'La mesa herida', el cuadro perdido de Frida Kahlo y "hallado" en Rianxo que da título a la última novela de Laura Martínez-Belli
El cuadro más grande jamás pintado por la mexicana Frida Kahlo, de 2,5 metros de largo y 1,2 de alto, muestra uno de los momentos más dolorosos de la vida de la artista, cuando descubrió que su marido, Diego Rivera, le había sido infiel con su hermana. El lienzo, pintado sobre tabla, viajó a la Unión Soviética para desaparecer en 1955, en una exposición en Varsovia. Nunca más se supo de la obra. Del paradero del cuadro se fabuló mucho, pero hace unos años un joven marchante de arte y empresario de Rianxo, Cristian López Márquez, aseguró saber dónde está y por cuánto dinero se puede conseguir. ¿Está realmente la respuesta a este enigma en Galicia? Laura Martínez-Belli utiliza este episodio como tema central de su último libro, 'La mesa herida' (Espasa), novela que comparte título con el cuadro y que, como explica en esta entrevista con Galiciapress, le sirve para hablar de otros temas universales, como el arte, la pérdida o el dolor a través de la propia Frida y de Olga, la otra protagonista de este trepidante thriller.
Ya estás en pleno proceso de promoción y presentación de la obra. ¿Qué reacciones te estás encontrando de los lectores?
Como es todo tan reciente de momento lo que hay es mucha expectativa. Aquellos que ya la han leído en México están muy contentos porque se están encontrando una historia muy apasionante de robos de arte, falsificaciones, Guerra Fría, pero también con una Frida Kahlo con la que no se había encontrado antes, así que va bien, va bien.
El libro tiene como protagonistas a Frida Kahlo y Olga Simonova. En el caso de la artista incluso nos sumergimos en sus pensamientos desde el ‘Más allá’. ¿Qué supone un desafío mayor: crear un personaje de cero o tomar una figura histórica y darle una voz realista?
Los dos tienen su grado de dificultad. Sobre todo en el caso de Frida, que es una figura conocida de la que la gente ya tiene una idea preconcebida. Para mí fue un reto mayor meterme en esa piel y darle una voz. Esa voz del ‘Más allá’ es una voz muy personal y poética. Yo quise conjugar la voz que utiliza ella en sus diarios con la prosa, y supuso todo un reto. Con Olga tienes más libertad porque es un producto de tu imaginación, pero la tienes que crear y hacerla tan real como Frida cuando es un ser de ficción
Para la obra imagino que tuviste que sumergirte en diversas biografías de la autora para tener una radiografía precisa de Frida. ¿Cuánto tiempo trabajo de documentación hay detrás de la novela?
Más o menos un año desde que decido que voy a escribir la novela de ‘La mesa herida’. Primero me pongo a leer, a investigar, saber qué a pasado con ese cuadro, saber cuáles son las fuentes más fiables para recurrir a ellas porque son muchas las conjeturas sobre esa obra. Una fuente te lleva a otra, pero hubo mucho de leer sobre Frida, que afortunadamente, al ser un personaje tan conocido, hay mucha biografía, mucho ensayo, y te puedes hacer una idea muy concreta de lo que es ella.
Al final son unos ocho meses, casi un año, armando la trama, definiendo cuántas voces iba a tener la novela, planificando… Yo soy una novelista que planifica mucho, no tiro de un hilo y me pongo a escribir, sino que me gusta tenerlo todo bastante guionizado.
UNA FRIDA “FAMILIAR, CARIÑOSA…”
Y en ese trabajo de documentación, ¿con qué Frida te encuentras? ¿Descubriste algo nuevo que te hiciese verla con otros ojos?
Sí, con una Frida muy familiar, muy fraternal, cariñosa. Su voz, que me la imaginaba ruda y malhablada, era sumamente tierna. Era eso, pero muy cariñosa, se ve en sus cartas, hablando de su sobrina, Isolda, “mi niña linda”, “luz de mi corazón”, “mi muchachita tierna”...una voz sumamente maternal. También con las cartas que escribió a su madre desde Detroit. Era una persona preocupada por su familia y esa Frida me pilló por sorpresa, porque siempre me la esperé más liberal, más desapegada, pero no, era cariñosa y le importaba su familia. De ahí quizá sus ganas de ser libre.
La de Frida Kahlo fue una vida atribulada y llena de sufrimiento, algo que representa en sus propias obras. ¿Por qué crees que nos atrae esta clase de figuras tan atormentadas?
