Cambiar de opinión no tiene por qué ser algo malo. No se puede ser rígido con una postura y a toda costa. También puede ocurrir lo contrario, cambiar de opinión no por convencimiento, sino por intereses, que no es lo mismo. En cualquiera de las dos situaciones habría que pensárselo más de una vez antes de actuar.
La comisaría de Vía Laietana lleva tiempo siendo objeto del deseo de los independentistas: quieren sacar del edificio a la Policía Nacional que ocupa el edificio hace ya unos cuantos años. El edificio alberga la sede de la Jefatura de la Policía Nacional, y algunos consideran el símbolo de la represión política en la época franquista. Ahora, con el cambio de gobierno en Catalunya y con Ramón Espadaler como consejero de Justicia y Calidad Democrática, este ha tomado la antorcha de sacar a la Policía Nacional de este edificio, con el fin de convertirlo en un centro de memoria histórica.
La petición de Espadaler, de momento, se ha realizado por medio de un escrito dirigido al ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, donde le expone su proyecto. Al tiempo que apuesta para que el cuerpo disponga de una sede moderna y funcional en la ciudad de Barcelona. Se supone que algún día dejarán de escritos y en persona hablarán del tema, que no es menor.
ERC lleva años pidiendo “desalojar a la policía”, y aunque no figure escrito en el acuerdo de investidura de Salvador Illa y hasta del propio Pedro Sánchez, este es uno de los puntos del acuerdo. Así lo han reconocido los republicanos.
Hasta hace bien poco en la familia socialista había disparidad de criterios. El actual alcalde, Jaume Collboni y hace seis años teniente de alcalde en el gobierno de coalición de Ada Colau de primer edil, estaba por la labor- así lo quería Colau. Mientras que Salvador Illa, en el 2021 era partidario de la convivencia del memorial y el uso policial.
Ahora es el conseller Espadaler el que lleva la propuesta, por supuesto con el visto bueno del presidente Illa, para transformar la Comisaría de Vía Laietana en un memorial, acuerdo que sellaron el gobierno central, la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona. Mientras los policías hace tiempo que protestan por el “desalojo” y piensan que no habrá nuevo edificio “funcional”, sino que su destino final será el viejo cuartel de la Verneda.
La historia de la Comisaría de Vía Laietana no es una historia de “torturas” en su conjunto, aunque sí en la etapa franquista. El edificio perteneció en su día a un rico empresario que unos años después, en 1929, lo vendió, pasando a ser uno de los grandes hoteles que acogieron a las visitas de la Exposición Universal que se celebró ese año en Barcelona. Los acontecimientos se iban precipitando en Catalunya, especialmente en Barcelona y en 1931, con la proclamación de la Segunda República, el hotel se convierte en la Comisaría de Orden Público, al mando del limitar Federico Escofet - después Federic-, el creador de los servicios de inteligencia de la Generalitat republicana y jefe de seguridad de la presidencia, además fue uno de los principales ayudantes de los presidentes Macíà y Companys.
El edificio de Vía Laietana tiene historia, pero solo se recuerda la represión En la actualidad, se supone que el cuerpo nacional de la policía es democrático, como cualquier otro bajo un gobierno elegido en las urnas, y que cumple una función: proteger a la ciudadanía. La convivencia de la función policía y del memorial no es incompatible, sino una muestra de normalidad democrática que se debe asumir después de tantos años de democracia. Decía el mejor economista del siglo XX John Maynard Keynes que “Cuando las circunstancias cambian, yo cambio de opinión. ¿Usted qué hace?”.
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