Héctor Castiñeira, Enfermera Saturada, presenta 'La sonda del viento': "No queda otra que tirar de humor en un hospital"
El enfermero lucense Héctor Castiñeira, creador de la cuenta de Twitter Enfermera Saturada, atiende a Galiciapress para hablar de su última obra y dar un diagnóstico preciso de la sanidad pública: "Es curioso ver como las situaciones de los hospitales se repiten a nivel global".
Así como todos conocen a Batman, solo unos pocos saben de la verdadera identidad del caballero oscuro. La identidad de Enfermera Saturada, una cuenta con casi 200.000 seguidores en Twitter, era todo un misterio hasta no hace tanto. Por las anécdotas que contaba, podría estar en cualquier hospital de España. Cuando se desenmascaró, supimos que la sanitaria era en realidad Héctor Castiñeira, enfermero lucense que batalla día a día en la sanidad pública. Cuando no estaba twiteando estaba salvando vidas, y si no estaba escribiendo la exitosísima saga de libros con la que, desde su inimitable punto de vista, cuenta las aventuras y desventuras del personal sanitario. ‘La vida es suero’, ‘Las UVIs de la ira’ o ‘El tiempo entre suturas’ son algunas de sus obras, a las que hay que añadir ‘La sonda del viento’, su último trabajo recién estrenado en una colección con más de 300.000 lectores.
Ha pasado solo un mes después de su publicación, pero Castiñeira ya está recogiendo carretas de elogios por plasmar, con su particular punto de vista lleno de retranca, el día a día de un hospital. “Estoy muy satisfecho. Lo que me está llegando de los lectores es que las sensaciones son muy buenas. Agradecen sobre todo esa vuelta al humor, porque mis últimos libros no fueron como los anteriores, al hablar de la pandemia tenían un tono más serio y sin tanta anécdota. Pero este libro se agradece mucho por ese regreso al estilo de siempre”, refiere Castiñeira.
Un porcentaje alto de lectores sienten como suyas las vivencias de Satu, la protagonista de las historias de la Enfermera Saturada. En el gremio hay mucho lector empedernido de los libros de Castiñeira, pero no hace falta un doctorado para seguir con atención sus peripecias. “Hay una parte importante de sanitarios entre los lectores, pero también muchas personas a las que les gusta saber cómo es ese mundo de los hospitales, ya sea porque en su día pasaron tiempo ingresados o acompañando a alguien, y tienen curiosidad por conocer esa ‘Cara B’, lo que sucede fuera de las habitaciones”, reflexiona.
Con todo, los paralelismos son inevitables y muchos profesionales de enfermería pueden llegar a sentirse interpelados en cada línea. “No son solo los del SERGAS. Me escriben compañeros de otras comunidades diciéndome que allí les pasa exactamente lo mismo. Escribo de lo que vivo, pero es curioso ver como las situaciones se repiten a nivel global”, apunta Castiñeira.
Por todo esto, al hablar desde detrás de un avatar como el de Enfermera Saturada, en un primer momento cualquiera podría ser la persona al frente de esa cuenta de Twitter. No obstante, “salir del armario” para Castiñeira no fue una decisión sencilla, pero resultó inevitable.
“Fue un paso arriesgado. Mi primer libro lo escribí con un pseudónimo, pero aunque disfrutaba el anonimato acabó pesando mucho por el hecho de tener que esconderme para twittear, para escribir…pero no me arrepiento de darme a conocer”, recuerda, a la vez que rememora como algunas compañeras de planta casi descubren su verdadera identidad antes de tiempo al compartir en redes una experiencia que acababan de vivir: “Me decían: ‘¡A Enfermera Saturada acaba de pasarle lo mismo que a nosotros!’ Y yo escondido para que no me pillasen”.
La sorpresa fue que detrás de Enfermera Saturada no estaba una mujer, aunque eso es al final lo de menos, porque las experiencias resultan universales. La decisión de Castiñeira responde al hecho de que hablamos de un sector tremendamente feminizado, donde el peso de las mujeres es capital y en donde “los enfermeros entre nosotros nos llamamos enfermeras, somos una más”.
“LLEVAR EL HUMOR Y LA RISA AL HOSPITAL”
Una más en un mundo en el que reina la inestabilidad, la precariedad, los abusos laborales… El de la enfermería es un universo tan fascinante como maltratado, pero en donde, detrás de las mascarillas, siempre hay una sonrisa que no vemos y una palabra amable que nos reconforta.
“A veces no queda otra que recurrir al humor para poder llevar el día a día. Son muchas cosas: por un lado la situación de la sanidad, con sus listas de espera y sus problemas que vivimos los usuarios; y por el otro la situación de los profesionales, con esa precariedad, con un porcentaje altísimo de temporalidad, con un 42% del personal eventual, con una rotación elevadísima… Y ya que no podemos solucionarlo directamente, aunque ojalá pudiésemos, mientras lo intentamos buscamos poner una pizca de humor”.
n esfuerzo superlativo si consideramos que, además, el entorno no es el ideal. Los hospitales pueden ser lugares dramáticos porque “hablamos de la vida de muchas personas en un momento delicado de salud, con un baile de emociones continuo”, pero Castiñeira cree que “llevar el humor y la risa al hospital” es también parte de la propia terapia, con estudios que confirman que los pacientes que sonríen tienen un índice de recuperación más alto y más temprano.
