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Stellantis valora nombrar un nuevo CEO y dar salida a Carlos Tavares

La compañía argumenta que no está satisfecha con el ritmo de venta en Norteamérica y culpa a Tavares y a su política de reducción de costes.


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Carlos Tavares, CEO de Stellantis durante la presentación ante los inversores de la evolución del negocio
Carlos Tavares, CEO de Stellantis durante la presentación ante los inversores de la evolución del negocio

 

Volantazo del Grupo Stellantis en una decisión tan sorprendente como controvertida. Pese a los récords de facturación y beneficios, la multinacional de la automoción anuncia que, en estos momentos, ha iniciado la búsqueda de un nuevo CEO para remplazar a Carlos Tavares, hasta ahora al frente de la nave de Stellantis. 

 

NÚMEROS EN USA, CANADA Y MÉXICO

Tavares, con contrato hasta 2026 como consejero delegado, estaría en la picota según las últimas informaciones que publica la agencia Bloomberg. El motivo, detallan fuentes de la empresa, que viene de confirmar la decisión, es la raquítica cifra de ventas en Nortemamérica, acusando a Tavares de ser el responsable. 

 

Estados Unidos es, según indican los datos publicados por Bloomberg, la mayor fuente de ingresos de Stellantis, pese al arraigo del grupo en Europa, donde incluso Francia tiene una participación dentro de la compañía. Sin embargo, consideran que la decisión es parte de la planificación habitual de una compañía tan grande. 
 


El presidente de la empresa que surgió de la fusión de los grupos Fiat Chrysler Automobiles y Groupe PSA, John Elkann, mira con lupa las cifras del mercado en América del Norte y la desaceleración del mismo. La lista de directivos que han abandonado Stellantis en los últimos meses es cada vez mayor y Tavares parece ser el siguiente en enfilar la puerta de salida. 

 

¿EL INDICADO PARA LA GUERRA DE LOS ELÉCTRICOS?

Durante su etapa en Stellantis, Tavares ha enfrentado crisis como la de la Covid -de la que Stellantis salió incluso refozada- o la de los semiconductores, un capítulo que sigue pesando en factorías como la de Vigo, donde los parones por la falta de aprovisionamiento se suceden entre las críticas de sindicatos como la CUT, que demanda un plan de trabajo más ordenado con un calendario de paradas. 

 

 

En la factoría olívica la actualidad pasa por el futuro de la producción, que parecía orientada a los eléctricos, un mercado que no termina de arrancar a la velocidad esperada y en donde la competencia de China está provocando una profunda crisis sobre las marcas tradicionales. Con 66 años, Tavares parece no disponer de la confianza del grupo para acometer la reconstrucción del sector con los automóviles eléctricos como pieza central

 

 

No obstante, en el haber de Tavares está la implacable política de reducción de costes que ha llevado a cabo en los últimos años, lo que no obstante no ha influido en la productividad de la planta de Vigo, una de las más rentables de la casa automovilística. De hecho, la cúpula de Stellantis reconoce la eficiencia y los rendimientos que ha dado el plan de choque que impulsó Tavares. No ocurre lo mismo como los Jeep, Dodge y Chrysler, coches estadounidenses que en estos momentos se acumulan en el stock de los concesionarios, incapaces de darles salida. 
 

En este contexto, la junta directiva trata de dibujar una nueva hoja de ruta en la que un nuevo consejero delegado tome las riendas de la empresa. Con todo, la salida de Tavares podría no ser inmediata, ya que esta decisión, apuntan las últimas informaciones, merecen una reflexión sesuda, toda vez que las acciones de Stellantis subieron casi un 4% en el momento en que se supo de los planes sucesorios. 
 

TODO PASA POR USA

Esa rápida reacción de la bolsa puede estimular a los accionistas, preocupados por las huelgas en Estados Unidos e Italia, donde Tavares tuvo algún que otro encontronazo con Giorgia Meloni, que también mira con lupa los intereses de una casa con tanta tradición como Fiat. Pese a todo, en Stellantis la preocupación no está en Europa, sino en Estados Unidos, donde la directora financiera del grupo, Natalie Knight, dijo centrar la "máxima prioridad" para Stellantis hasta finales de este año, con una inversión de más de 360 millones de euros en tres plantas de Michigan, algo que parece ir contra la política de recortes que viene aplicando Tavares.

 

 

En el filo de la tijera de Tavares también están empleos en fábricas de Estados Unidos, algo que no ayuda a elevar la consideración por la marca entra la población. De igual manera, la propuesta de Tavares de deshacerse de alguna de las marcas del grupo tampoco ha caído bien entre los ejecutivos, que mantendrán una reunión a principios de octubre con la perspectiva de trazar un nuevo rumbo al negocio en EE.UU. y otras regiones, especialmente tras la caída de la ventas anunciada el pasado julio, cercana al 50% en el beneficio neto del primer semestre del presente año. 

"Las perspectivas económicas del sector de la automoción requieren que se revisen las inversiones con el objetivo de centrarse en aquellas que representen una contribución máxima a la satisfacción del cliente, al rendimiento de la empresa sin comprometer el cumplimiento de las regulaciones, en particular el CO2", asume un portavoz de Stellantis.
 

 

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