La escasez de aceite de girasol encarecerá las conservas pero no destruirá empleo por ahora, dice la CIG
La guerra en Ucrania ha vaciado las estanterias de los supermercados y encendido las alarmas en diversos sectores por las consecuencias que el conflicto armado tiene sobre uno de los productos esenciales en empresas de alimentación: el aceite de girasol. Rosa Abuín, responsable de FGAMT-CIG de O Salnés, explica para Galiciapress los pormenores de este conflicto, que unido a otros condicionantes como la subida de los carburantes o el precio de la luz, provocará el encarecimiento de los productos, si bien por ahora no supone un riesgo para el empleo en el sector.
La guerra en Ucrania ha vaciado las estanterias de los supermercados y encendido las alarmas en diversos sectores por las consecuencias que el conflicto armado tiene sobre uno de los productos esenciales en empresas de alimentación: el aceite de girasol.
Ucrania es el principal exportador de esta materia prima, que ahora obliga a empresas conserveras a reinventar su producción y a sobreponerse a un posible desabastecimiento.
Rosa Abuín, responsable de FGAMT-CIG de O Salnés, explica para Galiciapress los pormenores de este conflicto, que unido a otros condicionantes como la subida de los carburantes o el precio de la luz, provocará el encarecimiento de los productos, si bien por ahora no supone un riesgo para el empleo en el sector.
El aceite de girasol desaparece de los supermercados | Foto: Galiciapress
Ucrania era uno de los grandes graneros de Europa. El peso de su agricultura en el mercado continental se ha revelado como incuestionable y pilar de la economía española en muchos sectores. Un ejemplo es como la falta de aceite de girasol que nos suministraba el este de Europa ha puesto en jaque al sector conservero, que sigue con preocupación la invasión rusa. La patronal ya advirtió que los exportadores alternativos no cubrirán la totalidad de la demanda y las firmas estudian como operar en este escenario.
Las principales conserveras del sector tratan de sobreponerse al golpe, aunque eso supone alterar parcialmente su actividad. En estos momentos, las empresas se encuentran inmersas en el proceso de realizar muestras para que en aquellos productos en los que utilizaban aceite de girasol puedan sustituirlo por aceite de oliva. Un proceso que tienen que autorizar los compradores y que supone una inversión importante, ya que sustituirlo por aceite de oliva puede encarecer el producto, además de los cambios que suponen para el enlatado y el etiquetado.
Un encarecimiento que puede ser circunstancial, ya que, a este ritmo y como apuntan algunos profesionales del sector, no sería de extrañar que el precio del aceite de girasol escale por encima de su homólogo el de oliva, sobre todo si España no encuentra otros mercados para satisfacer su demanda, ya que de Ucrania y Rusia procedía el 70% del aceite de girasol que llegaba al país. Indudablemente aumentará la demanda del aceite de oliva en un sector en el que se utiliza para el 44% de la producción, así como la actividad en las refinerías españolas.
Juan Manuel Vieites, secretario general de la Asociación Nacional de Fabricantes de Conservas de Pescados y Mariscos (ANFACO) alertó que el "desajuste entre la oferta y la demanda" podría darse en "tres semanas o un mes".
LOS COMITÉS DE EMPRESA NO NOTIFICAN PROBLEMAS
En este contexto, la situación en las conserveras gallegas es comprometida, pero no alarmante, como explica Rosa Abuín, responsable de FGAMT-CIG de O Salnés y una de las interlocutoras durante las duras negociaciones por el convenio colectivo del sector que ayer mismo firmó en Madrid. “En estos momentos no tenemos conocimiento de que existan problemas, porque no se comunicó nada desde los comités de empresa. Lo que sí es cierto que el sector siempre dispone de un stock de aceite, pero no sé en qué punto se encuentra ese stock”, advierte.
A renglón seguido, recuerda que no todas las conserveras usan aceite de girasol y que siempre “existen alternativas” y “otros mercados”. Por el momento, el sindicato encuentra una única vía para este problema: la diplomática. “Este problema se acaba con el fin de la guerra. Debería pelearse más en ese sentido que en otras direcciones”, añade.
“VA A ENCARCER LOS PRODUCTOS”
La guerra en Ucrania es parte de una larga lista de problemas que en estos momentos están afectando al sector, que venía de pelear su guerra particular para conseguir un nuevo convenio que mejorase las condiciones laborales de los trabajadores y trabajadoras. La subida de los combustibles, el precio de la luz, la huelga de transportistas, la imposibilidad de muchas cofradías para salir a faenar…
Esta serie de condicionantes sin duda tendrán un efecto inmediato en la actividad de las conserveras, pero también en el precio de sus productos. “Lo que está claro es que esto va a encarecer los productos, pero también encarece para los trabajadores y trabajadoras”, lamentan desde la CIG.
“Lo que no puede convertirse la guerra en una excusa para recortar derechos a los trabajadores, ni turnos, ni mucho menos plantillas. Eso no lo vamos a permitir”, subraya Abuín. Y es que las negociaciones por el convenio -de cuya firma se desmarcó CC.OO.- no fueron sencillas.
“Ayer firmamos el convenio y fuimos capaces de conseguir que este convenio tenga la cláusula de revisión salarial a final de año sobre el IPC real de cada año, lo que nos da algo más de tranquilidad porque no vamos a perder poder adquisitivo. Con la firma de este convenio fuimos capaces de lograr esto”, recalca.
SUPERMERCADOS VACÍOS
La histeria que está arrasando con las reservas de aceite de girasol en los supermercados, donde los trabajadores ya avisan de que “ni tienen ni van a tener”. Las estanterías se encuentran vacías en muchos centros -a pesar de que Facua reitera que no se puede limitar el número de unidades de aceite de girasol que se puede comprar-, pero el temor no se ha trasladado a las empresas.
Hasta la fecha, en el sector se respira cierta tranquilidad porque la situación no afectará al empleo ni suprimirá turnos a corto plazo. “Entendemos que no. Por ahora el suministro, cada vez que se hace un pedido, es para seis o siete meses”, sostiene Abuín. “Ahora mismo no corren riesgos porque hay un stock. Nos sabemos cuánto puede durar, como tampoco sabemos cuánto durará la guerra”, relativiza.
No obstante, el aceite de girasol no es el único frente abierto. En una situación tan cambiante, las fábricas pronto podrían percibir la escasez de otras materias primas. Sin ir más lejos, la subida de los carburantes puede condicionar el suministro de atún o mejillón, por ejemplo. “Imagino que eso se puede dar en otros sectores, como el del aluminio, algo que ya se está viendo. Insisto, en la conserva no lo percibimos por ahora. Pero no podemos asegurar que en 15 días o un mes pueda ocurrir”, afirma Abuín, a la vez que vuelve a recetar “diálogo” para hacer frente a este conflicto.
Los empresarios buscan soluciones y desde ANFACO proponen, entre otras medidas, la supresión de los aranceles. Desde la CIG proponen a las administraciones y a las empresas que realicen una apuesta decidida para que sean las conversaciones por la paz las que pongan punto y final al conflicto armado. “En esto deberían estar trabajando los empresarios, y no en intentar recortar derechos en base a una guerra que podría solucionarse a través de la diplomacia”, concluye.
Escribe tu comentario