O seguramente no, pero a mis ojos es hermosísima, porque es una abuela de pura raza gallega: cariñosa, amable, con una risa -que no sonrisa, mi abuela no sonríe ni se deja sacar fotos, te ríe a carcajadas- que te alegra el alma, y siempre dispuesta a darlo todo por los suyos y exigir una satisfacción a todo aquel que niegue que su nieto es el más guapo.
Una exposición en el claustro del colegio de Fonseca (Santiago) muestra los dibujos de los niños que vivieron entre 1940 y 1945 en el campo nazi.