El lobo en Galicia, otra víctima de una sociedad donde no valen medias tintas
El lobo podrá ser cazado al norte del río Duero, allí donde parece que esta especie posee un mayor número de ejemplares. Esto incluye a Galicia, una de las autonomías que más ha presionado para retirar al cánido salvaje del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (Lespre). La Xunta ha esgrimido problemas actuales y posibles consecuencias futuras para que al final el Lespre no incluya al Canis Lupus en su listado
El Senado y el Congreso han dicho “sí” a la posibilidad de cazar lobos “para su control” en todo el territorio español. Se materializaba así una división de máximos en cuanto a la protección de este animal, puesto que han sido grupos de izquierda (desde PSOE, Sumar, ERC a BNG) los favorables a mantenerlo en el Lespre frente a grupos de derecha (PP, Vox, UPN, PNV o Junts) que estaban totalmente en contra. De un lado se veían las voces de proteccionistas que alertan de una “persecución de la especie” y del otro se veían las posturas de ganaderos y agricultores quienes han protestado en más de una ocasión de los daños causados por el lobo a sus rebaños.
LESPRE Y CONTRARIOS
El Lespre se desarrolla en el marco de la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad para proteger a especies en peligro de extinción o en una situación de fragilidad. “Es un documento más técnico que legal” dice el biólogo y experto en lobo, Pedro Alonso, quien además subraya que “el control del lobo es factible siempre y cuando se agoten todas las medidas”. Pero sobre todo, la falta de diálogo entre las diferentes partes ha sido lo que ha tumbado la inclusión del lobo ibérico en el Lespre. Y es que la incorporación como parte de los discursos electorales ha sido clave en el debate alrededor de este animal. El “ultraproteccionismo” o la simple defensa se ha considerado como de izquierdas y la caza y persecución se ha visto como de derechas. De todas formas, introducir al lobo en el debate político ha sido un error y debería desaparecer del mismo, indican biólogos como Alonso.
Hasta ahora, la 'Estrategia para la Conservación y Gestión del Lobo y la Convivencia con las Actividades del Medio Rural' de 2022 permitía la caza como último recurso, cuando ni cierres ni perros ni otros sistemas pudieran hacer frente al depredador. La Xunta de Galicia mostró su oposición a esta estrategia alegando que iba “en contra de la población rural gallega, específicamente de la que se dedica a la ganadería extensiva”. En líneas generales, la postura del gobierno de Rueda coincidía con la de otras autonomías que se habían manifestado también en contra: Castilla y León (PP), Cantabria (en aquel entoces gobernada por el PRC de Miguel Ángel Revilla) y Asturias (gobernada por el PSOE). En este último caso, las discrepancias entre el presidente asturiano, Adrián Barbón, frente al MITECO dirigido por Teresa Ribera, tensionó las relaciones internas en el PSOE.
Tras el “no” del Congreso, el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, ha pedido tiempo para elaborar la propuesta técnica del ejecutivo gallego de cara a la gestión del lobo. Rueda manifestaba su satisfacción declarando “muy necesaria” la no inclusión del animal en el Lespre. En tal caso, Rueda se ha comprometido a “ser lo más rápidos posible” en tener dispuesto un documento “cuanto antes”. "Por fin se impusieron las razones y se tomó el acuerdo de retirar el lobo de esta lista, que permite regular todo lo que tiene que ver con su caza y su mantenimiento", declaraba el mandatario gallego.
Esta postura del presidente gallego hace retrotraer a la Ley de Caza de 1970 que declaraba al lobo especie cinegética (se podía cazar), todavía más, esta permitía solicitar la realización de batidas allí donde “había daños permanentes”. Con los permisos necesarios se podían abatir uno o dos lobos bajo supervisión de agentes de Medio Ambiente. Las batidas fueron muy socorridas en Galicia hasta inicios del siglo XXI cuando los movimientos medioambientalistas pidieron detener estas prácticas sobre todo con especies en peligro de extinción o en declive.
La postura conservacionista supuso la confrontación con ganaderos y ganaderas que poseían cabezas en extensivo. Una de las poblaciones ganaderas extensivas que se ha visto más afectada por el lobo son los caballos semisalvajes. Es un ganado destinado a la venta de carne, pero en zonas como O Xistral el número de yeguas reproductoras ha disminuido y la renovación de las manadas de caballos está en cuestión. El ataque a las crías por parte del lobo supone una “depredación negativa” en perjuicio de los ganaderos que quedan sin ingresos. De ahí la postura en contra de los sectores en extensivo, incluidos el vacuno y ovino.
OTRAS VÍAS
No fue hasta los años noventa en que, tras la insistencia tanto de científicos, grupos ambientalistas y organizaciones políticas y sindicales, que las autoridades reconocieron la necesidad de indemnizar a los ganaderos por los daños del lobo. En la actualidad las administraciones pagan por los daños causados al ganado, y a estas se les añaden costes por lucro cesante, sobre todo si los animales afectados son hembras. La tabla de indemnizaciones para el 2024 abarcaba cifras que iban de los algo más de cien euros a los 1.800 euros. Para ese año, el gobierno autonómico gallego había destinado un presupuesto por más de 900.000 euros.
Además de las indemnizaciones, también se ha pedido el aumento de medidas preventivas como cierres eléctricos o el uso de perros como los mastines para la guarda de los rebaños. También hubo propuestas para la introducción de especies equinas que compensaran la caída en número de los caballos autóctonos, pero esta medida se consideró contraria incluso para la supervivencia del caballo gallego.
Sea como fuere, a día de hoy el debate alrededor del lobo se ha polarizado de tal forma en Galicia que las posturas intermedias casi han desaparecido y la división es tremendamente pronunciada. Si por una parte existen posturas absolutamente contrarias a la presencia del depredador, pidiendo incluso ir más allá de la caza regulada (porque también hay caza furtiva) quizá para reducir la presencia del animal a unas cuantas áreas aisladas. Del lado contrario se pide la protección de una especie necesaria para mantener el equilibrio ecosistémico y que además permite controlar la proliferación de especies salvajes que pueden contagiar de enfermedades al ganado como sostienen ambientalistas.
Lo que sí es un hecho es el que el “manejo mediático” del lobo según qué intereses ha influido fuertemente en la división de opiniones. La brecha parece haberse extendido tanto en Galicia que, como se ha dicho, las posturas intermedias casi han desaparecido olvidando la necesidad de consensos. De todas formas, tal como explica Pedro Alonso, hace más de treinta años biólogos europeos predijeron la expansión del lobo en las futuras décadas ante el abandono del rural y la extensión de zonas arboladas o asilvestradas.
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