Nuevos riesgos en las residencias: sin médicos y sin enfermería
La Xunta de Galicia modificaba el pasado 4 de diciembre el Decreto 243/1995 en lo tocante a la obligatoriedad para la presencia de enfermería 24 horas en residencias privadas. Para ello, alega que la atención solo se aplicará en relación a las necesidades de cuidados. También ha creado una asignación de enfermería por ratio según el grado de dependencia que no satisface a buena parte de trabajadores y trabajadoras
La presencia física obligatoria de un enfermero o enfermera en residencias de mayores en cada turno (mañana, tarde y noche) queda diluida en la modificación realizada por la Consellería de Política Social en su Orden del 4 de diciembre de 2024. Si hasta ahora la presencia física de enfermeros o enfermeras era obligatoria en cada turno, la nueva orden establece una “presencia localizada” para el servicio médico pero no así para el servicio de enfermería. Es decir, la obligatoriedad de presencia física se retira pero tampoco se especifica una “presencia localizada” como sí se hace con las prestaciones médicas. Quedaría prácticamente a la libre interpretación de la dirección del centro privado o de la empresa propietaria, el tener servicio de enfermería o no. Además de esto, se establecen unas ratio de 0,02 enfermeros o enfermeras por cada persona usuaria sin dependencia o en situación de dependencia grado I. Se establece la ratio de 0,03 por persona usuaria en situación de dependencia de grado II o III.
AHORRO EN SALARIOS
Algunas fuerzas sindicales y asociaciones profesionales, ven detrás de esta modificación legal una maniobra para favorecer los intereses de empresas privadas que operan en el sector de residencias para mayores. Apuntan también a la escasez de personal especializado para esta tarea y que en muchas ocasiones es reemplazado por personal formado en gerocultura.
El problema aparece, según asociaciones profesionales como TREGA, cuando el personal gerocultor y otros profesionales sin relación directa con la enfermería tienen que atender necesidades como suministrar medicación o atender lesiones, por ejemplo. Esta situación es la que se está viviendo en muchas de las residencias privadas desde hace tiempo. Y es que esta figura profesional parece que está asumiendo muchas de las tareas que deberían desarrollar otros y otras profesionales.
“En caso de urgencia, sin obligatoriedad presencial para un médico ni para una enfermera, el trabajo queda para las gerocultoras que, en muchos casos, solo han recibido 15 días de formación” dice Sonia Jalda de Asociación de Traballadores de Residencias Galegas (TREGA). “Esto solo favorece a las empresas privadas que en vez de pagar salarios a enfermeras o enfermeros, pagan a figuras profesionales que les permiten ahorrar en sueldos” dice Adolfo Naya de CIG.
Además de ser un trabajo feminizado, las gerocultoras tampoco suelen recibir una retribución acorde con el esfuerzo que supone toda la carga que realizan (atender a usuarios, limpieza, lavandería, etc.). Unos 1.144 euros puede recibir al mes una profesional gerocultora.
Por otra parte, están las auxiliares de enfermería que puede rondar los 1.200 o 1.300 euros a fin de mes. Estas trabajadoras tampoco pueden eludir la atención a labores que no les corresponderían por categoría profesional, las mismas que se apuntaban para las gerocultoras.
RATIOS Y CARGA DE TRABAJO
La Consellería de Política Social ha introducido un sistema basado en ratios para determinar la presencia de personal de enfermería. Así, los residentes no dependientes o de grado I: 1 enfermero por cada 50 residentes. Mientras tanto, los residentes con dependencia de grado II o III: 1 enfermero por cada 30 residentes. Pero la ausencia de personal suficiente para cubrir plazas hace imposible cumplir las ratio marcadas.
En ocasiones se puede quedar una gerocultora o una auxiliar de enfermería para atender a toda una planta que puede incluir a más de cien usuarios. Esto supone un riesgo tanto para la propia trabajadora (estrés, lesiones, etc.) como para la persona usuaria, pues la calidad de la atención disminuye. A esto se le añade también el hecho de que a estas residencias han trasladado a personas con problemas de salud mental y también casos de adicciones sin la cobertura de profesionales especializados en este tipo de usuarios.
La retirada de la presencia física obligatoria en las residencias y el no encontrar personal especializado a causa de la escasa remuneración, hace que las profesionales del sector afronten en muchas ocasiones una sobrecarga de trabajo que puede desbordar a la persona. De ahí el número de bajas entre las y los trabajadores del sector y la alta cantidad de medicamentos que toman para soportar las jornadas laborales. Ahora, a todo esto, se le añade la falta de enfermeras o auxiliares de enfermería, tareas que recaerán en gerocultoras.
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