Esta semana pasada supimos que un jurado popular viene de darle la razón a la petrolera Energy Transfer en su demanda contra la prestigiosa organización de defensa del medio ambiente GREENPEACE finalmente condenada a pagar una indemnización de mas de 660 millones de euros. Son los costes de defender la naturaleza frente a los depredadores.
La llegada a la Casa Blanca de Donald Trump al frente de un muy poderoso grupo de oligarcas (entre los que hay destacados negacionistas como la citada petrolera) ya anunciaba que la lucha contra los críticos del cambio climático y la crisis ecológica global iba a ser uno de sus objetivos estratégicos y para eso una de las prioridades sería derrotar y destruir el movimiento ecologista mundial. Otro sería combatir todas las políticas orientadas a frenar el cambio climático y el creciente uso de combustibles fósiles. Batallas que tuvieron su primera manifestación relevante en la decisión de la Administración Trump de retirar los Estados Unidos del Acuerdo climático de París como ya había hecho en la anterior presidencia.
Ahora se trata de ponerlo foco en GREENPEACE, buscando su destrucción, por la condición de referente ecologista a nivel mundial. En este caso Energy Transfer acusa a GREENPEACE de los perjuicios causados por las protestas indígenas contra uno de sus oleoductos en Standing Rock (Dakota del Norte). Unas protestas masivas que se producen desde hace décadas, que contaron de siempre con el apoyo entre otros de GREENPEACE a quién ahora quieren castigar con sanciones como esta. Sanciones que son también un ataque a la autoorganización de estos pueblos indígenas que vienen realizando movilizaciones históricas contra las petroleras que están destrozando sus hábitats. Unas petroleras que ahora con Donald Trump en la Casa Blanca se sienten más poderosas que nunca.
Para mayor detalle es importante saber que en Standing Rock, que forma parte de la Reserva síux, se están produciendo las mayores movilizaciones indígenas del último siglo en Estados Unidos. Movilizaciones en contra de la instalación de unos oleoductos que además de destruir un sitio sagrado y un cementerio síux ponen en muy serio riesgo el suministro de agua potable para los pueblos indígenas que habitan en la zona. Pueblos que suman mas de 17 millones de personas que ven como los intereses de una petrolera ponen en cuestión su salud y su vida además de no respetar la jurisdicción sobre el territorio que tienen reconocida en los tratados firmados con el gobierno de los Estados Unidos. Hace falta también saber que en este proyecto, que supone una inversión de 3.800 millones de dólares, la petrolera Energy Transfer no está sola pues cuenta con el apoyo de la grande banca financiera estadounidense, que lideran Goldman Sachs y Bank of America, todos ellos integrantes del grupo oligárquico que financió la campaña de Donald Trump y que ahora le pasa la factura.
Si días atrás me los ponía el foco en ALTRI y su intención, firmemente apoyada por el gobierno gallego de turno (PPdeG), de montar una factoría cuya actividad provocaría un enorme desastre ambiental y productivo en un área especialmente sensible
(https://gal.galiciapress.es/artículo/opinion/2025-03-21/5225788-altri-y-intereses-creados), ahora nos trasladamos a los Estados Unidos para mostrar como la nueva administración republicana en su apoyo a empresa petrolera ENERGY TRANSFER camina en la misma línea estratégica de no respetar el medio ambiente ni los derechos de los habitantes del entorno al tiempo que intenta destruir a quién apoya y defiende los derechos de los ciudadanos afectados por la actuación de unas corporaciones que ponen su inmensa avaricia por encima de la necesaria conservación de la naturaleza y el medio ambiente así como de los legítimos intereses de los ciudadanos. Corporaciones que consiguen el apoyo de gobiernos autoritarios y corruptos financiando sus campañas electorales, colocando sus directivos y dirigentes en los consejos de administración, dando orientación y forma sus políticas, etc. etc.
El que está ahora a suceder con GREENPEACE es una muestra más de hasta donde están dispuestos a llegar estos depredadores. No es el primer caso ni será el último pero son los costes de defender la conservación de la naturaleza, la vida en la tierra frente a los depredadores. En la Galicia sabemos mucho de esto y de que corren malos tiempos para el medio ambiente.
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