Justamente porque es gente que bajó a los infiernos y supo seguir viviendo, resistir, y no por estar rodeada de dolor se hundía en la miseria. Frida es un personaje resiliente, y eso es lo que nos atrae de ella. Su fortaleza y las ganas de disfrutar, de beberse la vida a sorbos grandes. Lo que ocurre es que su pintura, de una manera terapéutica a lo mejor, exponía mucho el dolor. Lo confinaba la tela. Sacaba lo que tenía dentro, lo ponía en la pintura y ella ya en su vida podía ser más relajada. Ella decía: “Yo no pinto mis sueños, pinto mis realidades”. Y su realidad era un infierno porque eso de vivir encorsetada, y se ven las imagenes de ella colgada del cuello casi como una tortura medieval para enderezarle la espalda. En el periodo de la novela, en sus últimos cinco años de vida, tuvo 17 operaciones, y padecía mucho dolor. Al final de su vida era adicta a la morfina por el dolor de espalda. Creo que nos atraen esas figuras capaces de vivir con la enfermedad y seguir irradiando luz de esa forma. Esa manera que ella tenía hasta de ponerse flores en el pelo para hacer más llamativa su presencia cuando otros querría pasar desapercibidos.
Hablas de ese dolor físico, pero uno de los temas centrales de la novela es otro tipo de dolor como es el de la pérdida, ya no solo desde un punto de vista romántico, sino también el de la pérdida como trauma, como puede ser un aborto. ¿Qué te motivó a explorar algo así?
Justo quería tratar estas heridas, las que atraviesan a las personas. Además, últimamente había hablado con muchas mujeres de mi entorno que me contaban que habían sufrido abortos e incluso algunas que habían dado a luz y su bebé había muerto al nacer. Esas historias que me contaban, y que ellas llevaban en silencio aún hoy, me parecían de una potencia que me hicieron plantearme por qué las mujeres no estamos escribiendo de estos temas o por qué no se escribe más sobre esto. Hay algunas que sí lo están tratando, pero son temas muy femeninos que seguimos mascullando en silencio. Por dolor, por vergüenza a veces, o por la forma en la que los demás no sabemos cómo reaccionarán ante estas pérdidas.
Son temas que me daban vueltas por la cabeza y que se materializaron de una forma muy gráfica con ‘La mesa herida’, que me permitió tocar estos temas de una forma más ficcionada, ya sea a través de Olga o de la propia Frida, que pintaba sus abortos. En ese momento escandalizaban y la gente no lo comprendía. Frida intentaba hacer lo que yo con mis libros: visibilizar estos temas. Al final se trata de visibilizar temas que son dolorosos pero necesarios, porque si no se habla de ellos las mujeres podemos pensar que nos ocurre solo a nosotras cuando nos ocurre a muchas.
Esto que dices entronca directamente con la reflexión que hace el libro sobre la universalidad del arte y ese poder que tiene para conmovernos y despertar pasiones. Ocurre lo mismo con la lectura, ¿no? Que nos conecta a todos de una forma u otra con independencia de nuestro origen. ¿Es lo que persigues cuando escribes?
Eso es. Yo sentí que la literatura, aunque en general cualquier arte, tiene ese poder de hacer sentir, experimentar… El binomio escritor lector me fascina. Tú pones una historia en palabras, pero hasta que el lector no viene, la lee y se la apropia, esa historia está muerta. Tiene que vivir en el lector. Ocurre con la pintura: el cuadro está pintado, pero es el espectador el que tiene que interpretarlo. Es lo que le pasa a Olga, que mira el cuadro de una pintora que no conoce, que está a kilómetros de distancia, pero las dos se conectan a través del arte con un mensaje encriptado en la pintura, de heridas y supervivencia. Todas las artes tienen ese poder.
¿ESTÁ LA RESPUESTA EN RIANXO?
Sobre el paradero de ‘La mesa herida’ se ha fabulado mucho y existen muchas teorías. Una de ellas conecta con Galicia y con un marchante gallego que asegura conocer el paradero del original. ¿Podría haber estado escondido en Galicia uno de los mayores enigmas del arte universal?
¡Hace un rato decían que siempre hay un gallego detrás de todos los misterios! (Risa) ¿Quién sabe? Sí es cierto que me llamó la atención que fuese un marchante gallego tan jovencito el que asegurase que es un mexicano el que tiene el cuadro resguardado en una bodega en Londres. Él hace de intermediario y quién sabé, habrá que esperar y ver si es verdad. Pero hay muchas dudas al respecto.
Los especialistas consultados para escribir esta novela, aseguran que es un cuadro falso porque el que muestra el gallego está pintado en tela, mientras que el original estaba pintado sobre tabla. Yo vi las imágenes del catálogo de Varsovia, que fue la última vez que se retrató el original, y tengo que decir que con las dos imágenes comparadas en la de Varsovia resulta muchísimo más fino el trazo, más bonito, más estilizado, el rostro de Frida es más atractivo, que el que ha aparecido, más burdo…una vez que comparas las dos se ve a leguas que el que ha aparecido no es le original.
Y de todas las teorías, ¿cuál quiere creer Laura Martínez-Belli?
¡La que está en el libro! ¡La que está en ‘La mesa herida’! (Risa) Me hubiera gustado que al libro le hubiese pasado lo que cuento en la novela.
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