Todas a las que los niños no dejaban jugar en el patio del recreo, a las que en casa no permitían jugar por el "que dirán" o "ese no es un deporte para señoritas, a las que llamaban "marimacho" en el campo o desde la grada en categorías inferiores, a las que obligaron a elegir entre su pasión o estudiar porque "el fútbol no te va a dar de comer, niña", a las que forzaban a escoger entre formar una familia o el fútbol porque solo ellas tienen que enfrentar esa dicotomía.