Venezuela: la oposición ve una oportunidad frente a un Maduro lanzando sus últimos cohetes

Las urnas en Venezuela para las elecciones presidenciales abren este domingo a las seis de la mañana hora local, doce del medio día en España. Más de veinte millones de ciudadanos y ciudadanas están llamadas a las urnas. Eso dentro de las fronteras nacionales porque en el exterior hay unos cinco millones de ciudadanos y ciudadanas venezolanas que, en teoría, podrían ejercer su derecho al voto en las embajadas y consulados o por correo. Sin embargo, la realidad es que de esos cinco millones de venezolanos y venezolanas en el exterior solo un puñado podrán votar (se calcula que menos de 70.000). Esto se debe, según testimonios recogidos en España, a que se exigen documentos como permisos de residencia en los países de acogida, tener todos los documentos nacionales venezolanos en regla, incluido el pasaporte (en España cuesta 300 euros renovarlo, algo prohibitivo para algunos). En tal caso, existe un miedo enorme a que Maduro y las fuerzas que lo acompañan puedan dar la vuelta a unos sondeos que no le otorgan la victoria por un margen realmente amplio, un 20% por debajo de la oposición.

En 2023 se contabilizaron casi 520.000 venezolanos en España, 40.000 de ellos llegaron a Galicia, muchos y muchas emigrantes retornados o descendientes de emigrantes. Casi 450.000 de estos venezolanos están en edad de votar pero la realidad es que solo podrán hacerlo unos 25.000 del total de casi 70.000 residentes en el extranjero con posibilidad de ejercer el derecho a voto en los comicios de su país. Otros, unos pocos, han optado por regresar a su país única y exclusivamente para votar. 

La incertidumbre es muy alta y en estos momentos la mayoría de la comunidad venezolana en Galicia apuesta por un cambio radical en Caracas. María (nombre inventado, porque no quiere que la reconozcan) salió de su país en 2018, apenas veinte años de edad. Primero acabó en Perú, donde hizo varios trabajos hasta que encontró un puesto de telemárketing que le permitió ahorrar y venir a España. Una vez aquí, recibió algunas ayudas que forman parte del plan de la UE para apoyar a refugiados venezolanos. Incluso la Xunta de Galicia hace sus campañas de apoyo a la migración retornada. “Del dinero que envío a Venezuela, más de la mitad se lo queda el estado” dice María.

Carlos, en Galicia desde 2010, ha ido trampeando con trabajos en hostelería y en audiovisual. En estos momentos está desilusionado, “me da igual, no han conseguido tirar a Maduro y los otros tampoco es que me atraigan, realmente es que ya casi no me importa”. Carmen (también nombre ficticio) ha conseguido tener los papeles en regla después de un periplo de casi un año por oficinas y consulados. Al final, como muchas otras de sus compatriotas ha conseguido trabajar de cuidadora. “Me fui por la frontera con Colombia, allí estuve un tiempo pero la violencia en ese país me obligó a tomar la decisión de venir a España”.

Algunos han aprovechado becas de estudios para quedarse. Es el caso de Isabel y Rebeca que una vez finalizados los estudios de medicina, están en el periodo MIR. “Las universidades públicas no tienen suficiente material y recursos allá, por eso nos decidimos venir aquí”. Sobre su país, creen que “han vendido a Venezuela a intereses de afuera (sobre todo rusos) y les han entregado parte de los recursos del país como minas y petróleo”.

En total, entre la década de 1940 y 1950 Venezuela recibió a unos 50.000 gallegos, sobre todo procedentes del rural. Algunos han retornado, otros se han quedado allí pero mantienen contacto con sus parientes a este lado del Atlántico. Los descendientes se debaten entre quedarse en el país caribeño o emigrar. Todos y todas están de acuerdo en que un cambio es necesario. Consideran que el país ha ido cuesta abajo en los últimos años y no se puede hacer otra cosa que cambiar el gobierno.

Las perspectivas para Maduro, según sondeos propios y extranjeros no son nada buenas. Se habla de veinte puntos de diferencia con la oposición que podría llegar al gobierno mediante pactos o coaliciones. María Corina Machado y Edmundo González se han embarcado en una aventura que parece haber movilizado las esperanzas de muchos y muchas. González es el candidato que se mide con Maduro y Corina la “fuerza vital” para darle un empujón a la candidatura del exdiplomático. 

El baile de cifras entre chavistas y opositores es cuando menos inquietante tanto en el sentido de ser pavoroso para la candidatura de Nicolás Maduro, como en un sentido de nervios motivados por unas expectativas de victoria dentro de la oposición. Por parte de estos últimos, los rostros conocidos hasta ahora (Capriles, López y Guaidó) no han hecho mucho ruido. 

Sin embargo, las alertas han saltado cuando Nicolás Maduro avisa en un discurso de una posible “guerra civil” en el país. ¿Alarmismo, advertencia o electoralismo? En unas horas se sabrá.