¿Por qué Stellantis para en Vigo pero no en Madrid? Incomprensión por la “crisis selectiva” en la firma
La reunión mantenida en Madrid por representantes de CUT, CGT y FESIM coincide en el tiempo con el enésimo anuncio de la dirección olívica de que la planta sufrirá parones en su producción.
Este jueves la producción en la planta de Stellantis en Vigo sufre un nuevo episodio de paro. Igual que ayer. Y que la semana pasada. Desde el regreso de las vacaciones a finales de agosto la fábrica ha sufrido paros en varias ocasiones y desde la dirección lo achacan todo a la falta de componentes. Los sindicatos llevan años escuchando que la crisis de los microchips es la responsable de esta parálisis, muy selectiva si tenemos en cuenta que no afecta a todas las plantas y que se da de forma abrupta en un calendario de aprovisionamiento que debería ser cuadriculado.
La noticia de los paros coincide justo con la reunión mantenida el pasado fin de semana en Madrid entre representantes de las secciones sindicales de la Confederación General del Trabajo (CGT), de la Central Unitaria de Traballadores (CUT) y de la Federación Estatal de Sindicatos de la Industria Metalúrgica (FESIM), sindicatos con voz y peso en los comités de empresa y en la presión que pueden ejercer sobre el sector de la automoción.
MISMAS POLÍTICAS, MISMO RESULTADO PARA EL TRABAJADOR
En este encuentro los sindicatos pusieron en consonancia las similitudes y diferencias entre las plantas de Stellantis en Galicia, Aragón y Madrid. Así, mientras la de Figueruelas puede sufrir paros, como la de Balaídos, puede darse que en Villaverde no frenen, y al contrario.
“Constatamos, y así lo entendemos conjuntamente, que las prácticas son las mismas en cada centro: la precariedad laboral y económica, el aumento de los ritmos y cargas de trabajo, el deterioro de la salud laboral, la flexibilidad laboral, y un largo etc”, reflexionan los sindicatos, que ven como el “discurso de la competitividad” es la excusa de la que echan mano las direcciones en pro de seguir aumentando el margen de beneficios, ya de por sí millonarios y de récord año a año, del Grupo Stellantis.
No obstante, esas cifras astronómicas “no repercuten en la mejora de las condiciones laborales de las personas trabajadoras, al tiempo que, siguen solicitando más ayudas a las administraciones públicas, y pidiendo más ajustes y flexibilidad a la plantilla, para poder optar a nuevos proyectos”.
“PENDIENTES DEL TELÉFONO”
“A nuestro entender, es un chantaje sistemático a las personas trabajadoras y administraciones públicas”, reprenden los sindicatos, que ponen el acento en los “numerosos días sin actividad” de las factorías, con los empleados “viviendo pendientes del teléfono”, esperando una llamada que les confirme si mañana deben acudir o no a su puesto. Un modelo que reporta “grandes beneficios” a la firma “a costa del sacrificio, salud, y conciliación familiar de las personas trabajadoras, a cargo también, en la mayoría de los casos, del erario público usando los ERTE ́s como una medida más de flexibilidad junto con la bolsa de horas”.
Así las cosas, los sindicatos lanzan al aire una serie de preguntas: “¿Con quién tenemos que ser competitivos? ¿Con los países de bajo coste y condiciones laborales de esclavitud a lo que nos quieren llevar?”. A renglón seguido, aprovechando el debate de reducir la jornada laboral a 32 horas semanales, inciden en que Stellantis plantea “trabajar 6 de los 7 días de la semana”.
PROTESTAS CONJUNTAS
Por otra banda, las organizaciones consideran que todo esto no sería posible sin “el sindicalismo cómplice” de algunos componentes de los comités de empresa y que “facilitan año tras año que la precariedad vaya en aumento” en todos los centros de trabajo de la compañía “dejando al margen los intereses de las personas trabajadoras” y sufriendo una “cierta discriminación sindical”.
Por estos motivos, los sindicatos prometen mantener abiertas las líneas de comunicación y advierten que no descartan realizar en el futuro “acciones conjuntas” a la vista de que “las políticas en todos los centros de trabajo son las mismas”, lo que lleva a los sindicatos a pensar que, consiguientemente, las acciones deben ser uniformes “para combatir conjuntamente la precariedad y la discriminación”.
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