María Rodríguez Suárez: "Si no se imparte educación sexual lo harán industrias que no están hechas para educar"
María Rodríguez Suárez es doctora en Género y Diversidad por la Universidad de Oviedo. También coordina el proyecto sexológico Rizoma y es autora del libro 'Construcción del imaginario sexual en las personas jóvenes: la pornografía como escuela'. El 22 de noviembre participó en las XIV Xornadas "Achégate á Igualdade" donde impartió dos charlas sobre la sexualidad entre los jóvenes, la pornografía y su influencia en el desarrollo sexual en la juventud
-¿Qué puntos querías transmitir en las dos intervenciones en las que participaste en las jornadas “Achégate á Igualdade”?
Realicé dos intervenciones, una dedicada a gente más joven y la otra iba dirigida a personas adultas que acompañan a personas más jóvenes. La primera, 'Green Flags: cultivando relaciones saludables' y con la que quería incidir en las “green flags”, esas señales positivas que indican que una relación es saludable y constructiva. Es decir, comportamientos y maneras que fomentan el bienestar mutuo fomentando los buenos tratos en las relaciones. Esto se relaciona con el consenso, el diálogo o el respeto entre las partes, empatía y responsabildad y corresponsabilidad en los cuidados que deben ir en dos direcciones: autocuidados y cuidados a las otras personas. Esto se hace dando una serie de tips con un lenguaje adaptado a los más jóvenes. De esta forma trabajamos la gestión emocional, el consentimiento y los celos.
-Sin embargo, la segunda charla, dirigida a adultos, ahondaba en un tema muy actual: el porno como elemento educador sexual entre la gente más joven. Es decir, no nos apartábamos del todo de nuestros menores.
Efectivamente, la otra charla era 'Hablemos de porno: la educación sexual como alternativa'. Aquí hablamos sobre el imaginario sexual que presenta la pornografía y cómo al final puede ser algo problemático, pues al final ofrece una visión reduccionista, distorsionada y desigual de la sexualidad. Primero profundizamos en el imaginario que presenta y la clave está en el “¿qué hacemos?” con todo esto. Y es que la pornografía se ha convertido en un agente educador que no educativo, de las personas jóvenes como fuente de desinformación. Esto es preocupante porque nos preguntamos qué vamos a hacer las personas adultas y qué alternativas podemos ofrecer. La cuestión está en buscar una alternativa pues el porno no está hecho para educar sino para producir y rentabilizar fantasías, por eso no puede educar bien, no está hecho para eso.
-Aún así, los adolescentes lo consumen de forma casi compulsiva, es como si no quisieran ver otra alternativa.
Tampoco podemos culpabilizar a los adolescentes de visionar pornografía porque al final lo hacen por motivos que son legítimos: curiosidad, aprender, socializar, no quedarse como el único del grupo que lo consume, o por masturbarse porque no podemos dar ese mensaje negativo sobre la masturbación. Por tanto, las personas adultas, en este caso, tenemos que asumir responsabilidades, darnos cuenta que tenemos una tarea pendiente sobre educación sexual y reconocer nuestras limitaciones. No echar balones fuera y ofrecer una educación sexual que les permita aprender habilidades, conocimientos y valores para que puedan vivir una sexualidad satisfactoria y que puedan tener una actitud crítica frente a todo lo que demuestra la pornografía.
-¿Qué es el Proyecto Sexológico Rizoma?
Es un proyecto formativo tanto para alumnado, como profesorado, para familias y otros agentes educativos como puede ser el personal sanitario, jurídico y todo aquel que esté en contacto con la infancia y adolescencia. Intervenimos con la infancia, adolescencia y juventud pero también con las personas implicadas en el acompañamiento de su educación sexual. Realizamos diferentes acciones educativas a través de vídeos y en formatos más divulgativos y creamos material didáctico. Esos son nuestros ejes, intervención directa o elaboración de materiales pedagógicos y crear herramientas para facilitar el trabajo a personas que acompañan a los más jóvenes.
-Volviendo a la sexualidad entre los adolescentes, ¿se podría hablar de un retroceso en cuanto a la idea de igualdad entre hombres y mujeres?
Creo que esa es una mirada adultocéntrica sobre la situación, esa idea de los adultos que dice: “la juventud cada día está peor”. Esa era una idea sobre la que reflexionábamos cuando trabajamos con las familias en la charla de la tarde. Estoy escribiendo un libro sobre la pornografía y redactando un capítulo en el que hablo de esa actitud adulta de mirar con condescendencia a la gente joven, leyendo un artículo para informarme veo que en una vasija de la época mesopotámica había una inscripción que decía: “la juventud cada vez está peor”. En cada punto de la Historia empezamos a decir que la juventud está peor y si comparamos nuestras adolescencias con las adolescencias de ahora, nos mejoran muchísimo. También hay que tener en cuenta que es una generación nativa feminista porque el feminismo está institucionalizado, pero además existen esos discursos que señalan: “no ser feminista es guay”, como una especie de rebeldía. A pesar de esto, es una generación que tiene muchas cosas claras en comparación a nuestras adolescencias. Decir que hoy son más machistas cuando la mayoría de las chicas se declaran feministas y casi un 60% de los chicos también, me parece exagerado. ¿Que hay discursos reaccionarios? Sí, los hay. ¿Que falta educación sexual? Lo que sucede es que se educan con una serie de imaginarios como el porno, las series, las películas y los vídeojuegos. Son recursos en los que sigue habiendo jerarquías, desigualdad entre hombres y mujeres, cierto, pero decir que la juventud actual está peor que la anterior me parece algo osado. Creo que la gente joven de ahora estuviera peor pues los adultos deberíamos asumir responsabilidades. Precisamente, hablar de las 'green flags' es hacer referencia a las 'red flags' en una relación, porque hoy en día la gente más joven habla de relaciones tóxicas, ven cuestiones problemáticas en las relaciones. En nuestra generación romantizaban mucho estas cuestiones que hoy detectan rápidamente.
-¿Es necesario replantear la forma en que educamos en sexualidad a los más jóvenes?
Creo que llegamos tarde y mal. Deberíamos haber empezado con la educación sexual mucho antes. ¿Por qué tenemos este miedo a hacer educación sexual desde la infancia? Y esto también se debe, en parte, a la visión existente sobre educación sexual, algo que solo toca prácticas sexuales. La sexualidad está relacionada con muchos elementos, principalmente con el autoconocimiento de nuestros cuerpos, de nuestras identidades, placeres y nuestros deseos. Hacer educación sexual tiene relación con la comunicación, los consensos y con el consentimiento. Deberíamos educar en el consentimiento desde que somos pequeños, en la autonomía corporal, cómo creamos vínculos y en cómo gestionamos las emociones. Si empezáramos en la infancia con este tipo de formación llegaríamos a la adolescencia con más herramientas. Por otro lado, creo que la educación sexual debiera ser una tarea comunitaria, que se abordara desde las familias, centros educativos y cualquier otro agente implicado. Falta educación sexual, tenemos muchos miedos porque, a veces, basta que una familia proteste al introducir en el programa de estudios educación sexual, directamente el colegio dice: “no quiero problemas”. Cuando realmente está incluida en las leyes educativas. La educación sexual es un derecho y si no se imparte estaremos dejando que a los jóvenes los eduquen industrias que no están hechas para educar.
Escribe tu comentario