#Claves de la semana

Joám Evans (Brigadas Deseucaliptizadoras): "Si se instala Altri zonas libres de eucalipto tendrán una mayor presión"

El desembarco de Altri en Galicia podría suponer, a ojos de los ecologistas, un aumento del terreno


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Brigadas deseucaliptizadoras
Brigadas Deseucaliptizadoras

 

Empieza el verano con todas sus consecuencias. Las altas temperaturas, la ausencia de lluvias, la actividad humana...son muchos los factores que favorecen que los incendios sean uno de los principales temas de preocupación este verano en Galicia, donde la situación de muchos terrenos desatendidos puede ser combustible para estos fuegos. Quienes pueden acercar una buena radiografía de la realidad de los montes gallegos son los miembros de las Brigadas Deseucaliptizadoras, un colectivo que, desde 2018, lleva patrullando el país de punta a punta, acudiendo a la llamada de los propietarios o comunidades de montes que quieren sacar de sus terrenos las especies invasoras y hacer de la comunidad un poquito más resistente frente a los incendios.

 

 

“Las intervenciones de las brigadas se hacen en montes vecinales donde están trabajando para erradicar el eucalipto y otras especies pirófitas”, indica Joám Evans, portavoz del colectivo, que además de arrancar de la tierra también siembra frondosas y plantas autóctonas a su paso. En estos seis años son cientos las intervenciones del grupo asociado a la plataforma Verdegaia
 

No obstante, Evans subraya que el papel de las brigadas es el contrapeso a la corriente actual, donde en líneas generales asistimos a la “multiplicación exponencial de las plantaciones de eucaliptos, muchas de ellas ilegales, en zonas donde la ley prohibe su presencia”. Desde la organización subrayan que su actuación permite que todavía perduren “terrenos resilientes a incendios, al cambio climático y a problemas que vienen de la mano de estas especies invasoras”. De hecho, solo en Galicia, y según un informe del Consello da Cultura Galega publicado el septiembre pasado, los eucaliptos ecupan unas 620.000 hectáreas de superficie en la comunidad.

 

ECUALIPTOS "SENCANDO" LAS BRAÑAS

Ahora que entramos en julio, mes en el que se activa el riesgo alto de incendios, esta clase de territorios son auténticos oasis para los propios equipos de extinción, ya que la expansión del eucalipto supone un reto para estos profesionales. En su día, la normativa de la Xunta en torno a una moratoria para nuevas plantaciones de eucalipto hasta finales 2025 en virtud de la Lei de Recuperación de Terras Agrarias, que incorporaba sanciones y un “control exhaustivo” de la administración. 


Este texto fue un respiro para toda la comunidad, pero Evans reconoce que este intento para poner freno resultó infructuosa porque “no se empoderó ni se dieron instrucciones claras para que los distritos tuviesen una política proactiva de inspección y control”. Las plantaciones ilegales son visibles en todo el territorio y “solo una pequeña parte son denunciadas”, si bien muchas de esas denuncias “no llegan a ninguna parte” porque “se hace la vista gorda”, aunque en algunos distritos celebra que “se abren procedimientos y obligan a los propietarios a retirar esas plantaciones ilegales”. Con todo, estos episodios resultan “anecdóticos ante la expansión general”.

 

A medida que se reproducen las plantaciones, cada vez son más las zonas críticas, citando en particular las “zonas de pantanosas, de braña, turbeiras”, ecosistemas muy sensibles que “se están drenando para plantar eucaliptales”, ya que el consumo de agua de un eucalipto provoca el secado de muchas zonas. Así, Evans cita la ‘Braña da Serra’, entre CoristancoSanta Comba, como uno de los puntos sobre los que poner la lupa el colectivo, tanto por su particularidad geológica como por su valor medioambiental “que debería ser parte de la Red Natura 2000”. 

 

LA MIMOSA, EL ENEMIGO EN LA SOMBRA

No obstante, la experiencia de las brigadas ha puesto de manifiesto que no son los eucaliptos el único “enemigo” que ha arraigado en Galicia, sino que son otras muchas las especies invasoras que están colonizando los montes. Un ejemplo claro es el de la mimosa, con una proliferación que parece que pasa desapercibida porque, como explica Evans, “es un asunto del que no se habla porque no tiene un rendimiento económico”, aunque sí un gran daño ecológico. 

