Los primeros avances de los resultados en las elecciones europeas de este fin de semana dan ciertas luces sobre el escenario político europeo inmediato, aunque deben ser miradas con prudencia a la espera de tener los resultados definitivos. A pesar de eso cabe hacer una serie de lecturas importantes.
La primera hace referencia a la participación electoral. A pesar de haberse producido la mayor participación de la historia (50,66%) la realidad es que siegue siendo muy baja (70,4% en las últimas elecciones generales en España) lo que ponen en evidencia que, a pesar del tiempo transcurrido, la ciudadanía de muchos estados no termina de identificarse con las instancias europeas. Una evidencia que supone un déficit democrático muy preocupante.
La segunda, al balance político. El Parlamento europeo que sale de estas elecciones es una cámara mucho mas escorada la derecha por mor del refuerzo del centro derecha y el gran avance de los partidos de extrema derecha con resultados espectaculares (148 diputados) pero muy preocupantes por la relevancia de los estados en los que si produce ese avance (Alemania, Austria, Francia, Italia, Países Bajos...), pues son estados que en su día contribuyeron a la creación de la Unión Europea. Un avance que corresponde a unas fuerzas muy criticas con la Unión Europea lo que, unido a la fuerte abstención (49,34%), no puede negar la evidencia de que entre la ciudadanía europea hay un creciente malestar con la marcha en las últimas décadas de la Unión Europea, lo que no deja de afectar a la propia legitimidad política y social del proyecto europeo neoliberal.
Este avance de la extrema derecha (que supera en votos y diputados a los socialdemócratas: 137 diputados) camina en paralelo al retroceso de las izquierdas (pierden 33 diputados) que no parecen ser quienes de recoger ese malestar y que, sin dudas, atraviesan una preocupante pérdida de identidad tanto a nivel europeo como, en muchos casos, nacional. Pérdida de identidad, muy evidente, en la socialdemocracia que se ve acompañada en el resto de las izquierdas de peleas personalistas suicidas.
En contraste con esta evidencia ya hay quienes buscan consuelo en la fecha cierta de que las fuerzas llamadas “europeístas” (populares, socialdemócratas, verdes y liberal) suman mayoría (63% de los votos) frente las fuerzas denominadas “escépticas”. Pobre, muy pobre este burocrático consuelo.
Con esta composición del Parlamento europeo cabe preguntarse qué se puede esperar a nivel de políticas públicas especialmente en relación con los graves problemas que arrastra la Unión Europea: la guerra en Ucrania, la crisis ecológica, la inmigración, el bienestar social... Empecemos diciendo que la Unión Europea es gobernada por instituciones (Comisión Europea, BCE, Consejo) que escapan al control democrático por lo que cabría esperar pocos cambios en el camino emprendido en los últimos tiempos. A pesar de eso, este auge de las derechas extremas seguramente supondrá un cierto freno, o cuando menos ralentización, de los objetivos climáticos (la extrema derecha viene cargando contra el Pacto Verde Europeo), un paso atrás en las políticas inmigratorias (ya muy dañadas por el Pacto de Asilo e Inmigración) y un mayor hincapié en la Europa fortaleza con un endurecimiento mayor de las leyes emigratorias y nuevos acuerdos con terceros países para la exportación de refugiados. Cabe también esperar mayor dureza con los derechos de las minorías cómo, por caso, las personas LGBT y los homosexuales y lesbianas.
En relación a la guerra en Ucrania y la militarización de Europa en lo cabe esperar, a pesar de la proximidad de no pocos partidos de extrema derecha con Vladimir Putin y de su euroescepticismo, retrocesos en el camino del rearme emprendido por los Estados miembros. Muchos de aquellos tienen posturas aún mas extremistas tanto sobre la guerra en Ucrania como sobre el refuerzo de las fronteras europeas como quedó de manifiesto en lo debate parlamentario sobre el Informe sobre Política Común de Seguridad y Defensa. A pesar de eso, conviene señalar que la incidencia del Parlamento Europeo en las decisiones sobre defensa y política exterior de la UE es muy pequeña, escasa.
En definitiva, aunque resulte arriesgado predecirlo, cabe pensar que la nueva legislatura parlamentaria no va a ser mejor que la anterior, ya que puede dar paso a la aceleración de las dinámicas y procesos de estas últimas décadas donde cada vez más la extrema derecha marca una agenda que la derecha asume y ejecuta. Una extrema derecha que cada vez tiene más cuotas de poder en la Unión Europea.
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