Gordas y orgullosas: Resposta Feminista protesta en Vigo contra la gordofobia y la fiebre por el Ozempic

 Con el lema “Non quero ser o teu mercado”, la manifestación coincidió con el Día Internacional contra la Gordofobia, buscando desmontar el estigma que rodea a los cuerpos no normativos y cuestionar prácticas médicas polémicas.

La gordofobia, según activistas y expertos, es el rechazo o prejuicio hacia las personas con cuerpos gordos, una actitud que permea desde los medios de comunicación hasta el ámbito sanitario. Este término, que aún no figura en el diccionario pero genera miles de debates en línea, se refiere a la estigmatización de quienes no encajan en el ideal de delgadez promovido por la sociedad. Para Resposta Feminista, esta mentalidad convierte a las personas gordas en blanco de juicios y las presenta como un problema que debe ser corregido, en lugar de cuestionar los estándares impuestos.

Ozempic, un medicamento en el ojo del huracán
 

En el corazón de la protesta está el rechazo al uso extendido de medicamentos como el Ozempic, originalmente diseñado para tratar la diabetes tipo 2. El colectivo denuncia que este fármaco se prescribe cada vez más a mujeres gordas con el único fin de inducir la pérdida de peso, una práctica que consideran “inapropiada” y peligrosa. Según han expresado, el medicamento se promociona como una solución milagrosa para eliminar lo que la sociedad percibe como un defecto estético o social, ignorando sus riesgos y efectos secundarios.

La controversia del Ozempic ha saltado a la palestra en los últimos días, con reportes que indican un aumento significativo en su prescripción dese 2024. Los datos manejados por el colectivo señalan un incremento del 33% respecto al año anterior y un 70% más que en 2021, lo que ha disparado las alarmas por el impacto en la salud pública. Resposta Feminista argumenta que esta tendencia refleja una obsesión cultural por erradicar la gordura, en lugar de promover la aceptación y el respeto por la diversidad corporal.

El colectivo no solo apunta al sistema sanitario, sino también a una sociedad que, en sus palabras, parece empeñada en “hacer desaparecer a las personas gordas”. Para ellos, la verdadera amenaza no reside en los cuerpos diversos, sino en la gordofobia misma, un enemigo que perpetúa la exclusión y la violencia estética. “No somos un problema a resolver, el problema es el prejuicio”, insistieron durante la concentración, abogando por un cambio radical en la percepción social. 

La polémica en torno a la gordofobia no es un tema baladí. Mientras movimientos como el de Resposta Feminista luchan por resignificarla como una forma de opresión, otros sectores defienden que el control de peso es una cuestión de salud pública, respaldados por el discurso médico tradicionale. 

Esta tensión ha quedado patente en la última semana, con debates en medios y redes sociales sobre si el uso de fármacos como el Ozempic responde a una necesidad legítima o a una presión estética desmedida. Para las activistas, reducir la gordura a un asunto médico es una simplificación que ignora las raíces culturales y sociales del problema.