Dicen que todo llega y también termina. El debate de la moción de censura presentada por Vox y defendida por el “independiente” Ramón Tamames ha cumplido con las dos premisas. Pese a intuirse de antemano cuál sería el resultado final, que lo fue, el debate sirvió para dejar patente varias cosas. El hemiciclo del Congreso, considerado como la máxima representación del pueblo y la democracia, en demasiadas ocasiones puede compararse a un teatro, donde cada compareciente en la tribuna viene a representar su papel previamente estudiado, sin error a equivocarse. ¿Es una comedia? Muchos lo interpretan así. Porque la política, dicen, es el arte de decir lo contrario de lo que se piensa.
Los dos días que ha durado el debate han servido para dejar patente que, aunque algunos crean que Vox se ha equivocado, no es cierto. Ha aprovechado la ocasión para sacar partido de cara a las elecciones. La intervención de Tamames le ha servido para decirle a la gente que una persona cómo el candidato, que viene del comunismo, es capaz de explicarles lo mal que lo está haciendo el gobierno “Frankenstein”, como lo denominó el viejo profesor y político, aunque aclaró que la frase no era suya, sino de Alfonso Guerra. De paso Abascal la ha aprovechado para explayarse en su estilo, - aunque en esta ocasión parecía más tranquilo-, mandarle un mensaje al PP, amén de sacar de sus casillas al presidente del gobierno, Pedro Sánchez. No le ha salido mal.
El presidente del gobierno, Pedro Sánchez, que ha dispuesto de todo el tiempo que ha querido - le corresponde por su cargo, según el reglamento de la cámara- ha aprovechado la ocasión para vender la gestión de su Gobierno, sin responder a las preguntas que le había realizado el ponente de la moción, que veía como Sánchez se salía por los cerros de Úbeda. Era su estrategia, su guión escrito en un número considerable de folios. De ahí no lo sacaba ni Abascal, ni Tamames.
Para rematar la obra y siguiendo con el guión, como también estaba previsto, la vicepresidenta del gobierno Yolanda Díaz intervino para darle caña a Tamames. Fue muy dura con él y aprovechó la ocasión para iniciar la presentación de su candidatura a las elecciones generales. Un momento especial propiciado por el mismísimo presidente del Gobierno - gesto que no gustó en absoluto a las “miembros” de Unidas Podemos, también ministras, que recibieron a su compañera con cara de pocas amigas-. Es la jugada perfecta del líder socialista que quiere tener amarrada a Yolanda Díaz en las próximas elecciones. No sé quién dijo que “no hay que subestimar el ego de un político”, y los hechos lo demuestran.
El PP, al que consideran el perdedor, tuvo su intervención en la persona de Cuca Gamarra, su portavoz, que en un discurso agresivo intentó marcar distancia con Vox, al que le espetó que el PP tiene relato y proyectos propios. Denominó a la moción de censura de “ociosa”. No dejó de hablar de su jefe Feijóo del que dijo que cuando gane será estupendo. El resto de partidos, en su línea con críticas a Tamames por haberse prestado a defender la moción de Vox.
En cuanto a Ramón Tamames, su intervención fue más corta de la que se había filtrado. Fue una crítica constante al Gobierno al que acusó, entre otras cosas, de no respetar la división de poderes. “La autodeterminación no existe, afirmó, agregando que la ley de la memoria histórica está faltando a la verdad. “En la Guerra Civil se cometieron atrocidades en los dos bandos”; “Estamos ante un suicidio demográfico” o “Somos un pueblo en decadencia”. Estas son algunas de las frases vertidas por Tamames, al que se le hizo demasiado largo el debate, y sobre todo el tiempo empleado por Sánchez.
El viejo excomunista reconvertido a lo que haga falta por la gracia de unas horas de gloria mediáticas en el templo del pueblo, ha puesto un broche final a su carrera “política”, aunque el coste que ha tenido por elevar aún más su ego es grande: la desilusión que ha producido en demasiadas personas, entre ellos, los viejos comunistas. Pero con la edad que tiene debe pensar: “Que me quiten lo bailao”, amen de su parecido con Umbral en sus pañuelos. En esta ocasión también tienen similitud con la actuación de Paco Umbral en una entrevista en televisión en la que cansado de que le preguntaran de todo menos de su libro, dijo muy enfadado a la entrevistadora: “Yo he venido aquí a hablar de mi libro”. Tamames ha ido al Congreso a hablar de lo suyo, que para eso tiene 89 años, es un señor muy ilustrado, culto y que se considera por encima de todas sus señorías. La actuación de Tamames es un broche de plomo a su carrera, aunque sea un viejo profesor, bien distinto a otro tan querido, el profesor Tierno Galván.
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