#Claves de la semana

Algunos gallegos que no quieren acabar como Venecia empiezan a pasar a la acción

Despertar a peregrinos durmiendo a los pies de la Catedral, cruzar constantemente pasos de cebra creando atascos cerca de las playas o ridiculizar a los que pierden el coche por aparcarlo al alcance de las mareas. Cada vez hay más ejemplos de que los gallegos empiezan a estar hartos de un turismo que es cada vez más masivo y del que cada vez dependen más economicamente.


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Cartel contra los turistas en O Hu00edo Cangas
 Cartel contra los turistas en O Hu00edo Cangas


 

El vídeo viral en el que un vecino de Santiago de Compostela le recrimina a unos turistas dormir en la Praza de Praterías es solo el último capítulo en un verano en el que se suceden las protestas ciudadanas contra el turismo masivo y los comportamientos incívicos que siempre acompañan a las masas. 


 

 

 

Antes hubo otros incidentes, como el éxito de los vídeos en los que se ridiculiza a los ‘fodechinchos’ cuando la marea se traga sus coches mal aparcados o el bar de Mera que cerró un día ante la avalancha de visitantes y colocó un cartel crítico con los turistas. 

 


 

Más recientemente, esta misma semana, las protestas de los vecinos de O Hío, Cangas, hartos de la invasión de los coches de turistas y las advertencias de la Policía Local de Vigo a los bañistas -sobre todo portugueses- que pretenden apropiarse de un cachito de playa levantando paravientos. 

 

Protesta vecinal en O Hu00edo Cangas
Protesta vecinal en O Hu00edo Cangas


 

No son incidentes aislados. No hace falta un máster en sociología para darse cuenta que algo está pasando. 

 

Para algunos, en particular para las administraciones, es el despertar de una peligrosa turismofobia alentada por el nacionalismo y movimientos anticapitalistas al calor de fenómenos similares en Barcelona, Canarias o Baleares; para otros es la respuesta desesperada de una ciudadanía que teme que su rincón de Galicia acabe convirtiéndose en otro lugar sin personalidad, en una Venecia donde no hay venecianos, solo turistas y guías errantes, sin domicilio fijo, a la caza de la última intelectual bohemia, como en la novela de Fruttero y Lucentini.


COMPOSTELA TOMA ALGUNAS MEDIDAS 

La zona vieja de Santiago es el epicentro del conflicto. Hace tiempo que los compostelanos aprendieron a evitarla de, por lo menos,  junio a septiembre. Las avalanchas de visitantes aletadas por el Xacobeo de la Xunta los han expulsado de la parte más bella de su urbe, allí donde gustaban de socializar. Basta echar un vistazo a los precios -1,80 por un café- y los negocios que hay en los locales del casco histórico. 

 

Resiste la librería Couceiro, el supermecado Froiz de la Praza de O Toural - pero es incómodo para una compra convencional pues suele estar saturado de peregrinos comprándose paquetes de galletas y bebidas-, una tienda de sombreros, la Praza de Abastos -reconvertida en parte en zona para restauración pija delicatessen- y poco más. Algún bar tradicional, como La Tita, pero hasta allí también han llegado las hordas de Instagram. En los meses de primavera y verano olvídese el compostelano de tomar algo acompañado del célebre pincho gratis de tortilla -tortilla que está buena, pero no justifica las colas, a veces de centenares de personas, que se ven estos días. 

 

La Xunta por ahora hace oídos sordos a las quejas. El discurso oficial de San Caetano es que no hay saturación, solo problemas puntuales que no empañan la publicitada enxebre experiencia galaica.

 

El Ayuntamiento de Santiago sí ha reaccionado con varias iniciativas. Está por ver su resultado. Pasean ya parejas de informadores que animan a los visitantes a conocer otra partes de la ciudad enarbolando un nuevo plano recién editado. En él se cantan los atractivos de la Cidade da Cultura o del Monte Pedroso. Ahora bien, ¿hay alguien que con solo un día para descubrir la capital de Santiago, que es el caso de peregrinos y turistas de costa- vaya a cambiar el casco histórico Patrimonio de la humanidad por un mirador o el delirio arquitectónico del fraguismo? El tiempo lo dirá, pero parece complicado.

 

EN O HÍO HAY POCAS ACERAS Y HAY QUE DEFENDERLAS

Compostela se satura sobre todo en los días que no son de playa según el estándar mediterráneo, ese mar a treinta grados de temperatura. A poco que haya niebla o nubes en la costa, miles de turistas se suman a los miles de peregrinos que entran por el Camino de Santiago, a menudo voceando sus himnos nacional-fiesteros-folklóricas-religiosas. Tales desatinos musicales son carnaza fácil para las cuentas críticas con el turismo masivo, como Compostela Resiste, 6.800 seguidores en Instagram, o la más veterana Fodechinchos en Galiza, 30.000 seguidores en Twitter.

 

Cuando hace ‘día de playa’ la pesadilla se traslada a lugares como O Hío, Cangas do Morrazo. Es la puerta de entrada para la última de las riberas de las Rías Baixas que el desarrollismo todavía no ha destrozado del todo, la Ría de Aldán.  Por allí circulan miles de coches al asalto de un lugar en la playas de Barra, Nerga u otras que no vamos a nombrar no vaya a ser.

 

Este domingo los coches fueron detenidos por unas docenas de vecinos, que se dedicaron a cruzar constantemente los pasos de cebra. Ida y vuelta y vuelta a empezar. La acción duró una media hora, el tiempo justo para que la cola habitual se agigantase y a la Guardia Civil no le diese tiempo de llegar y empezar a identificar a los activistas. 
 

Los que protestan en O Hío dicen estar a favor del turismo. Es normal, es una zona donde apenas queda ninguna otra actividad económica, más allá de una pequeña cantera y la pesca de bajura en Aldán. De lo que no están a favor es que los conductores ocupen sus aceras. Y es que las aceras en Cangas son importantes. Pese al diluvio de beneficios que dejó el boom de la construcción y el maná del turismo estival- en casi todas las familias hay alguien exprimiendo un Airbnb o similar- el Ayuntamiento de Cangas está arruinado y la mayoría de las calles al margen del casco urbano carecen de aceras. 

 

¿Puede Santiago sobrevivir económicamente sin peregrinos? ¿Puede Cangas hacerlo sin fodechinchos? La cruda verdad es que no. Todo el mundo lo sabe. Las economías locales se han convertido en yonkis.

 

Recuerden, pasearse por la zona vieja de Compostela en tiempos de la covid pero cuando ya no había confinamiento era como pasearse por O.K. Corral durante la última cita entre Wyatt Earp y Doc Holliday. Por entonces, las administraciones dijeron haber aprendido la lección y tener claro que había que diversificar la economía. Parece que, cuatro años después, están ello. 

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