No era genovés, no era portugués y no era gallego. El hombre que se llamaba Cristóbal Colón tenía raíces sefarditas, tal como defendía el investigador Francesc Albardaner. Un judío sefardita con buenas conexiones con la nobleza de la Corona de Aragón dónde, al parecer, varios judíos conversos ostentaban puestos de importancia. Sería así como consiguió tanto los préstamos para el viaje, las naves y los nombramientos gobernador y almirante