Anda que el Parlamento Europeo no tiene, ni de lejos, las competencias de un parlamento nacional, que son las propias de un órgano legislativo que representa al pueblo (Art.66 C.E.) en quien reside la soberanía nacional (Art. 1. C.E.) las elecciones que se van a celebrar este domingo, 9 de junio, no dejan de tener su especial relevancia que deriva de varios factores.
En primer lugar, porque se van a celebrar en una coyuntura en la que la Unión Europea en su conjunto atraviesa una larga onda de bajo crecimiento económico que ni Alemania fue quien de evitar. Una situación recesiva que pone en cuestión tanto las políticas aplicadas desde la explosión de la crisis bancaria (2009) como los propios tratados que conforman la eurozona.
Una coyuntura marcada a nivel político por un fuerte auge de las fuerzas de extrema derecha que, sumadas a las fuerzas conservadoras, que están asumiendo sus ideas extremistas, pueden convertirse en hegemónicas a nivel parlamentario. Una alianza que, como estamos viendo en no pocos estados de la Unión Europea (Italia, Holanda, Suecia, Portugal, Hungría, Polonia, Eslovenia...) acarrea grandes retrocesos tanto en materia de derechos y libertades como a nivel de bienestar y seguridad.
Unas elecciones parlamentarias que cogen a las izquierdas con el pie cambiado. La crisis sistémica de la vieja socialdemocracia europea, la práctica defunción del movimiento comunista y las dificultades que muestran las “nuevas izquierdas” para ocupar el vacío dejado por aquellas configuran un escenario muy incierto para estas fuerzas algunas de las cuáles fueron claves en su día para la configuración de la actual Unión Europea.
Una Europa en la que a causa de la guerra en Ucrania, frente a toda lógica y las propias experiencias históricas, suenan cada vez con más fuerza los tambores de guerra que amenazan con prolongar un conflicto que corre el riesgo de ampliarse y de que, dado el arsenal nuclear con que cuentan algunos de los contendientes, abre la puerta a un holocausto final.
He ahí algunas de las razones más poderosas para afirmar la importancia de las próximas elecciones al Parlamento europeo. A pesar de eso, si atendemos a las campañas que, por caso, vienen desempeñando la mayoría de los partidos que se presentan a estas elecciones nos encontramos con que son los asuntos nacionales y las batallas partidarias quien ocupan el centro de las agendas en perjuicio de los asuntos que habían debido ser objeto de debate como, por caso, ¿para dónde camina esta Unión Europea? ¿Puede la Unión Europea caminar sobre las mismas bases o hay que construir unas nuevas? Por caso, ¿es sostenible el modelo actual? ¿Es la guerra el único medio de resolver los conflictos? ¿Está Europa condenada a una concentración cada vez mayor de la riqueza? ¿Son la mentira y el barro los nuevos instrumentos de la acción política?
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