La sepultura del 'Tripulante 1'

Rodrigo Brión Insua

Rodrigo Brión Insua (A Pobra do Caramiñal, 1995). Grado de Periodismo en la Universidad de Valladolid (2013-17). Redactor en Galiciapress desde 2018. Autor de 'Nada Ocurrió Salvo Algunas Cosas' (Bohodón Ediciones, 2020). 

En Twitter: @Roisinho21

Una lápida sin nombre ni fecha en un entierro sin asistentes. Un sepelio clandestino para dar sepultura al 'Tripulante 1'. Nada se sabe del hombre que, junto a más de 80 almas, falleció en su travesía por el mar hasta El Hierro. Los otros viajeros, los supervivientes, guardan silencio y aguardan, no saben muy bien el qué. Hay muchos hombres, en su mayoría jóvenes, pero también alguna mujer y niños. Ojos agotados que se encuentran, con suerte, con una manta y algo que llevarse a la boca. Llevan días a la deriva y tal vez meses viajando. En el mejor de los casos toman tierra y aliento; en el peor, una tumba anónima. 
 

“¿Cómo tiene que ser lo que dejas atrás para que veas más seguro el mar que la tierra?”, me interpelaba una vez una tripulante del Open Arms. Está jodida la cosa. Según las últimas estimaciones, son cerca de 13.000 los migrantes que han llegado a las islas este mes. Son muchos más los que no lo consiguieron. El Mediterráneo es el mayor cementerio del mundo y las rutas que utilizan las mafias buscan alternativas como la canaria, puerta de entrada a Europa y a su promesa de seguridad y bonanza. Así, El Hierro proyecta convertirse en una nueva Lampedusa mientras España busca respuestas fuera para tratar de evitarlo. 

 

Pero, ¿y si la respuesta está aquí? ¿Y si para que no vengan los migrantes tenemos que dejar de ir nosotros a sus casas? ¿Y si la causa de su huida es que nosotros esquilmamos sus caladeros y los dejamos sin pesca? ¿O porque deforestamos sus montes y arrasamos con sus cultivos y zonas de pastoreo? ¿Y si resulta que aquello de explotar sus recursos y someter a la población local a un régimen de semiesclavitud para que un puñado de empresas puedan tener acceso a litio, o cobre, o cualquier mineral que necesitamos los europeos pero por el que no queremos mancharnos las manos, no es la mejor fórmula para el progreso y el equilibrio global? 
 

Occidente es responsable de muchos de los grandes horrores ante los que cierra los ojos y que luego le son devueltos en forma de oleadas de personas desesperadas por huir de lo indecible. ¿Les suena la crisis humanitaria siria? ¿Acaso creen que una parte del medio millón de palestinos desplazados por el conflicto no buscará un futuro mejor lejos de las bombas? No hemos aprendido nada y la evidencia cíclica nos escupe en la cara. Vamos a peor y a más, porque elementos como el cambio climático o la brecha que agranda la desigualdad nos obligan a pensar que el escenario no mejorará a corto plazo y, mientras esto sucede, algunos partidos lanzan mensajes xenófobos y alertan del fin de la civilización, reemplazada por tribus de salvajes deshumanizados y reducidos a un color de piel. No recuerdo ese escepticismo cuando los que llegaban por cientos eran ucranianos que huían de la guerra. A mí, personalmente, me cuesta discernir si el agujero en el estómago es más grande por una guerra dependiendo de la parte del globo en la que suceda. El hambre es el hambre en todas partes, creo.

 

El hambre que tiene el colonialismo caníbal, el colonialismo de siempre, el que practicamos desde que el mundo es mundo, es el que empuja a tantos hombres, mujeres y niños al mar, a creer que al otro lado del océano hay un futuro que otros le han privado en su casa, donde solo queda ruina, miseria y desolación, pero también toda la vida que habían construido y que han abandonado junto a su familia, hogar y seres queridos. De eso en Galicia sabemos un poco, porque no hace tanto éramos nosotros, nuestros padres, abuelos y bisabuelos, los que embarcaban en busca de la prosperidad que aquí les era esquiva. No hace tanto de aquello y las distancias eran igual de largas. Ahora es Madrid la tierra prometida para muchos gallegos que vacían el rural y dejan una comunidad más pobre de talento y mucho más envejecida. Cuántos encuentran lejos lo que no tuvieron cerca. Cuántos se habrán quedado por el camino. Cuántos ocuparán tumbas sin nombre.


 

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