón y Marta Álvarez, los cuatro ediles enfrentados con la dirección y expulsados del PSOE por, en su día, contradecir la disciplina de voto del partido; al otro Gumersindo Guinarte y Marta Abal, fieles a la dirección de Aitor Bouza, con los que ahora tendrá que negociar el gobierno compostelano para aprobar unos presupuestos que están en la cuerda floja.
UN TABLERO DIVIDIDO
Las cuentas, en el plano electoral, son muy complejas. En mayo de 2023 el Partido Popular ganó en votos pero no en apoyos. Con once concejales se quedó a dos de una mayoría absoluta que sí alcanzaba la suma de BNG, segunda fuerza más votada con seis representantes, con el PSOE santiagués, también con seis, y a los que hay que añadir los dos ediles de Compostela Aberta, que se integró en el gobierno de Sanmartín a diferencia de un grupo socialista que se quedó como aliado, pero no como parte de la Ejecutiva municipal.
Menos de dos años después el ábaco ha cambiado de color, pues de los seis figurantes teñidos de rojo quedan ya solo dos, con cuatro que en este momento están en gris y que permanecerán en sus escaños hasta el final de la legislatura. Los ediles díscolos con la dirección socialista comprometieron sus votos en su momento con el BNG tanto la Viviendas de Uso Turístico (VUT) -votación que provocó la ruptura de estos con Bouza- como con los presupuestos, siendo este sí todavía vigente, pero ahora los nacionalistas tendrán que negociar su propuesta para las inversiones también con Guimersindo Guinarte y Marta Abal, siempre bajo la tutela de Bouza.
El pasado martes se celebró una reunión entre la alcaldesa, Bouza y los dos ediles que todavía pertenecen al PSOE, donde trataron de acercar posturas. En la misma cita también tomaron la palabra Manuel César y María Rozas.
LUNES, FECHA DECISIVA
En cualquier caso, el acuerdo, de haber, cristalizará el lunes en una reunión de trabajo del PSOE local, que sigue reclamando a Sanmartín "una mayor concreción y ambición" en sus propuestas, demandando un informe del cumplimiento de las cuentas de 2026 y en donde se concreten partidas y fechas.
Marta Abal subraya que "hay compromisos que ya se recogían el año pasado y que aparecen de nuevo en el año 2025, por lo que entienden que no se cumplieron", por lo que los recelos de los dos ediles afines a Bouza son más que evidentes. "Requeridos a la alcaldesa que se comprometa con plazos y con cuantías exactas en cada una de las actuaciones propuestas y escuche las demandas que queremos incorporar", agregan.
Por ahora, y después de la reunión del martes, lo que no parecen es dispuesto a provocar un cambió en el timón municipal: "Desde el PSOE trabajaremos con un horizonte claro: negociar con el gobierno municipal para poder apoyar estos presupuestos en beneficio de los vecinos de Santiago". De lo que les acerqué el BNG en los próximos días dependerá el apoyo definitivo en la votación que tendrá lugar la próxima semana, si bien ese apoyo será producto de una "decisión conjunta entre dirección local y los integrantes do Grupo Municipal Socialista; siempre pensando en el interés de los vecinos".
LAS "NORMAS" DEL PSOE
Mientras todo esto sucede en el Pazo de Raxoi, en el aparato socialista tratan de achicar agua y quitar hierro a la situación, aunque sin conceder el perdón a los cuatro ediles expulsados. "Una organización es mucho más seria cuando tiene unas normas y hace que se cumplan. Yo nunca confiaría en una organización que incumple sus normas", declaró este viernes el portavoz de la Ejecutiva del PSdeG, Julio Torrado.
"Una organización tiene que hacerse respetar a sí misma", ahondo, considerando que las decisiones "no siempre son gratas", pero que "habiendo un criterio y habiendo una normativa, lo único posible que puede hacer una dirección cuando hay una discusión sobre el procedimiento es que las normas funcionen, llevando eso a donde lleve". No obstante, lo que parece difícil es que puedan evitar, como pretende Muíños, que el todavía portavoz socialista actúe como tal en el pleno del 27 de febrero.
Y, AHORA, ¿QUÉ?
En este escenario, se abren varías vías que podrían conducir a un verdadero seísmo en la política compostelana y, por ende, gallega. Estamos viendo en las últimas bailes en los gobiernos locales con mociones de censura y cambios en las alcaldías, el último de ellos en Viveiro y uno muy próximo en Outes, pero todavía se mantienen los mismos gobiernos en las siete ciudades -con el único cambio en Lugo, donde el salto de Lara Méndez a la política autonómica como número dos de José Ramón Gómez Besteiro obligó a delegar el bastón de mando sobre Paula Alvarellos-.
Lo más sencillo para mantener la frágil estabilidad en Santiago sería que el BNG lograse el apoyo del PSOE de Bouza y mantener los síes ya cosechados. Esto lograría los catorce votos que sacarían adelante los presupuestos. Incluso bastaría con convencer a uno solo de los ediles socialistas, provocando una nueva fractura en el PSOE, lograría este objetivo.
En el supuesto de que esto no ocurra y se tumbe la votación con los votos en contra el PP y de dos más -la negativa de los dos socialistas o de al menos dos de los díscolos dejaría al Concello en una situación de parálisis-, Sanmartín tendría muy difícil el recorrido para agotar la legislatura, teniendo que negociar a tres bandas en vez de a dos.
Una opción pasa por convocar una cuestión de confianza vinculada a los presupuestos, tal y como ha hecho Inés Rey. Aquí, las cuatro fuerzas restantes -CA, PP, PSOE y los cuatro expulsados socialistas- tendrían que proponer una alternativa de gobierno. Es un movimiento audaz con sus riesgos: si no prospera, la regidora mantiene la confianza del pleno, se mantiene en la alcaldía y, además, logra la aprobación de sus cuentas; si sale adelante, habrá un cambio en la alcaldía de Santiago.
Este supuesto parece complicado pues necesitaría alinear los intereses del PP con, al menos, dos ediles. Hoy parece muy difícil que Aitor Bouza considere esta opción, pues sería entregar la alcaldía a un Borja Verea en minoría, que también podría tratar de seducir a los cuatro concejales enfrentados con el PSOE, aunque estos mismos cuatro hoy parecen más cercanos al BNG y CA que a los populares.
Así, hoy parece realmente difícil un cambio de alcalde. Sin embargo, quedan todavía dos años de mandato y el PP podría tratar de negociar apoyos para una hipotética moción de censura que apartaría al BNG del despacho principal del Pazo de Raxoi y devolvería al PP, más de una década después, a la alcaldía. Son muchos los caminos que llevan al gobierno de Santiago y solo el tiempo dirá cuáles se abren a unos y otros.
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