Por caso, cabría esperar que en el relato de la oposición los asuntos relacionados con la soberanía, la desigualdad de género, el medio ambiente (con los incendios forestales en muy primera fila), el empleo y el déficit social ocupen un lugar relevante junto las lógicas críticas la nefasta gestión de la pandemia por parte de esta Xunta de Galicia (PP) que, por ejemplo, está facilitando tanto una auténtica masacre en las residencias de mayores (van ya 237 los fallecidos) como unas fuertes pero muy justificadas críticas por parte del personal sanitario dada la escasez de medios con los que tienen que afrontar, en primera fila, la lucha contra la pandemia.
Leve mejoría otra vez de los datos del coronavirus a nivel gallego, aunque la evolución de algunas áreas sigue siendo preocupante. Las cifras de Ourense y Vigo vuelven a ser malas y el foco de A Coruña sigue perdiendo fuerza.
El informe del Consejo Interterritorial de la Comisión de Salud Pública de junio habla de evitar el consumo de tabaco en ambientes comunitarios, pero lo hace solo como recomendación. Sin embargo, ya hay más de 81.000 personas y varios colectivos que reclaman prohibir fumar en terrazas, como casi ha regulado Galicia en la práctica con su prohibición de fumar a menos de dos metros.
Si alcanzamos un uso casi universal de la mascarilla (que la lleve el 95% de la población en todo contacto social) la previsión de muertes a 1 de noviembre cae de 774 a 695.
Los datos del Servizo Galego de Saúde evidencian una jornada más la descompensada situación que se vive hoy en Galicia entre las siete áreas sanitarias existentes en la comunidad. El área de Lugo sigue sufriendo los efectos del brote de A Mariña y en las últimas 24 horas suma 24 nuevos casos. Es el mayor pico en los últimos tres días y ha provocado que Galicia sume, en su conjunto, once casos más desde ayer, lo que supone a su vez la mayor subida en la comunidad en meses. La otra cara de la moneda es el área sanitaria de Ourense, con solo un caso activo.