Choque generacional en O Son Do Camiño: de la música disco ochentera al perreo duro

Uno de los principales valores de O Son Do Camiño es que se trata de un festival ecléctico. Indistintamente puedes encontrarte con camiñers que han ido a ver al grupo más punki del cartel como a los poperos que siguen la última tendencia. Y da igual. Hay sitio para todos en un Monte do Gozo que durante tres días acoge a grandes y pequeños, veteranos y noveles, expertos y no iniciados. Se trata de una cita que tanto te brinda la oportunidad de ver a tu grupo favorito como de abrirte a nuevos estilos. Esto es lo que fue la segunda jornada del Son, un día en el que boomers y zetas se encontraron frente a frente y trataron de comprender qué los había llevado a cada uno hasta la capital de Galicia, convertida este fin de semana en capital mundial de la música.

SIEMPRE SERÁS BIENVENIDO AL MONTE DO GOZO

En esta mezcla de estilos confluyeron para abrir el día Marilia Monzón y Monoulious Dop, una surgida de la academia de OT y otros salidos de Noia en una refrescante bocanada de aire fresco para la escena gallega. Las altas temperaturas no amilanaron al respetable, que comenzó a poblar el recinto con Recycled J, que en su concierto ya anunció que este jueves iba a hacer doble turno, lo que presagiaba que la noche iba a ser larga y rumbosa. 

Judeline mantuvo el listón alto para el primer gran nombre del día, el de La Oreja de van Gogh. La formación que ahora lidera Leire Martínez era uno de los grandes atractivos de esta edición y una de esas bandas que resultan irrenunciables porque todas, absolutamente todas sus canciones son susceptibles de ser un himno para uno o para otro. Desde ‘Rosas’ a ‘La reina del Pop’, pasando por ‘El último vals’ o ‘Cometas por cielo’, todo el Monte do Gozo cantó de pé a pá cada una de las baladas de una banda que se ha ganado de manera merecida un huequito en la historia de la música nacional. Y es que, por muy raperito o metalero que seas, sabes de qué medio de transporte salía la cantante la madrugada del 20 de enero. 

Avanzó la tarde y el sol caía mientras Love of Lesbian salía a escena. Resulta toda una experiencia escuchar la voz envolvente de Santi Balmes y los ritmos de la banda de San Vicente dels Horts. Al contrario que con La Oreja, tal vez el gran público no conozca todas las canciones de estos padres del indie en España, pero disfruta igualmente de las lecciones que esconden más de 20 años de recorrido y una decena de discos a las espaldas.

NIÑOS Y PURETAS

Ya entre el público de Love of Lesbian uno podía apreciar que algunos asistentes al concierto no levantaban ni dos palmos. ¿Y tanto niño? Habrán venido con sus padres a ver a Balmes. Pues no. Estaban todos para ver a Mike Towers. El puertorriqueño es uno de los últimos fenómenos del reggaeton que tanto se reproduce en los reels de TikTok y en las historias de Instagram. 

Sus temas, normalmente acompañado de otros artistas latinos, animan a mover las caderas y no pasan de ser rompepistas con los que dejarse los pies de noche en cualquier garito. Pero sorprende que esta sea la música que resulta más accesible para los más pequeños, con grupos de prepubescentes filmando sus canciones favoritas -todas- con sus teléfonos móviles.

Supone un choque frontal pasar de escuchar “Ese culo pone a las demás inseguras / ella a mí me desconfigura” a “You are always on my mind”. Insisto, como ya ocurrió ayer, en que el orden de los factores en un festival sí altera el producto, por lo que en O Son harían bien en revisar la tanda de salida de cada artista para que mantengan un mejor equilibrio, algo que ha faltado en estos dos días de festival. Eso sí: los problemas de sonido que marcaron el primer día, por lo general, quedaron ya totalmente enterrados. 

En cualquier caso, el salto de Mike Towers a Pet Shop Boys fue ya no generacional, sino secular, pasando del perreo duro a la música más ochentera que ha pisado el festival santiagués. Ahora son los niños los que acompañan a los padres -o abuelos- para escuchar a un Neil Tennant por el que sí pasan los años -en julio soplará 70 velas- pero que ni así perdona un cambio de look en medio de su show. Los hijos del baby boom y los de Twitch, juntos en un mismo festival, descubriendo las inquietudes del otro pero mirando con cierto recelo porque lo que ellos han ido a ver sí que es música y no lo otro, y viceversa. 

Los británicos entregaron el testigo a Natos y Waor -repito lo del orden de los factores…-, tal vez los más enérgicos de todo el festival. Los madrileños son puro fuego y trajeron gasolina para arder al ritmo de Hijos de la Ruina, el tridente que conforman con un Recycled que reapareció para alegría de todos. Los temas más pegados del dúo y los salmos del tridente pusieron patas arriba un festival al que dieron calor en una fría noche, la última de mayo.

Icona Pop puso el broche de oro al ecuador de O Son, que se dispone a brindar un colofón final con

Ana Mena, Melendi, Thirty Seconds to Mars o Rels B como protagonistas, entre otros. No parece que en este tercer día encontremos tantos saltos generacionales, pero sí entre estilos. La aguja de este tocadiscos salta y nunca sabes dónde puede caer. Que suene la música, que los camiñers bailaremos lo que nos echen.