Despertar a peregrinos durmiendo a los pies de la Catedral, cruzar constantemente pasos de cebra creando atascos cerca de las playas o ridiculizar a los que pierden el coche por aparcarlo al alcance de las mareas. Cada vez hay más ejemplos de que los gallegos empiezan a estar hartos de un turismo que es cada vez más masivo y del que cada vez dependen más economicamente.
Los hechos ocurrieron ayer domingo, en torno a las 18:30 horas, en una zona de difícil acceso de la costa canguesa.