Si queremos pagar menos de basura, ayuntamientos y ciudadanos deben reciclar más, recuerda SOGAMA

¿Quieren que baje, o al menos no suba el recibo de la basura? Pues los ciudadanos y, sobre todo, los ayuntamientos deberían ponerse las pilas y separar más y mejor. Este es uno de los mensajes claves que hoy ha lanzado el presidente de SOGAMA al hilo de la polémica por la subida del canon que cobra la planta a los ayuntamientos y que, en consecuencia, amenaza por castigar el bolsillo de casi todas las familias gallegas. 

Javier Domínguez Lino declaró que “según nuestros cálculos, si hicieran una buena recogida, podríamos reducir un 50% el canon que pagan los ayuntamientos a Sogama”. La raíz del problema, argumenta, es que de los 800 millones de kilos que reciben en Cerceda cada año, apenas 30 mil son del contenedor amarillo. La inmensa mayoría, unas 770 toneladas son de ‘resto’, es decir, basura sin separar, que es la más cara de tratar.
 

¿Y qué pasa con el quinto contenedor, el contenedor marrón? Hace varios años que los ayuntamientos deberían haber empezado a implantarlo. En el caso de las ciudades, ya es obligatorio. Sin embargo, hay una, Ourense, que no ha puesto ni un contenedor marrón. En el resto de las urbes, la implantación está siendo lenta, admitió el directivo en una rueda de prensa en la sede de la compañía esta mañana.

El Ourense de Gonzalo Pérez Jácome no es el único ejemplo de incumpliemiento de la ley o desidia. Todavía hay cinco ayuntamientos en Galicia que ni siquiera cobran una tasa por el recibo de la basura. 

“Si en origen solo nos mandan el 15% para reciclar, o lo valorizamos o va al vertedero”, apuntó el responsable de la empresa mixta que comparten Xunta (51%) y Naturgy (49%). Valorizar en SOGAMA implica, entre otras actividades, quemar basura. Algo que evidentemente es más contaminante que las renovables, pero que permite a Galicia obtener el 12% de la energía que consume y SOGAMA tomar aire financieramente.

Domíngez recordó que las primeras fases de la gestión de las basuras -las Rs de reducir, reciclar y reutilizar- es competencia municipal. La responsabilidad de la Xunta es el tratamiento final de los residuos. El directivo señala que, a pesar de los “esfuerzos” de financiación realizados por el Gobierno autonómico y por la propia compañía, las cuentas no dan, Sogama está en números rojos, por lo que hay que subir el canon para mantener a flote la compañía.

Ahora bien, es evidente que en toda esta polémica hay también una componente política, que el ingeniero no esquivó hoy en su comparecencia, convocada específicamente para abordar la cuestión del canon. 

La UE estableció un sobrecargo a la energía que se genera quemando basura, porque contamina emitiendo C02. España adoptó ese canon como parte de su lucha contra el cambio climático. Entró en vigor hace dos años, pero hasta ahora SOGAMA lo ha asumido de sus arcas, pero no más. 

“Hemos hecho un esfuerzo en 2022 y 2022, pero por la propia sostenibilidad no podemos hacer otro esfuerzo en 2024”, razonó hoy el máximo responsable de SOGAMA. Asegura que hacerse cargo del sobrecoste ha provocado un agujero de más de 33 millones al año.

¿Por qué SOGAMA va a cargar el canon -que probablemente acabará provocando un impopular encarecimiento del recibo de la basura a las familias- ahora, cuando lleva un par de años asumiéndolo? Los alcaldes socialistas y nacionalistas dejan caer que algo tendrá que ver que el año pasado hubo muchas elecciones y ahora vienen un par de años con el calendario electoral despejado. 

La polémica sobre el canon se ha enfangado políticamente, se quejan desde la empresa. La solución para Domínguez es simple, que el Gobierno de España (PSOE + Unidas Podemos) dé marcha atrás porque “hay 18 países de la UE que no tienen implantado el impuesto a la incineración”, dado que han pedido moratorias a Bruselas. SOGAMA ha repetido en numerosas ocasiones que no habrá alza si se elimina el impuesto.

Con todo, la eliminación del gravamen parece a estas alturas de la partida algo harto difícil, sea cual sea el color del ejecutivo en Moncloa. Con los cielos de Galicia teñidos de gris, buena parte de la ciudadanía es consciente que impuestos sobre actividades que emiten CO2 -como la incineración de basuras- son imprescindibles para luchar contra el cambio climático, motor de catástrofes como las olas de incendios que sufre Portugal y ha sufrido la propia Galicia.

A la ciudadanía también se dirigió Domínguez. “El problema está en el origen”, señaló antes de recordar que el porcentaje de basura que se separa en las casas para facilitar el reciclaje en Galicia dista mucho no solo de la media europea, también de otras autonomías, como Cataluña o el País Vasco, donde el contenedor marrón está mucho más implantado.

El presidente de SOGAMA también se defendió de las críticas al modelo de esta empresa público-privada. Recordó que la propia UE ha defendido la alternativa de la incineración y de hecho ha concedido importantes subvenciones a la compañía. 

También esgrimió cifras, recordando que los índices de reciclaje en el complejo de Cerceda y en sus 37 plantas de transferencia repartidas por todo el país son mejores que el de plantas más pequeñas, como Nostián -del Ayuntamiento de A Coruña-, Lousame -de la Mancomunidade de O Barbanza-  o la de O Morrazo. En la comparación del precio del tratamiento por tonelada también gana la compañía de la Xunta y Naturgy.

Así las cosas, parece difícil que las familias gallegas del territorio Sogama -que es casi todo el país-  no sufran un alza del recibo de la basura. Aunque sea menor de lo inicialmente previsto, la Xunta ha prometido asumir el 60% del canon. 

Ahora bien, ¿quién financia la Xunta? Pues los mismos ciudadanos que pagan el recibo de la basura. En el fondo, son dos formas de intentar paliar con el dinero de todos el problema de una sociedad que produce enormes cantidades de residuos. Ya sea directamente, mediante el canon, otra indirectamente, mediante la ayuda de la Xunta a SOGAMA.

Una subida del recibo de la basura quizá sirva para que los gallegos tomen mayor conciencia del problema, pues les golpeará en el bolsillo directamente, y haya más gente que se plantee si la solución de fondo pasa -además de esforzarse más en las tres Rs en las que pone énfasis SOGAMA- en producir menos basura, consumiendo con más sentido común.