Cuando Carles Puigdemont declaró en el Parlament de Catalunya la Independencia el pasado 10 de octubre para, a continuación, suspender dicha declaración a cambio de diálogo sobre el monotema, les escribi a Vds. un artículo (publlicado en Catalunyapress) en el que señalaba los siguiente:
"que lo que escuchamos en el Parlament en este muy triste y dramático 10 de Octubre es tan solo una argucia para que la Justicia que ha comenzado a buscar pruebas con las que juzgar y condenar a los causantes del mayor desafecto que ha sufrido nuestra democracia desde su muy difícil puesta en marcha y consolidación, pierda el hilo argumental, algo que mucho me temo no va a poder conseguir".
El propio acababa dirigiéndose en primera persona al todavía en aquel entonces President de la Generalitat con esta afirmación de periodista:
"Puigdemont, no tengas ninguna duda, la Justicia hará su trabajo, y mucho me temo que no te va a gustar".
El paso de los días ha hecho su trabajo y el primer resultado ha sido el envío a prisión del exvicepresidente Junqueras y ocho consellers, un mandamiento internacional de búsqueda y captura del propio Puigdemont y de los consellers que están con él en Bruselas y, como pieza separada, la primera comparecencia de los miembros de la mesa del Parlament y su presidenta Carmen Forcadell en el Supremo, cuyos letrados han pedido tiempo muerto al Alto Tribunal, para poder estudiar los cargos a los que sus defendidos se enfrentan. Petición razonada y razonable que los magistrados le han concedido inmediatamente.
Queda todavía el detalle de las pruebas que la Guardia Civil va a poner encima de la mesa de la jueza Lamela para que la situacóon de "los Jordis" se aclare o se complique todavía más, y a continuación vendrán las movilizaciones que nos anunciaba en ‘La Sexta’ un conocido periodista de ‘La Vanguardia’, que ha dejado al bueno del colega Zarzalejos asombrado y que mucho me temo que no va más allá de otra argucia técnica ideada lejos del plató televisivo para calentar las elecciones del 21 de diciembre que, de momento, solo enardece ya a los más afines a quienes han provocado el mayor golpe de Estado civil de la historia de España.
Y sin embargo, sea cual sea el resultado de las actuaciones judiciales -que ya sabremos y comentaremos cuando las conozcamos- lo peor de todo de este triste episodio que estamos viviendo sigue siendo la división entre los catalanes y catalanas y el enorme serial en el que se puede convertir Catalunya, causado por estos visionarios que han atraído hacia la autonomía más rica y potente del Estado el desinterés y la desconfianza de los inversores internacionales, que tardarán mucho tiempo en confiar en un territorio en el que existe semejante estado de cosas, que muchos auguramos no se va a solucionar en varios años.
Una auténtica tragedia para la clase trabajadora, para la pequeña y mediana empresa y, por supuesto, para los políticos que persistan en mantener vivo el conflicto y no le echan un montón de agua al incendio catalán.
De momento, pónganse los partidos -todos ellos- las pilas para que las elecciones sirvan para devolvernos la normalidad perdida. Eso nos ayudará a todos a pasar página y beneficiará incluso a los que ahora van a la cárcel o ya están allí. Repito, ahora toca reconciliarse y no volver al conflicto que ha causado este drama humano y familiar.
Por cierto, president, vuelva a casa, que ya bastante daño ha causado a los suyos y a sus familias.
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