Israel asesta un duro golpe sobre la organización terrorista con la eliminación del cabecilla de Hamás, que sumado a los ataques contra miembros de Hezbolá refuerzan la superioridad bélica del Estado sionista. Ahora, el ejército israelí, que ayer celebró el asesinato de Sinwar como una gran victoria, puede entrar en una nueva etapa en el conflicto.
El ejército israelí ha tomado posiciones esta madrugada en el sur del Líbano y ha atacado, entre otros, campos de refugiados libaneses. Desde el Gobierno de Israel defienden que el movimiento trata de desarticular definitivamente a Hezbolá, que sufrió golpes muy duros a lo largo de las últimas semanas.
El cambio radical del Gobierno de Netanyahu llega solo 24 horas después de que el mandarario israelí rechazase de pleno una propuesta para pactar una tregua. Las presiones de Estados Unidos, socio indispensable de Israel, han sido claves para lograr que los sionistas, al menos, acepten iniciar un proceso para tratar de evitar la escalada de hostilidades en Oriente Próximo.
El ejército israelí lanza un aviso: los residentes en el sur del Líbano deben abandonar sus domicilios ante el inminente ataque sobre infraestructuras donde, aseguran, hay guardadas armas pertenecientes al grupo terrorista. Es la respuesta a los ataque recibidos sobre Haifa de las últimas horas, la réplica de Hezbolá a la detonación de sus aparatos de comunicación.
El número de muertos, según algunas informaciones, ronda la docena, mientras que los heridos se cuentan por miles. La detonación de los aparatos de comunicación afectó a militantes de Hezbolá, guerrilla que ha puesto a Israel bajo su punto de mira después de este episodio, considerando que son los servicios de inteligencia sionistas los que se encuentran detrás de esta compleja operación.