La mina de Touro, expedientada otra vez por verter aguas con demasiado cobre a la cuenca del Río Ulla (vídeo)

Ecoloxistas en Acción indica que Augas de Galicia ha iniciado un expediente sancionador contra Explotaciones Gallegas, S.L. (EXGA) por vertido no autorizado de aguas residuales al río Brandelos, cuyas aguas acaban llegando a la cuenca del Ulla y, por lo tanto, a la Ría de Arousa, una de las áreas de mayor productividad marisquera del mundo.

La versión de los ambientalistas es que inspecciones de la Xunta, que comenzaron en febrero de este año, descubrieron filtraciones de tecnosoles y el rebose de la balsa de aguas ácidas de la Mina de Touro en la zona de Corta de Bama.

Los valores analíticos de la muestra tomada del vertido en febrero superaron los niveles previstos en el Plan Hidrológico de Galicia-Costa (PHGC) para vertidos de aguas residuales industriales al dominio público hidráulico en parámetros de nitrógeno total, manganeso y cobre, siendo este último considerado una sustancia peligrosa, señala el colectivo en una nota de prensa difundida hoy, que ilustra con este vídeo:

Explotaciones Gallegas S.L. no ha respondido por ahora a las informaciones de Ecoloxistas. Esta empresa es la socia local de la multinacional Atalaya Mining en su intento de reabrir la centenaria mina de cobre local a través de la sociedad instrumental Cobre San Rafael.

En Touro no se extrae cobre actualmente. La zona de la mina se utiliza para el tratamiento de residuos y la producción de Tecnolsoles. Hace años que los ambientalistas denuncian filtraciones y, de hecho, no es la primera vez que la Xunta abre expedientes o impone sanciones.

La problemática tiene un mayor alcance que la contaminación actual. Uno de los motivos por lo que la Xunta tumbó el primer proyecto de Atalaya Mining y sus socios para reactivar la minería de cobre es, precisamente, el riesgo de vertidos que puedan acabar dañando a la cuenca del Ulla y la Ría de Arousa. 

Los empresarios, que han prometido una segunda propuesta, llevan años intentando convencer a las autoridades de que las nuevas tecnologías eliminan prácticamente el riesgo. De hecho, Atalaya ha financiado la puesta en marcha una planta de tratamiento de aguas que, en teoría, ya debería haber acabado con la contaminación. Sin embargo, la contastación de que ni siquiera ahora -cuando no hay ninguna mina funcionando- son capaces de controlar las filtraciones del terreno siembra dudas sobre estas promesas.

Ecoloxistas dice que EXGA intentó zafar del nuevo expediente argumetando que no era responsable de las filtraciones. En las muestras de marzo y abril, se encontraron concentraciones de nitrógeno total, DQO y DBO5 que superaban los valores permitidos. También se constató la presencia de níquel, señalan los conservacionistas.

¿Qué riesgos implica la presencia de cobre en las aguas para el medioambiente y la salud?
 

La presencia de cobre en las aguas puede tener varios riesgos significativos tanto para el medioambiente como para la salud humana. En el medioambiente, el cobre es tóxico para muchos organismos acuáticos, incluyendo peces, invertebrados y algas. Incluso a concentraciones relativamente bajas, puede causar daños en las branquias de los peces, afectando su capacidad para respirar. Además, los organismos acuáticos pueden acumular cobre en sus tejidos, lo que lleva a la bioacumulación y puede resultar en concentraciones tóxicas a lo largo de la cadena alimentaria, afectando a depredadores más grandes y, potencialmente, a humanos que consumen mariscos contaminados. 

Las plantas y algas también pueden sufrir de clorosis, una pérdida de clorofila que reduce su capacidad para realizar la fotosíntesis y afecta la producción de oxígeno en el agua, impactando negativamente en todo el ecosistema acuático. Además, el cobre puede adherirse a los sedimentos en el fondo de los cuerpos de agua, donde puede persistir y continuar liberándose lentamente, manteniendo niveles tóxicos en el agua durante largos períodos.

Para la salud humana, la ingestión de agua con altos niveles de cobre puede causar náuseas, vómitos, diarrea y dolor estomacal. La exposición prolongada a niveles elevados de cobre puede llevar a daños hepáticos y renales. Consumir alimentos, especialmente mariscos, que han acumulado cobre en sus tejidos puede llevar a la ingesta de este metal, causando efectos tóxicos similares a los del consumo de agua contaminada. El contacto directo con agua contaminada con cobre puede causar irritación en la piel y los ojos. Los niños y las mujeres embarazadas son particularmente vulnerables a los efectos tóxicos del cobre, que pueden interferir con el desarrollo normal y causar complicaciones de salud a largo plazo.