Debo subrayar que contemplando lo que estaba sucediendo en Barcelona el 1-O uno escalofrío recorrió mi cuerpo. Me vinieron a la memoria imágenes de hace cuarenta años cuando los terribles sucesos de Vitoria (marzo 1976: cinco trabajadores muertos por una carga policial contra una asamblea de trabajadores) y Pamplona (mayo 1977 y julio 1978, coincidiendo con las fiestas de San Fermín y cuando representantes militares del gobierno español declararon que había que dar un escarmiento a esa ciudad porque era muy rebelde). La diferencia es que se en aquellos años estábamos en la transición hasta una democracia ahora estamos en una democracia tiene más de cuarenta años pero que, sin embargo, está muy lejos de ser una democracia consolidada.
Las semejanzas son muchas. De nuevo un pueblo sale a la calle a defender los derechos y las libertades y, en el caso de Catalunya, su derecho a pensar, votar y decidir. Un derecho democrático. Lo de menos en este momento son las tramposas tácticas de la Generalitat y los partidos que apoyan para conseguir sus objetivos políticos. Lo que cuenta es que el día 1 de octubre del 2017 pasará a la historia negra de España como el día en que de nuevo los derechos y las libertades democráticas fueron machacados por la violencia del Estado.
Si de aquella el responsable fue el gobierno español del siniestro Arias Navarro que tenía como Ministros del Interior en el primero caso a M. Fraga Iribarne -"la calle es mía"- y en el segundo a R. Martín Villa, ahora el máximo responsable es también el gobierno español, que preside el inútil e irresponsable Mariano Rajoy pero a quien acompañan un manojo de ministros igualmente incompetentes e irresponsables. Un gobierno (PP) que, todo hay que decirlo, cuenta con un coro de altavoces que son la vergüenza de Europa ("a por ellos").
No comparto de ningún modo la estrategia de JxSi, y mucho menos la de la CUP, que intentan una irresponsable huida hacia adelante con la que tapar tanto la enorme corrupción de una parte relevante de la clase política catalana (he ahí los casos de Banca Catalana, ITV, Palau, Adigsa, Operación Clotilde, etc.) como la nefasta gestión que tanto en política fiscal como en materia de igualdad y progreso social está llevando adelante la Generalitat. Diría más: su estrategia está llevando a Catalunya a un callejón sin salida. Algo que ya he subrayado desde estas mismas páginas.
Pero eso, siendo importante, queda en segundo lugar tras la barbarie que viene de tener lugar en Catalunya. Una barbarie que, de ninguna manera, puede quedar impune. No sólo por la barbarie en sí, lo que ya sería suficiente, sino que porque esta actuación criminal viene a ser un capítulo más, por lo de ahora el más brutal, de una estrategia que deliberadamente procura el enfrentamiento para así justificar nuevas políticas de ajuste fiscal, que incrementan las desigualdades al tiempo que el patrimonio del IBEX35, de recortes de derechos y libertades y, también, de desmontaje del Estado de las autonomías. Una estrategia que busca, al mismo tiempo, la impunidad de la rampante corrupción sistémica que si tiene la oligarquía financiera e inmobiliaria como financiadora, tiene a mucha de la clase política española (mayormente el PP) y catalana (especialmente CiU) cómo beneficiarias.
En este contexto de despropósitos políticos y ataque a los Derechos Humanos y las libertades democráticas llama poderosamente la atención, en sentido negativo, la postura del PSOE. Mucho más cuando se compara con la postura de la valiente y admirable alcaldesa de Barcelona Ada Colau, que fue quien de anteponer la defensa de los derechos y libertades democráticas en Catalunya a sus conocidas grandes divergencias con la actual Generalitat y los partidos que la sostienen. Triste, muy triste que lo que parecía un resurgir de este partido histórico, luego de la victoria de Pedro Sánchez sobre las baronías, muy pronto se quedó en nada o casi nada. Muy triste y muy preocupante porque la democracia en Galicia y en España precisa de que este partido recupere sus esencias.
Si triste es el papel que está desempeñando el PSOE, admirable es el posicionamiento y la actitud de otros partidos democráticos, como por caso UNIDOS PODEMOS -y sus confluencias EN MAREA, COMPROMÍS, COMÚNS...-, PNV, BNG... que parecen tener muy claro que la defensa de los Derechos Humanos y las libertades democráticas está por encima de las diferencias políticas y que, también tienen muy claro, lo que está en juego hoy en día en Catalunya, en España y, por tanto, en Galicia. Está en juego la libertad que tanto nos costó conseguir.
Por todo eso hace falta poner en marcha, con urgencia, una alternativa de gobierno a nivel español. Hace falta que los partidos de la oposición se pongan de acuerdo para llevar adelante una moción de censura que finalice con este gobierno corrupto y criminal (PP) y que, también, ponga por fin final al ya superado régimen del 78. Hace falta hacerlo, pues del contrario los derechos y las libertades democráticas duramente conquistados sufrirán un terrible retroceso.
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