Puigdemont y la pluralidad de los medios públicos

Carmen P. Flores

Pilarrahola



¿Es lo mismo trabajar en un medio de comunicación público que privado? Es evidente que no. En el privado, los dineros son del empresario, en el publico sale de los bolsillos de todos los ciudadanos, piense como piense y voten a quien les dé la real gana. Por eso, los profesionales que trabajan en lo público, deben ser plurales, como lo es la sociedad catalana. No hay cabida para el partidismo político que se debe colgar de la percha de sus casas. Sus preferencias ideológicas las manifiestan en las urnas, introduciendo su voto en ellas. 


Esto es lo que debería ser pero la realidad es bien distinta: son los yihadistas de la información del procés que actúan verbalmente contra los que no se han sumado al discurso único. Lo hacen aprovechándose de unos medios "públicos" que han dejado de serlo en sus manos. Estos yihadistas, muchos de los cuales, están muy bien pagados a través de las productoras que facturan cantidades millonarias, que sirven para tapar la ética profesional y la conciencia, si es que la tienen.


Como me decía algún ateo ¡cómo van a misa muchos de ellos, los pecados les son perdonados!. O si no suben a Montserrat, entran en misa, y el monje de turno les suelta sus homilías patriotas y así se sienten como los illuminati.


Cada día hay ejemplos de este tipo de prácticas partidistas, tanto en Catalunya Radio como en TV3. La situación no ha cambiado con la aplicación del 155 que tanto critica y al que están desafiando día sí y día también, con chulería. ¿Eso es la libertad de expresión? ¿ Dónde queda el derecho a la información de los ciudadanos no independentistas?


Seguramente, esos "profesionales" lo han metido en los distintos escusados de los que disponen, que son unos cuantos. Ellos los utilizan mucho cuando les dan esos apretones que les viene más de una vez, cuando ven en peligro sus puestos de trabajo, pese a seguir a pies juntillas la doctrina Goebbels cada día: "Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad".


Toni Soler, el protegido económico, dice que: "toda la extrema derecha está en Ciudadanos", "que la Guardia Civil es una mafia", y se queda tan pancho. Es decir sigue trabajando en TV3. 


Mientras que la Rahola, se marcha a Argentina, habla en un canal de televisión, se la presenta como periodista y escritora española, se expresa en la lengua de Cervantes -no tiene ningún problema- y dice que hace 300 años que le impiden hablar en catalán.  Pues para tener 300 años se conserva muy bien, aunque ya se nota que le patinan las neuronas, como a su amigo el pequeño Napoleón que tanto se quiere a si mismo pero que está dispuesto a que Catalunya siga "sufriendo" el 155, que las empresas se vayan, que se hayan "perdido" unos cuantos millones -¿quién sabe dónde?- que no le importa que se arme la marimorena en las calles, de la mano de los llamados Comités de la Republica (CDR) y que la situación está cogiendo tintes muy preocupantes. Esta la triste realidad de la Catalunya actual.


“El fanatismo es redoblar el esfuerzo, después de haber olvidado el fin”, decía George Santayana.


Artículo original publicado en catalunyapress.es

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