“No siempre es posible”, reconoce, “pero si en una habitación hay hueco para una anécdota o un chiste y consigas que se ría, y consigues a su vez que olvide que está en un hospital, lo que haces es que lleve mejor su ingreso”. Por otra banda, hay ocasiones en las que la realidad supera ampliamente la ficción, con momentos tan surrealistas y que “suenan tanto a ciencia ficción y a exageración” que no le podrían pasar ni a la propia Satu.
Castiñeira achaca muchas anécdotas al nerviosismo al estar los protagonistas de esas vivencias “en un entorno extraño, que pueden percibir como hostil”, pero otras, simplemente, son parte de la vida. “Una señora que estaba acompañando a su marido se confundió de noche de habitación y con las luces apagadas le dio un beso al ingresado. Claro, al ver que el hombre al que besó no era su marido… ¡Encima estaba acompañado de su mujer! Y claro: ‘Esta señora quién es’, ‘Pero si yo a esta señora no la conozco’...¡La que se lió en un momento!”, comenta el enfermero entre risas.
PASAR PÁGINA CON LA PANDEMIA SIN HABER APRENDIDO NADA
La pandemia dio para episodios mucho menos divertidos en los hospitales. Ahora asistimos al fin definitivo de las mascarillas, lo que para muchos supone dar carpetazo de una vez por todas a una crisis sanitaria que dejó decenas de miles de fallecidos solo en España. La sensación para muchos es que la mayoría ha superado con relativa facilidad el trauma que supuso la Covid-19, tal vez con demasiada facilidad.
“Nos olvidamos o no según nos haya tocado. Si tuviste la suerte de estar confinado unas semanas, haciendo pan, viendo series, recordando todo como una anécdota, creo que puede superar esa etapa que ya quedó atrás. Pero si realmente una persona vivió el coronavirus de forma más dramática, con la pérdida de un ser querido, o tuvieron que estar ingresados o trabajando como sanitarios…esos no olvidamos tan rápido”, valora Castiñeira, que sin embargo cree que es importante “pasar página” y ve adecuadas medidas como poner fin a la obligatoriedad de las mascarillas.
En lo que coincide es en el hecho de que la pandemia tendría que haber servido para preparar mucho más y mejor nuestro sistema de salud público, un apartado que, ahora que nos enfrentamos a unas elecciones generales, no está ocupando el debate público con la importancia que merece y se ve relegado a un discreto segundo plano, como ya ocurrió en las pasadas elecciones de mayo.
“El problema principal en mi opinión es que a nivel de gestión, en los hospitales públicos, no aprendimos nada. Eso es lo que me preocupa. Todos pensábamos aquello de ‘Saldremos mejores’, pero esperaba al menos tener un sistema sanitario reforzado, en el que aprendiéramos de los errores cometidos y con la resistencia para afrontar cualquier otra pandemia que pueda llegar”, lamenta. “Porque llegará otra pandemia”, apostilla, “la historia y la ciencia nos demuestra que es así, que se repiten aunque no sepamos cuándo”.
La suya es una voz más que autorizada para hacer una radiografía certera de la situación del SERGAS, que vuelve a estar envuelto en la polémica por la falta de profesionales sanitarios para cubrir las vacaciones de sus trabajadores al tiempo que se suceden los cierres de camas en los hospitales.
“Son problemas que existen y seguirán existiendo mientras las condiciones sean las actuales. No puedo juzgar a un compañero que al acabar la carrera elija un contrato en otra comunidad autónoma u otro país porque le ofrecen un contrato mucho mejor que el de uno o dos meses del SERGAS. Es lógico que se marche”, sentencia Castiñeira, que ya ha visto a muchos colegas emprender ese camino en pro de la estabilidad, aunque le apena ver como esto sucede sin remedio.
“Me afecta a mí pero sobre todo afecta a los pacientes, que llegan a su centro de salud y nunca ven caras reconocibles”, subraya, por lo que dotar de estabilidad a las plantillas serían los cimientos de cara a conquistar otras muchas reivindicaciones.
DESINFORMACIÓN: “CON DATOS PUEDEN TOMAR LA MEJOR OPCIÓN”
De hecho, la imposibilidad de que muchos usuarios puedan mantener una relación duradera y de confianza con su médico de cabecera se esconde no solo detrás de la decisión de muchos de acudir directamente a la sanidad privada, sino también de muchos problemas que desde Enfermera Saturada intenta atajar, como la desinformación y las fake news que rodean a todo el movimiento antivacunas, que si bien en España no tiene mucha fuerza, y así lo demostró la campaña de vacunación de la Covid, “sí hace mucho ruido”.
“Si no tienes una relación estrecha con tu médico hay muchas cosas que te cuesta contar o preguntar. La confianza es fundamental y hay que dotar de las condiciones adecuadas para que fluya la comunicación médico-paciente o enfermero-paciente. Nosotros tenemos que dar información y que la persona después decida, nunca imponerlo. Con datos e información pueden tomar la mejor opción, porque no es malo tener dudas y hacerse preguntas”, razona.
Ya sea en redes o en papel, la voz de este enfermero llega por muchos frentes para reivindicar la importancia de nuestra sanidad pública y el tesoro que representa, pero al que hay que cuidar. ¿Podría ser también a través de la pequeña pantalla? “¡Me encantaría! En su día salté de los blogs al papel y ahora me encantaría hacerlo en una miniserie o algo así. Pero por ahora es algo lejano, pero siempre estoy abierto a las propuestas que me puedan llegar. Sería una especie de ‘Hospital Central’, pero contando la realidad, no esas series en las que los médicos se lían todos con todos. Eso no pasa…y si pasa, me lo estoy perdiendo”. Material hay de sobra, y con Satu vemos que no se acaba nunca.
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