Muere uno de los hombres más poderosos de la historia reciente de Galicia, Santiago Rey, editor de La Voz

Santiago Rey Fernández-Latorre, presidente y editor de "La Voz de Galicia", ha fallecido a los 85 años, víctima de una enfermedad que se agravó de forma repentina en los últimos días. Rey Fernández-Latorre, figura destacada del periodismo gallego, se encontraba casado en segundas nupcias con Salomé Fernández-San Julián Martínez. Se desconocen por ahora los detalles de su sucesión, que puede resultar clave para el futuro mediático y político de Galicia. 

Los restos del editor serán velados en el Museo Santiago Rey Fernández-Latorre, ubicado en el polígono de Sabón, en Arteixo (A Coruña), donde amigos, colegas y ciudadanos podrán rendirle homenaje. El recinto estará abierto al público para que todos aquellos que deseen expresar su respeto y condolencias puedan hacerlo. Rey se mantenía como administrador único tanto de la Corporación Voz de Galicia como del propio periódico y otras de sus filiales, por lo que su fallecimiento crea un repentino vacío de poder.

UNA TRAYECTORIA HISTÓRICA

Santiago Rey Fernández-Latorre nació en A Coruña en 1939, en el seno de una familia de tradición periodística. Su abuelo, Juan Fernández Latorre, había fundado en 1882 "La Voz de Galicia", un diario que comenzaría como un pequeño periódico local y, bajo la dirección de Santiago, llegaría a consolidarse como uno de los medios de comunicación más influyentes del país. Santiago Rey se unió al periódico en su juventud, aprendiendo el oficio desde las bases.

Tras asumir la dirección de "La Voz de Galicia" en 1986, Rey Fernández-Latorre lideró un ambicioso proceso de modernización. Bajo su mando, el diario experimentó una transformación tecnológica sin precedentes, introduciendo innovaciones como la impresión a todo color y la informatización de sus redacciones, lo que permitió agilizar la producción de noticias y aumentar la calidad de su contenido. Esta modernización convirtió al periódico en un referente tanto a nivel regional, donde se consolidó como líder, como nacional.

En 2001, su trayectoria fue reconocida con el Premio Ortega y Gasset de Periodismo, uno de los galardones más prestigiosos del ámbito periodístico español. Además, se le concedieron otras distinciones, como la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo.

En el ámbito personal, Rey Fernández-Latorre se casó en primeras nupcias con Rosa Álvarez Rodríguez, con quien tuvo tres hijos, que luego lo acompañarían en la gestión del grupo de comunicación. El magnate llegó a dejarles pilotar la corporación. Tras su divorcio, contrajo matrimonio con Salomé Fernández-San Julián Martínez, quien estuvo a su lado hasta el final de sus días. 

Durnate un breve período, el empresario dejó el timón de sus negocios a sus hijos de sus primeras nupcias. La cosa no terminó nada bien, con los hijos expulsados del grupo por su padre tras sus segundas nupcias,  después de lanzarse a una política de expansión en campos como cabeceras en otras regiones, la radio y la televisión que pusieron en problemas las economías de la empresa familiar. De ahí, en parte, las dudas que hay sobre el futuro inmediato de los nuevos dirigentes de la corporación.

Bajo su liderazgo, el diario se consolidó como un líder informativo a nivel gallego, en parte gracias a disfrutar del apoyo informativo y económico de los gobiernos del Partido Popular en la Xunta con Manuel Fraga y Alberto Nuñez Feijóo.  La Voz es hace décadas el periódico más leído en el país y el único gallego con peso relevante en la opinión pública de las elites españolas. A menudo era arropado por ellas en el Museo Santiago Rey Fernández-Latorre en las instalaciones del periódico, en el polígono de Sabón, cerca de A Coruña.  

Hasta el último momento, Santiago Rey Fernández-Latorre se mantuvo activo en la gestión del periódico y en la reflexión sobre el futuro del periodismo, publicando frecuentes editoriales, en las que defendía unas posiciones próximas al autonomismo, la unidad de España y las democracias liberales y muy críticas con las corrupciones, las posiciones extremas en el arco político y los nacionalismos periféricos, incluído el gallego.