Una situación que, si no llega a ser por el paraguas de no pocos magistrados también corruptos, seguramente llevaría a que este partido estuviese en esta hora disuelto y muchos de sus dirigentes encarcelados como pasó en Italia, en los años 90, cuando se destapó un enorme escándalo de corrupción, conocido por el nombre de Tangentópolis, que se llevó por delante a la clase política italiana dirigente de la época. La comparación viene a cuento pues digamos que en la actualidad están abiertos casos como la Gürtel, Lezo, Punica, Erial y Kitchen que ponen en evidencia cómo la corrupción en el Partido Popular (PP) es algo consentido y programado, pues el número de dirigentes imputados que se tienen que sentar en el banquillo de los acusados (y los que vendrán si la justicia sigue su curso ahora que se renovó el Consejo General del Poder Judicial) da la fe de que no estamos delante de casos aislados, sino de un colectivo organizado.
El expresidente del Gobierno de España, el popular Mariano Rajoy, acude este lunes al Congreso a prestar declaración por la operación 'Kitchen'. Es el último de los citados y, según sus propias palabras, acude a la audiencia disupuesto a contestar a las preguntas de los diputados. Con todo, sostiene que nunca ha estado con el comisario Villarejo.
En el corto espacio de dos semanas se produjeron en España una serie de acontecimientos relacionados con la corrupción partidaria y la actuación partidista de la justicia que justifican sobradamente que se califique la democracia española como una democracia deficitaria.
Por ahora la ex-secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, no tendrá que declarar como imputada pero, poco a poco, el círculo de las acusaciones se aprieta al rededor de la antigua cúpula conservadora después de que un alto cargo de Interior tirara de la manta.