 

 

“La acacia negra y la mimosa está muy presente en zonas como O Ribeiro y otras zonas de Ourense donde se están propaganda y resultan mucho más difíciles de eliminar que el propio eucalipto, que tiene sus complicaciones pero es relativamente fácil de retirar y dar sucesión a frondosas, pero con las acacias la eliminación es mucho más complicada, su propagación es más rápida y el banco de semillas tiene una latencia de 70 años, por lo que por mucho que creamos que está erradicada del lugar el problema estará ahí durante muchas décadas”, detallan las brigadas.


Por este motivo, Evans insiste en que “la clave está en la actuación cuando hay un primer foco”, pero “una vez que empiezan a propagarse, con incendios que ayudan a llevarlas más lejos, se llega a una situación que pasa de una actuación de unos 50 euros a iniciativas para las que son necesarias millones de euros con resultados inciertos”. Así, insta a las administraciones a ser más ágiles en este sentido y tomarse muy en serio la erradicación de las especies invasoras.
 

Mimosas
Mimosas

 

Pese a todo, Evans es optimista y cree que experiencias pasadas, como las realizadas en en el monte de Teis, muestran que la eliminación de esta especie es posible, “pero siempre con esfuerzo, empeño y un gran gasto económico para controlarla y recuperar bosque autóctono”. También en Lentille, en O Ribeiro, los trabajos de las brigadas han ayudado a “recuperar muchísimo territorio a la acacia”. “Es posible, pero requiere de un trabajo a largo plazo”, insiste. 


MÁS CONCIEINCIACIÓN...PESE A ALTRI

Una de las lecciones que han aprendido los brigadistas en este tiempo es que existe la percepción de que algunas cosas han cambiado, ya no en la gestión de los montes, sino en la propia idea de la ciudadanía con respecto a las especies invasoras. Un ejemplo está el hecho de que “deseucaliptización” fuese declarada por la RAG palabra del año en su momento o que cada vez sean más colectivos las que deseucaliptizan el territorio. No obstante, Evans sí invita a todos aquellos que se interesen en esta clase de programas a participar porque “siempre hacen falta manos y estamos encantados de que más personas participen”.

 

Pese a esa concienciación de la amenaza que suponen, proyectos como el de Altri en Palas de Rei no hacen más que poner de manifiesto el peso que el sector forestal sigue teniendo en esta comunidad, donde muchos siguen viendo al eucalipto como una forma de negocio pese al daño que provoca su plantación.

 


Desde Altri promocionan la planta de celulosa en Palas como una factoría que aprovechará la producción existente en la actualidad y que no será necesaria la plantación de más eucaliptos, ya que hay suficiente material en Galicia como para satisfacer su demanda. Los grupos vecinales y ecologistas contrarios al desembarco de la factoría lusa no lo ven así y desde Verdegaia solo contemplan la posibilidad de que crezca el número de plantaciones si el proyecto sale adelante.
 

“Si se instala necesitará más materia prima de un determinado radio desde la fábrica para que les resulte rentable. Eso quiere decir que muchos terrenos del interior con masas forestales bien conservadas y que hoy eran resistentes frente a la cornisa atlántica, ya completamente eucaliptizada igual que A Mariña, tendrán una presión todavía mayor. Eso nos llevaría a repetir el proceso eucaliptizador”, lamenta Evans. A esto hay que añadir “todos los impactos que la fábrica tendría sobre el Ulla o la ría de Arousa”, pero considerando que esto aumentaría “la producción de madera de más baja calidad en zonas donde había mucha menos presión con el eucalipto”. 

 

Con este caldo de cultivo, desde las brigadas manifiestan que no están particularmente esperanzados por que la Xunta de Galicia tome cartas en el asunto y “deje de apostar por proyectos destructivos”. “La extensión del monocultivo es solo uno más entre Altri o la mina de Touro. Será por proyectos destructivos”, censura Evans, que cree que “ante la falta de sensibilidad es muy difícil creen en cambios”. 

 

“Lo mínimo es cumplir con las legislaciones como la Ley de Prevención de Incendios y la Ley de Montes. Lo mínimo sería haberlas cumplido en los últimos 10 o 20 años. Pero cuando toda la legislación se incumple sistemáticamente y no podemos cumplir ni un mínimo, resulta complicado esperar más”, concluye. 


 

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