¡Que nos escoiten berrar!

Rodrigo Brión Insua

Rodrigo Brión Insua (A Pobra do Caramiñal, 1995). Grado de Periodismo en la Universidad de Valladolid (2013-17). Redactor en Galiciapress desde 2018. Autor de 'Nada Ocurrió Salvo Algunas Cosas' (Bohodón Ediciones, 2020). 

En Twitter: @Roisinho21

Os bos e xenerosos
A nosa voz entenden
E con arroubo atenden
O noso ronco son,
Mais sóo os iñorantes
E féridos e duros,
Imbéciles e escuros
Non nos entenden, non. 
('Os Pinos', himno de Galicia, 1890)

 

El mayor error de Sabela, Olaia y Aida fue hacernos creer que no hay fronteras. Arre cona si las hay. Las cuatro paredes de nuestra mente son el primer límite municipal, y el más difícil de sortear. Más allá de eso, es territorio ignoto. Todo lo que sea pensar fuera de la caja supone un esfuerzo y un riesgo que nos cuesta asumir. Basta con ignorar a aquel que se sale de la línea de puntos. Mejor lo malo conocido. Si, ya total, poco o nada importa cuando el objetivo no es ganar. No es ni competir. Nos conformamos con no desentonar, con pasar otro año más por debajo del radar. O eso es lo que dan a entender los ¿expertos? que formaron el jurado del Benidorm Fest y que apartaron a Tanxugueiras y a unos cuantos millones de gallegos de Eurovisión. Porque íbamos con ellas. En cada palabra de su boca. En cada punto de su baile. En cada ferreña de su pandereta. Turín, tan cerca, tan lejos…

 

Aviso: el que firma estas líneas no es un Eurofan. Tampoco entiende tanto de música como para que su juicio quede cincelado en mármol. Ni siquiera recuerda quién o quiénes cantaron o dieron el cante el año pasado. Pero sí entiendo de bochornos. Llevo toda la vida practicándolos. Y la participación de España en Eurovisión lo viene siendo desde… En realidad ni lo sé. Como todos, recuerdo a Rosa -la artista anteriormente conocida como ‘Rosa de España’-, a Beth…y a Chikilicuatre, una broma pesada que no lo fue tanto. ¿D’Nash? ¿Barei? No conozco. Manel Navarro sí me suena. Es el del gallo, ¿no? ¿O era una granja de pollos? ¿O es el de ‘Algo pequeñito uo uo uo’?

 

Existe la teoría de que a RTVE no le interesa ganar Eurovisión, porque luego acoger el festival es un pifostio. Hoy cobra sentido. España parece empecinada en repetir los éxitos de los demás, en ir sobre seguro y cumplir con la papeleta, esperando al año que viene para aplicar la fórmula de los ganadores de la edición anterior. ¿Que gana Salvador Sobral? A Portugal mandamos una pastelada. ¿Si triunfa algo rumbosito? Pues que vaya una charanga. Este año, en principio, tocaba boy band rockera, pero mejor no correr riesgos y mandar a una JLo de Hacendado, con estrechos vínculos con algunos jueces y una maquinaria detrás que mide al milímetro los entresijos de esta industria. Que sí, que somos latinos y nos gusta mover el buyas. Si ya lo sabemos. Por si en Reino Unido o Letonia no se olían la tostada. Ah, y la canción de Chanel no piensen que sale de su puño y letra. Hasta eso está calculado.

 

La propuesta de Tanxugueiras, atrevida, mezclando tradición con tendencias, con una estética y coreografía cuidada, con una letra que habla de las que estuvieron antes que ellas y las que vendrán, y de la comunión de los pueblos, y de como los límites nos los marcamos nosotros…Eso no. Tampoco Rigoberta Bandini y su himno feminista. No vayamos a hacer política en Eurovisión, donde participan Israel y Australia. Faltaría más. No, mejor elegimos un poco de “Apenas hago doom, doom, con mi boom, boom, y le tengo dando zoom, zoom”. ¡Olé ahí! ¡Garcilaso! Porque la letra ‘Terra’ igual nos hace pensar, y eso en este país es sinónimo de peligro.

 

La cosa es que, como ocurre siempre en esto de la democracia, la voluntad del pueblo tampoco es que importe mucho. Los que mandan, los jueces, jurados y verdugos, esos son los que dicen si A o si B, con la falsa ilusión de que hubo opciones realmente. Los verdaderos ganadores acaban siendo las compañías telefónicas. También es cierto que no hay nada más español que ir a las urnas para salir diciendo: “¿Qué coño acaba de pasar?” y luego odiar al ganador. Está la cosa como para que la gente desconfíe todavía más de la utilidad del voto. En Galicia, sin embargo, ya ni nos sorprendemos. Se llama caciquismo, y lo llevamos en el ADN. 

 

Y mientras, hay una comunidad autónoma y media España -la otra media está representada, aparentemente, por cinco personas con toga- que llora la oportunidad perdida de llevar al corazón del Viejo Continente un poco de folclore gallego. Pero agárrense, que vienen curvas. Si ya después de lo ocurrido en las semis la Terra respondió con un terremoto, no me quiero ni imaginar lo que ocurrirá mañana. Esto no acaba aquí. Xente, ide preparando os osiños! Que nos escoiten berrar!

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