#Claves de la semana

Centros de menores Monteledo y Montefiz, ¿están bien atendidos los jóvenes usuarios?

Los centros de Monteledo y Montefiz son dos de los lugares a donde se envían a aquellos menores con alguna medida judicial. Los y las trabajadoras de estos dos centros, que forman parte del complejo de Montealegre, denuncian encontrarse en una situación difícil ante la falta de personal. Esto se traduce en unas radios de menores por educador difíciles de controlar por parte del mismo además de otros problemas añadidos


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Montealegre y Monteledo
Montealegre y Monteledo


 

Los menores que se encuentran en las instalaciones de Monteledo y Montefiz, en el complejo de Montealegre (Ourense) llevan sobre sus hombros medidas judiciales de cara a su reinserción en la sociedad. Sin embargo, representantes del personal educador de ambos centros denuncian falta de interés y compromiso por parte de la empresa adjudicataria de estos centros (Ginso) y de la Consellería de Política Social (y por extensión de la Xunta). A parte, existen divergencias entre los salarios que reciben estos trabajadores con respecto a otros que realizan sus mismas funciones bajo otras administraciones o empresas. Han intentado contactar con la conselleira Faviola García, responsable de Política Social, pero hasta el momento no han conseguido siquiera verla. Por su parte, salvo unas contadas ocasiones, la concesionaria solo ha estado presente las primeras semanas y, según fuentes laborales, ha delegado toda la carga en la dirección. 


 

DIFERENCIAS Y NECESIDADES

Monteledo es un centro en el que se realiza la “reforma tradicional” del menor por un delito tipificado. Montefiz es a donde van aquellos menores que necesitan una medida terapéutica y es el único en toda Galicia. Sin embargo, hubo un momento en el que Montefiz no conseguía atender a todos los menores enviados por los tribunales así que se habilitó un módulo en Monteledo. “A estos muchachos con medidas terapéuticas los atendemos en Monteledo con el mismo personal y educadores, salvo que es necesario un psicólogo clínico y cuenta con la asistencia de un psiquiatra que va cada semana” dice Xermán Estévez, delegado sindical de la CIG.

 

“La lista de espera para Montefiz era imposible de atender, nos vimos desbordados y por eso se abrió el módulo de Monteledo” señala Marián Feijoo-Montenegro, también delegada sindical de la CIG en Montefiz. “Lo que ocurre es que estos menores necesitan una atención personalizada porque el abanico de casos es muy amplio”. El tema subyacente es la falta de personal, de recursos humanos suficientes para atender a toda la población usuaria del centro. 

 

 

 

 

 

 

 

 

La ratio es de cuatro menores por educador, esto según el decreto de la Xunta de Galicia para menores del año 2005. Sin embargo, en la actualidad, Montefiz tiene una ratio de seis menores por educador. El problema surge cuando un usuario necesita la atención exclusiva de un educador durante 24 horas, tal como figura en el protocolo antisuicidio del centro. “Esto lleva a que los demás educadores se repartan los cinco menores del educador que atiende al usuario bajo supervisión” dice Marián Feijoo-Montenegro. La consecuencia es que aumenta el riesgo de agresiones entre los menores o de los menores al educador. “En Montefiz nadie ha venido a ver el estado de las duchas por ejemplo, porque cuando no sale congelada sale hirbiendo y no se busca solución”.


 

RECLAMAN ATENCIÓN 

Los dos centros están gestionados por la Fundación Ginso que entró tras un concurso de la Xunta de Galicia. La anterior concesionaria, Diagrama, decidió dejar estos módulos porque “no le daban las cuentas”. “Ginso ha debido estar presente aquí tres veces en seis meses” señala Estévez. “En total, la fundación ha recibido 50 millones de euros, quizá pensando en que podrán estar cuatro años y otros cuatro más”. ¿Y este dinero como repercute en los centros? “Debería repercutir en una mejora de las instalaciones, dignificación del convenio de los trabajadores o la mejora en la comida de los usuarios, aunque debemos decir que con Ginso sí ha mejorado”

 

“Ginso arribó a principios de año y estuvo presente dos o tres semanas, compró algo de material y se fueron, no hubo interacción suficiente con trabajadores y usuarios” dice Marián. “Se puede decir que los menores están mejor atendidos por el personal que por la propia fundación, es como si no hay una muerte aquí no aparece nadie”. Pero sí hubo ciertos cambios en cuanto a la asunción de responsabilidades. “La asociación delegó todo el poder de decisión en las direcciones de los centros, por eso cuando la Xunta llama a la dirección esta suele maquillar la realidad” y lo más grave es que “las autoridades lo saben pero aquí hay connivencia entre gobierno autonómico y empresas”.

 

 

 

 

 

Aún así, la pregunta que surge es por qué las autoridades públicas no asumen la responsabilidad de estos centros. Se podría deducir una falta de interés o el querer apartar esta cuestión del aparato administrativo. “La Xunta no desea tener esto bajo su tutela desde que se aprobó la ley 5/2000, y lo mismo sucede en otras autonomías, es un no querer saber nada de problemas con menores” reflexiona Estévez. Los problemas en teoría van a la fundación que recibe el dinero después de una licitación que, como la mayoría, pueden ser más o menos polémicas. 


 

¿FALTA DE HUMANIDAD?

Los viejos y falsos mitos sobre los centros de menores todavía flotan en el ambiente y resultan nocivos y estigmatizantes para los menores que han estado en algún centro. Por otra parte, como ya se apuntaba anteriormente, las autoridades pretenden deshacerse o no trabajar por ellas mismas cuestiones relacionadas con menores. Pero, ¿es justo o útil dejar en manos privadas la atención a menores con problemas sociales o incluso de índole psiquiátrica?

 

“La Xunta se lava las manos al dejar la gestión bajo entidades privadas teóricamente sin ánimo de lucro” dice Estévez que sentencia “se está jugando con la seguridad de las personas”. La no contratación de más personal lleva a situaciones como “cuando los menores están en su cuarto y necesitan ir al baño deben esperar a que alguien les abra y libere el lugar para hacer sus necesidades”. Esto puede hacer que un menor, en el tiempo que espera no resista y haga sus necesidades en cualquier lugar. 

 

“Cuando te dicen 'no me siento bien, quiero ir a mi habitación' y la respuesta no es inmediata, el niño explota de manera violenta” dice Marián. “Esto crea una situación de riesgo entre los menores y hacia nosotros” ante un estallido de ira. “Lo normal es que hable con el educador pero volvemos a lo de siempre, no tenemos personal y la Xunta lo sabe”. La impresión entre el colectivo de trabajadores en estos centros es que “nos ven como un colectivo muy minoritario, como una parte ínfima de la sociedad que sufre, es como si su filosofía se resumiera en: si no pasa nada, no se hará nada”.

 

Se envió un email a Política Social para hablar sobre este tema, de momento no se ha recibido respuesta.


 

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