Hay personas que, por su cargo, su orgullo y su prepotencia correspondientes, se creen estar por encima de todo, incluso de las leyes cuya aplicación debería ser igual para todos. Hay casos que demuestran que eso no es así. La justicia que imparten los jueces no siempre es justa para determinada parte de la sociedad; solo determinadas señorías se atreven a romper el molde. Hay un refrán que dice: "Si no te gusta lo que ves, ¡mira para otro lado!", deben pensar algunos.
Laura Borràs, hasta hace poco presidenta de Junts y presidenta del Parlament de Catalunya, entre otros cargos, es un ejemplo de prepotencia, sectarismo y de no representar a toda la ciudadanía de Catalunya cuando era presidenta del Parlament, sino solo a aquella que estaba en su línea ideológica. Borràs, que aprovechaba su cargo en la segunda institución de Catalunya para hacer un tour fuera de España “denunciando” lo mal que trataba el Estado a Catalunya, fue sentenciada en su día por hallarla culpable de los delitos de prevaricación y falsedad documental, para beneficiar a un conocido suyo. La sentencia fue de 4 años de cárcel, 13 años de inhabilitación y 36.000 euros de multa.
Borràs no estaba de acuerdo, su abogado recurrió la sentencia para ganar tiempo, mientras que ella declaraba que su sentencia era política y que no pediría el indulto.
La expresidenta, muy “digna”, lo decía allá donde tenía la oportunidad, con la chulería que le caracterizaba, y aún la mantiene. Borràs mantenía en su círculo más cercano que tenía la esperanza de no pisar la cárcel. Ella directamente no “haría” nada, pero su abogado y algún amigo sí que no han estado con las manos quietas, como se está comprobando. Hace tan solo dos días, la Fiscalía se mostraba partidaria de que Laura Borràs no entre en prisión mientras se tramita el indulto propuesto por el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya. Eso sí, pide que empiece a cumplir su pena de inhabilitación y pague ya la multa de 36.000 euros a la que fue condenada.
Casualmente, el Tribunal Superior de Catalunya, dos días después de la petición de la Fiscalía, baja la pena a dos años (que no implica entrar en prisión), le mantiene los 13 años de inhabilitación y el pago de la misma cantidad. Es una verdadera casualidad que las dos instituciones de justicia se pongan de acuerdo y que el indulto no lo pida Laura Borràs, ni siquiera su abogado, sino la Fiscalía (gobierno) y el TSJC.
Llegados a este punto, en el que las dudas son más que razonables, y donde la gente puede interpretar que la “justicia” no es igual para todos, el gobierno tiene en sus manos el concederle o no el indulto. Visto lo cual, quien tiene ahora cogido por “cataplines” a Pedro Sánchez es Carles Puigdemont. ¿El indulto a cambio de qué se puede conceder? Es evidente que materia hay suficiente como para intercambiar favores. Las preguntas son dos: ¿La pedirá a Sánchez? ¿La concederá Sánchez? Dos preguntas que tendrán que ser respondidas en poco tiempo, porque Borràs tiene mucha prisa.
Hasta el momento, con la buena ayuda recibida, Laura Borràs, “la digna”, ¿estará dispuesta a aceptarla? ¿O, cumpliendo con su coherencia, mantendrá su palabra de no pedirla y tampoco aceptarla? Seguro que eso no va a ocurrir, porque una cosa es la teoría y otra bien distinta la práctica. Dijo Confucio que “La persona más noble es digna pero no orgullosa; la inferior es orgullosa, pero no digna”.
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