Llevamos ya unos cuantos días hablando sobre el tema del cumplimiento de la sentencia del TSJC que obliga a las escuelas a dar un 25% de clases en castellano. La tormenta política se ha materializado cuando una familia de Canet exigía a su escuela que se cumpla la sentencia. Cuestión que no están dispuestos a cumplir y que ha dado munición a los intransigentes para levantar la bandera en defensa de la inmersión lingüística y a algunos energúmenos, que los hay, para amenazar a la familia que se ha visto obligada a pedir protección.
Si los independentistas estaban mirándose entre ellos con recelo, ahora tienen suficiente munición como para volver a la “guerra” dialéctica, de agravios y otras lindezas en las que ha caído hasta el propio presidente de la Generalitat. Pere Aragonés ha llamado al arrebato en forma de manifestación a la que se han sumado los dos “grandes “ sindicatos: UGT y CCOO, a los que no les vemos llamar a la manifestación por las graves carencias de la sanidad catalana, donde las listas de espera se han hecho tan largas en casi todas las especialidades y atención primaria. De ello hay muchos ejemplos: para acudir al traumatólogo, los enfermos tienen que esperar seis meses, y si su movilidad está más que reducida , pues que se fastidien, o como dicen algunos: “Es lo que hay”. Ahí ni están ni se les espera a los sindicatos llamados de clase - ¿qué clase?-. Luego se preguntan porque están apareciendo nuevos sindicatos, y seguramente sea por cosas como esta. Decía Montesquieu que “para ser realmente grande, hay que estar con la gente, no por encima de ella”.
Las personas somos una especie animal realmente especial y contradictoria que cuando alguien pretende imponer algo, el resultado es el contrario del deseado, ya que la imposición atenta a los derechos y libertades de la gente. En cambio, la pedagogía, el diálogo, la información y los argumentos son elementos de concienciación que inciden mucho más, y además no producen rechazo. Porque al final como afirmaba el poeta y escritor austriaco, Rainer María Rilke: “Convierte tu muro en un peldaño”. Eso no se está haciendo, grave error de la clase dirigente.
La mecha de la división alguien pensaba que estaba casi apagada, y que lo que tocaba ahora era extinguirla del todo. Lejos queda ese deseo: se está echando más gasolina y ningún agua. Utilizar la lengua, que se supone que es un instrumento de comunicación, como arma arrojadiza, y más con niños que serán el futuro del país, es realmente temerario. No se puede excluir al catalán, pero tampoco al español que lo hablan en el mundo más de 510 millones de personas. Es realmente de una irresponsabilidad supina. La inmersión debe hacerse – ya está hecha- con sentido común y pedagogía, incentivando, no castigando, y los derechos de las personas se deben respetar, no pisotear. Ningún dirigente debe imponer una lengua, porque al final producirá rechazo . Utilizar a los niños como arma en una batalla que hasta hace poco no era un problema, es de un nivel muy bajo. El respeto debe imperar siempre y las lenguas son una riqueza que no hay que despreciar. Las lenguas se deben proteger, pero no imponer . Decía Montesquieu: ” La libertad es el derecho a hacer lo que las leyes permiten”.
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