# Claves de la semana

Galicia invierte un cuarto de millón por paciente en tratar 60 enfermos de cáncer con edición genética

El nuevo informe del Consello de Contas revela hasta qué punto son caros los primeros tratamientos contra el cáncer basados en la modificación de los genes de nuestros linfocitos, propiedad de unas pocas farmacéuticas.

Yescarta, uno de los pocos tratamientos para el cu00e1ncer elaborado mediante ediciu00f3n genu00e9tica que han sido aprobados en la UE
Yescarta, uno de los pocos tratamientos para el cu00e1ncer elaborado mediante edición genética que han sido aprobados en la UE

 

 


La edición genética para la producción de medicamentos personalizados es la gran esperanza de la medicina moderna. En términos muy simples, se trata de extraer de nuestra sangre las células que destruyen tumores de nuestro sistema inmunitario, adaptarlas al tumor en concreto en laboratorio mediante edición genética y reinyectarnos nuestros propios linfocitos ‘tuneados’. Se conoce por el acrónimo inglés CAR-T, Chimeric Antigen Receptor.

 

Galicia es una de las autonomías líderes en esta manera de combatir el cáncer, por ahora solo disponible para los cánceres hematológicos. Así, la Xunta ha creado un nuevo centro público Centro de Fabricación de Terapias Avanzadas de Galicia.


A principios de año la Consellería de Sanidade anunció que el personal del nuevo centro ya había empezado a seleccionar pacientes para el complejo proceso para recibir tratamientos desarrollados por el propio SERGAS. La Administración pretende así ser más eficaz médicamente y también económicamente. 

La directora de la Axencia Galega de Innovación (GAIN), Patricia Argerey, conociendo el trabajo de investigación sobre las terapias CAR-T
La directora de la Axencia Galega de Innovación (GAIN), Patricia Argerey, conociendo el trabajo de investigación sobre las terapias CAR-T

Y es que un nuevo informe del Consello de Contas confirma el altísimo coste que hasta ahora ha tenido la aplicación de técnicas de edición genética a los pocos gallegos a los que la Administración ha autorizado a tratarse aprovechando los llamados “tratamientos industriales”, aquellos que no son producidos ad hoc para cada enfermo, sino que se basan en los medicamentos elaborados con CAR-T.


Según relatan los contables públicos, 96 pacientes de cáncer hematológico de Galicia solicitaron el tratamiento. El SERGAS y el Ministerio de Sanidad aprobaron 73 pero finalmente solo se inyectó alguno de los dos fármacos disponibles, Yescarta y Kymriah, a 60 personas.

 

El Consello de Contas especifica que el importe total comprometido por la CA de Galicia en concepto de adquisición de este tipo de fármacos es de 15,5 millones de euros. Por lo tanto, en cada paciente gallego la sanidad pública ha invertido, aproximadamente, unos 258.000 euros.


Sin duda, un gasto elevado desde el punto de vista económico -al que añadirle la elevada carga asistencial que supone para el SERGAS- pero que no tiene precio si de lo que se trata es de salvar vidas.

 

¿Cúal ha sido la efectividad de estos “tratamientos industriales” basados en edición genética? El informe del Consello de Contas (PDF) no lo revela, pero debe ser significativo, dado que las farmacéuticas cobran más o menos en función de cuál sea el estado de salud del enfermo 18 meses después. Las empresas pueden perder hasta el 64% del importe acordado si el resultado no es el esperado.

 

En todo caso, a nadie se le escapa que es un nivel de gasto por paciente inasumible a medio plazo, sobre todo porque se espera que las técnicas de CAR-T pronto puedan estar disponibles para el tratamiento de tumores sólidos, no solo hematológicos, como leucemias.

 

La solución de la Xunta ha sido apostar porque una empresa pública, Galaria, gestione un centro que desarrolle sus propios tratamientos basados en edición genética, el ya citado Centro de Fabricación de Terapias Avanzadas de Galicia, emplazado en el complejo de Monte da Condesa del Campus Sur de Santiago de Compostela. 

