Carolina Mosquera, nutricionista: "Ni todos los cuerpos gordos tienen enfermedad ni los cuerpos delgados tienen salud"

Con el día un poco nublado y plomizo en A Coruña -pese a haber entrado de lleno en la temporada estival- el menú de la dietista y nutricionista Carolina Mosquera fue “repollo y solomillo de cerdo a la plancha”, pero la noche pedía algo más fresquito, así que entró de maravilla una “ensalada de sandía, queso feta y aceituna negra”. Como todas las comidas son importantes, para Mosquera el principal mensaje que lanza en su consulta es que no hay que demonizar los alimentos, porque eso nos lleva a caer en algunas dietas que, en pleno verano y sometidos todos al supuesto escrutinio de los cuerpos perfectos en la playa, pueden resultar perjudiciales e incluso peligrosas para nosotros.
 

¿EL FIN DE LA OPERACIÓN BIKINI?

Así lo detalló en una de sus últimas conferencias, celebradas en El Corte Inglés de A Coruña bajo el título ‘No más operación bikini’. “Hablamos de muchas cosas. Tratamos mucho la parte psicológica, como muchas dietas no funcionan y las consecuencias del efecto rebote o el círculo vicioso de hacer dietas”, explica Mosquera sobre esta charla. En este último punto, por ejemplo, cometa como “nuestro cuerpo se rebela con estas operaciones biki, causandonos más hambre, no se activan las señales de saciedad porque el cuerpo interpreta que estamos en hambruna, lo que nos provoca más hambre y sintiendo culpabilidad al comer”.

Es la culpabilidad la que en muchas ocasiones nos empuja a retomar esas dietas tan restrictivas que miden cosas como el Índice de Masa Corporal, que Mosquera ya avanza que “no vale”. En esa línea, menciona la “cultura de dieta”, donde “se venera la delgadez y la equipara al éxito, a la felicidad, a la salud, promueve la pérdida de peso para alcanzar un estatus superior…”. 
 

Mosquera destierra por completo esta idea insana: “Ni todos los cuerpos gordos tienen enfermedad y malos hábitos ni todos los cuerpos delgados tienen salud y buenos hábitos”. “Lo que tenemos que hacer es aceptar nuestra constitución”, sentencia la nutricionista, ya que este es un paso para abordar los cambios que consideremos “no desde la estética, sino desde la perspectiva de aportar nutrientes a nuestro cuerpo, comiendo variado”. La apuesta pasa por una dieta diversa y practicar deporte con regularidad, haciendo esto los 365 días del año. 
 

“De otra forma, atendiendo solo a la estética, acabamos haciendo cosas radicales o negando cosas que nos hacen disfrutar. Esos nunca son buenos caminos”, incide Mosquera, que admite que en las consultas hay también “temporadas altas” de clientes, especialmente en enero “con los propósitos de año nuevo”, así como en los meses previos al verano y con la llegada del otoño .  

CUIDARNOS EN VERANO

En verano, con tantas comidas de amigos, buffets libres en hoteles y helados por doquier, es fácil que algunos ganemos un kilillo de más. Mosquera insiste en que esta es una temporada ideal para “comer mucha fruta y verdura”, preferiblemente de temporada como el melón o las cerezas, y ser constantes a la hora de hidratarnos, ya que perdemos muchos más líquidos sin darnos cuenta. 
 

“Con los helados, si nos apetecen siempre de postre, es preferible tenerlos caseros. No pasa nada si un día se nos antoja y lo comemos, pero si convertimos algo en costumbre es cuando hay que hacerlo sano. Igual que si nos apetecen bebidas de naranja, lo mejor es hacerlo en nuestra casa”, indica. 

DIETAS MILAGRO: “CONSECUENCIAS NEGATIVAS TANTO FÍSICAS COMO MENTALES”

Este consejo justo puede ir a la contra de dietas modernas, como aquella que indicaba comer exclusivamente helados. Son dietas que se ponen de moda y que se difunden de manera masiva a través de redes sociales, con algunos influencers haciendo de altavoz a estas prácticas que se venden como “dietas milagro” que prometen hacernos perder mucho peso en muy poco tiempo.

La nutricionista insiste en que “son malísimas” y no ve ningún tipo de ventaja en someter a nuestro cuerpo a ese tipo de régimen. “Tienen consecuencias muy negativas para nuestro cuerpo, tanto físicas como mentales”, reitera. 

“Los efectos psicológicos: te prohiben cosas y no enseñan nada. Ni aprendes y sientes que tienes alimentos prohibidos, por lo que la mente tiende a quererlos con más ansia. Como no podemos aguantar estas prohibiciones, las comemos y entramos en la mentalidad de ‘todo o nada’. Y como ya comimos una pastilla de chocolate pensamos que ya hemos echado por tierra todo el trabajo y nos damos un homenaje, entrando en una mentalidad que es todavía peor”, lamenta Mosquera, que enumera las consecuencias de este tipo de dietas en “daños comportamentales, sociales, psicológicos, físicos…”.
 

En estos casos “el cuerpo deja de emitir la señal de saciedad” e “instintivamente quiere salir de esa situación, pidiendo comer un poco más para sobrevivir y mandándote mensajes para que reposes, porque no tienes energía y el cuerpo te pide descansar y dormir”. “Si más gente supiera esto no haría más dietas”, interpreta Mosquera. 
 

Dietas como el ayuno intermitente no deja de ser “una estrategia dietética” que “a algunos les puede funcionar”, pero “no hay que hacerlo bajo una obligación, porque no desayunas para cumplir aunque tengas hambre lo conviertes en dieta”. “Tiene que salirnos de manera natural, no artificialmente y obligándonos a hacer cosas que no queremos”, prescribe.

Con todo, muchos de los consejos que acerca Mosquera son en gran medida responsabilidad de las administraciones públicas, a las que demanda “un mayor peso de la nutrición en los temarios escolares” ya que “de esta forma los niños aprenden los valores de una dieta equilibrada”, así como mejores condiciones en los comedores de hospitales o colegios y la contratación de más nutricionistas en los centros de salud para abordar problemas “antes de que se conviertan en enfermedades con tratamientos más costosos”.