Dicen las personas “generosas” que “la solidaridad empieza en uno mismo”. Así lo ha debido pensar el expresidente Carles Puigdemont y el resto de los exconsellers huidos, cuando han escrito un artículo de opinión a ocho manos en el periódico monárquico que más ha contribuido a apoyar al independentismo catalán. En el texto, los cuatro jinetes intentan, otra vez más, que las leyes se las apliquen a otros y no a ellos porque son inmunes, superiores al resto de los mortales catalanes, españoles y mundiales, y que el gobierno de Pedro Sánchez pase de la justicia en sus delitos pendientes, como si todo lo que hubiera sucedido y de lo que ellos son actores principales no hubiera ocurrido. Ellos no han hecho nada y se escudan en la “justicia” belga, en sus amigos de la ultraderecha flamenca, exigiendo así Puigdemont que se deje la vía judicial y se pase a la política porque el Tribunal Supremo no es una autoridad competente. Los jueces belgas, en cambio, sí lo son y él es enviado en misión especial a la tierra del todo poderoso.
Como era de esperar, una vez más hace uso de su mejor bandera de enganche: el victimismo que tan buenos resultados le ha dado. ¿Se los seguirá dando? “Es tiempo de recoger los frutos que hemos ido sembrando durante casi tres años, mientras nos insultaban y denigraban incluso como seres humanos”, decían en unos de sus párrafos a ocho manos y cuatro cabezas pensantes, que ya es decir. Se acercan las elecciones y la división independentista es más que evidente. Incluso algunos de sus amigos más fieles, Torra y Eduard Pujol, no se han “afiliado” a su partido y están haciendo mutis por el foro y se habla de diferencias importantes entre ellos, incluso de ruptura de los dos “presidentes”. Por eso Puigdemont necesita material mediático para conseguir más presencia, credibilidad y votos que sus fuertes rivales, los republicanos.
Estamos en un momento en el que todos están dispuestos a decir la más gorda si esto le reporta beneficios en las urnas. No es una serpiente de verano, como sucede cada año, ni un golpe de calor que deja a estos políticos mirando a Montserrat para recibir la bendición de la Moreneta, es una estrategia sin escrúpulos ideológicos.
En su artículo, el líder “exiliado” y sus acólitos afirman que no han huido de la justicia española, que siempre se han presentado -claro fuera- cuando ha llegado una euroorden y han comparecido -faltaría más, porque allí no se andada con chiquitas, que diría un castizo.
La degradación humana de la que hablan Puigdemont y sus tres avatares es que vivan de unos buenos sueldos, administrado su tiempo libre -que es muchos- en idear estrategias que ayuden más si cabe a la división interna de Catalunya, al desastre social, político y económico, aunque él tenga sus gatos pagados, su familia también y su mujer siga ganando 6.000 euros mensuales por un programa semanal del que nadie habla.
Hablar de exilio cuando la realidad es una huida para no asumir las consecuencias de sus actos irresponsables e ilegales es cuanto menos indígnate. Pedir a estas alturas pasar página, saltarse las leyes, la justicia y lo que haga falta es propio de él.
Que se publique en estas fechas el artículo de los cuatro huidos, que sea un diario de un grande de España y pequeño de Catalunya el elegido, tampoco es casual, ni espontáneo. El trasfondo es maquiavélico, como su autor principal.
Mientras, Torra, dicen que ha cortado su cordón umbilical con su mentor, como suele ocurrir. Ya no obedece a Puigdemont y quiere salir del Palau de la Generalitat dejando su impronta de independencia política. ¿Lo conseguirá? Igual la gran jugarreta que tiene en mente es la fecha de la convocatoria de elecciones, cuando menos lo espere Puigdemont.
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