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Hórreos gallegos: más que una bonita estampa

Los hórreos han sido elementos consustanciales al desarrollo agrario en Galicia. Fuera de tópicos y estampas, estas construcciones hablan por sí mismas de un sistema que buscaba preservar cosechas y alimentos cuando esto era tarea casi imposible. De piedra, pizarra o madera, en bloques de granito o de cascotes, las diferentes variedades son el reflejo de una forma de adaptarse al terreno y a sus condicionantes.

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Hórreo estilo Mondoñedo en la localidad de Foz (Lugo)/Wikipedia

La existencia de graneros en Galicia se ha podido rastrear en diferentes castros. De estos graneros u 'horrea' actualmente solo quedan las bases de piedra pues sus paredes, normalmente construidas con varas entrelazadas, sucumbían al paso del tiempo. Aun así, se han hallado 'horrea' romanos y prerromanos cuyos propósitos eran los mismos: guardar cosechas y alimentos. Esta misma función la desempeñaron hasta finales del siglo XIX y principios del XX, cuando el número de estas construcciones había llegado a ser suficiente para las labores de preservación y más tarde fueron sustituidos por nuevos sistemas refrigerantes y de almacenamiento. No obstante, hubo particulares que construyeron hórreos con materiales contemporáneos como cemento, ladrillo u hormigón, dándoles la misma forma que los existentes en su área y el mismo fin como graneros y despensas.
 

¿Desde cuándo existen?

“Desde antes de Cristo” señala con seriedad Carlos Regueira, autor del libro Atlas de hórreos de Galicia publicado en 2017. Y es que la presencia de almacenes para el grano y otros productos se extiende en el tiempo por lo menos hasta el Neolítico. Regueira señala que diferentes excavaciones en castros han permitido aflorar diversas muestras de 'hórrea” de las que solo se conserva la base de piedra. Estas formas podrían guardar relación con las formas de los “cabazos” u “hórreo de corres”. Estos están hechos de elementos flexibles como son varas de mimbre o tiras de madera de castaño. El techo solía ser de rematal (xesta).

 

Cantiga de Santa Maria CLXXXVI   Horreos
Hórreos en el libro Cantigas de Santa Maria CLXXXVI/Wikipedia


 

En el caso de los hórreos gallegos, Carlos Henrique Fernández Coto, presidente de la 'Asociación pola defensa do patrimonio cultural galego', subraya que sistemas de almacenamiento más modernos y parecidos a los actuales hórreos ya se conocían en los siglos XV y XVI en Asturias, León, País Vasco y Cantabria. El hórreo gallego tradicional que conocemos hoy en día nace a partir de los siglos XVII y XVIII, aunque también se construyeron más durante los siglos XIX y XX. Esta mismo modelo de construcción pasó al otro lado de la frontera asentándose en Portugal llamados “espigueiras”.

 

“En la zona de Bergantiños se siguió construyendo hórreos con materiales modernos. Estas construcciones están catalogadas por poseer valor arquitectónico y etnográfico”, apunta Fernández Coto. La forma actual, la rectangular, se puede observar en el libro Cantigas de Santa María de Alfonso X 'El Sabio', donde unha miniatura de dicho libro muestra a unos monjes delante de unas construcciones muy similares al hórreo contemporáneo. 


 

Materiales y tipologías

 

Tanto Fernádez Coto como Regueira explican que la composición del suelo y variables como el clima, inciden en la morfología del hórreo que refleja el aprovechamiento de los materiales que conforman la fisonomía geológica del lugar. Así, en las áreas atlánticas y de Mariña Occidental se suele usar granito en su construcción. En áreas que van de Mondoñedo hasta Ribadeo se usa losa en mampostería. En el área de la montaña lucense y en áreas del interior de Ourense el material más usado es la madera debido a la menor pluviosidad de estos lugares. “Aún así, la madera acaba deteriorándose con el paso del tiempo y su conservación es más difícil” apunta Regueira. 

 

También se suele convinar el uso de diferentes materiales como son pizarra y teja para el techo, aunque se pueden encontrar ejemplares con losa de granito. La madera puede usarse como base para el piso sobre el que se clavan tablas. A los costados es habitual en áreas como el norte de Galicia, colocar de forma vertical largos y estrechos listones de madera ancladas al techo o a las columnas mediante su clavado a otros listones horizontales.

 

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Hórreo de madera en Furelos, Melide (A Coruña)/ Wikipedia

 

La diversidad de materiales también fomenta la diversidad de formas y estilos a la hora de construir. Así los tipos Mondoñedo y Ribadeo usan la pizarra como material principal en su construcción, a veces con una argamasa cubriendo toda la construcción en el caso de que no se use madera. En estas áreas es frecuente ver esgrafiados exteriores en los hórreos lo que demuestra para Fernández Coto la importancia que tenía esta construcción, a veces casi más importante que la propia vivienda.

 

Por otra parte están los hórreos que Regueira denomina “tipo Cervo”. Están construídos a base de grandes bloques de granito sobre bases de piedra que a veces suelen tener un “relleno” de cascotes recubiertos de argamasa. Se colocan listones de madera a los lados, las techumbres usan pizarra azul, teja y piedras en los extremos para que el viento no levante el techo, pues en esta zona el viento de Nordés suele ser muy fuerte. El hórreo de madera de “tipo asturiano” suele usar como base principal la madera y la paja o rematal para el techo. Se suele ver en la montaña lucense limítrofe con Asturias. 

 

Ensan Ciprian Casa Del Horreo Apartment Cervo Exterior
Hórreo tipo Cervo en San Cibrao, Cervo (Lugo)/Wikipedia

 

“El hórreo es una construcción popular, no había arquitectos de renombre detrás, eran maestros “horreiros” quienes transmitían el saber para cosntruirlos” destaca Fernández Coto. Esto pudo contribuir a que los aprendices del maestro fuesen transmitiendo la misma forma en una comarca durante mucho tiempo consolidando un estilo propio para determinadas zonas. Así, en el caso del horreo tipo Ribadeo, se puede observar a uno y otro lado de la ría del Eo por influencia, quizás, de los mismos maestros horreiros, algo que también pudo pasar a los dos lados del Miño.
 

A día de hoy esta construcción agraria sigue siendo un elemento distintivo del campo gallego. Por otra parte, la necesidad de poder conservarlos se vuelve difícil ante circunstancias como el abandono rural, la especulación o el simple y directo derribo de los mismos así como su venta para quien quiera tener un hórreo de adorno en su casa. En tal caso, la Lei do Patrimonio Cultural de Galicia establece que estas construcciones son BIC y por tanto, sujetas a interés de conservación.

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