 

El Centro está dando sus primeros pasos. Solo tiene siete plazas de personal pero ya se han invertido 5,4 millones a cargo de fondos europeos. La esperanza es que  Centro tenga capacidad de producción de este tipo de medicamentos pronto, de hecho ya han empezado las análisis clínicos con un producto llamado ARI-003, desarrollado por el Hospital Clínic de Barcelona, que forma parte de la red de la Generalitat. En su evaluación, el SERGAS recomienda a Galaria -que dirige la ex-conselleira Rocío Mosquera- y al SERGAS potenciar la colaboración con centros públicos como el Clínic, porque entienden que al final se conseguirá que Galicia sea capaz de producir sus propios tratamientos genéticos a menor coste.


Mientras tanto, a los pacientes de cáncer hematológico solo les queda la alternativa de recurrir a los tratamientos industriales desarrollados por el sector privado. En el último año el Estado ha aprobado -tras su revisión por las autoridades europeas que evalúan los medicamentos- otros dos tratamientos, llamados Tecartus y Abecma.


 

¿Que són  Yescarta, Kymriah, Tecartus  y Abecma?

 

Los cuatro tratamientos  son terapias celulares basadas en células T con receptores de antígenos quiméricos (CAR-T), diseñadas para tratar ciertos tipos de cánceres de la sangre, como linfomas y leucemias.

 

 Yescarta, cuyo nombre genérico es axicabtagene ciloleucel, se utiliza principalmente para el tratamiento del linfoma de células B grandes, incluyendo el linfoma difuso de células B grandes (DLBCL), en pacientes adultos que han recaído o no han respondido a al menos dos tratamientos previos. Kymriah, conocido genéricamente como tisagenlecleucel, está aprobado para tratar la leucemia linfoblástica aguda (LLA) de células B en pacientes jóvenes y adultos jóvenes hasta 25 años, así como el linfoma de células B grandes en adultos que no han respondido a otros tratamientos.

 

Ambos tratamientos siguen un proceso similar: primero, se extraen las células T del paciente mediante un procedimiento llamado leucoféresis. Luego, estas células se modifican genéticamente en el laboratorio para expresar un receptor de antígenos quimérico (CAR), que en ambos casos está diseñado para reconocer y unirse a la proteína CD19, presente en la superficie de algunas células cancerosas. Después de la modificación genética, las células T se cultivan y se multiplican en el laboratorio. Finalmente, las células T modificadas y extendidas se reinfunden en el paciente. Una vez dentro del cuerpo, estas células T pueden reconocer y destruir las células cancerosas que expresan CD19.
 

Tecartus está aprobado para el tratamiento de pacientes adultos con linfoma de células del manto (MCL) que han recaído o no han respondido a al menos un tratamiento previo.  Abecma, por otro lado, está indicado para el tratamiento de pacientes con mieloma múltiple que han recibido al menos cuatro terapias previas, incluyendo un agente inmunomodulador, un inhibidor de proteasoma y un anticuerpo anti-CD38. En este caso, las células T del paciente se modifican genéticamente para expresar un CAR dirigido contra el antígeno BCMA (antígeno de maduración de células B), que se encuentra en las células de mieloma.

 

El mecanismo de acción de estas terapias se basa en la capacidad de las células T modificadas para reconocer el antígeno CD19 en las células cancerosas, activarse y liberar sustancias que destruyen estas células malignas. Además, las células T modificadas pueden persistir en el cuerpo del paciente, proporcionando una vigilancia continua contra las células cancerosas. En teoría, las recaídas, la reaparición del cáncer, debería ser mucho más infrecuente que con otros tratamientos. 

 

Hay que tener en cuenta que, además de su escasa disponibilidad, estos tratamientos también pueden tener efectos secundarios importantes, como el síndrome de liberación de citoquinas (CRS) y toxicidades neurológicas, que requieren un manejo delicado y caro por parte del sistema sanitario.

 

¿Qué farmacéuticas son las dueñas de estas primeras terapias genéticas?

Tecartus es propiedad de Kite Pharma, una subsidiaria de Gilead Sciences, mientras que Abecma es desarrollada conjuntamente por Bristol Myers Squibb y Bluebird Bio. Yescarta es propiedad de Kite Pharma, que es una subsidiaria de Gilead Sciences. Kymriah es desarrollada y comercializada por Novartis.


 

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