Santiago en el medievo: comunicada pero con otros esquemas temporales
La percepción del tiempo en la Compostela medieval estaba profundamente marcada por el contexto social y cultural, según explica el profesor de Historia Xosé Manoel Sánchez, autor del libro "Tiempo y viaje en la Compostela medieval". La obra, publicada recientemente por Ediciones USC y el Consorcio de Santiago, analiza cómo el concepto de tiempo era individual y cambiante, adaptándose a las circunstancias y actividades de cada persona. Sánchez señala que “el tiempo en aquella sociedad era más flexible y personal”.
Aunque solemos imaginar las sociedades medievales como comunidades aisladas, el historiador aclara que los documentos de la época muestran una realidad distinta. Según Sánchez, “era un mundo muy comunicado, deseoso de interactuar y aprender, aunque bajo unas coordenadas distintas, con márgenes temporales amplios debido a las dificultades de comunicación inmediata”.
La evolución del peregrinaje en Compostela
El significado y la percepción de los viajes y las peregrinaciones cambiaron con el tiempo. Antes del siglo XII, los peregrinos acudían a Compostela con el propósito principal de rezar y llegaban con rapidez. Sin embargo, a partir del siglo XIII, surgieron nuevas dinámicas. Según Sánchez, las visitas a la ciudad comenzaron a integrar elementos sagrados y turísticos, como la contemplación de las cruces de consagración de la Catedral de Santiago, consideradas una inversión espiritual del tiempo.
Relación con el entorno y transformación del tiempo urbano
El historiador subraya que en la Compostela medieval existía una conexión profunda con el entorno rural y las festividades religiosas. El calendario litúrgico marcaba el ritmo de la vida urbana, con tradiciones como la feria de caballos del Outeiro de Poldros, en la Carballeira de Santa Susana, y otras celebraciones locales.
La vida cotidiana también estaba influida por el clima, las horas de luz y los sonidos de las campanas que indicaban los actos litúrgicos. Sin embargo, hacia finales de la Edad Media, la llegada de los relojes a las ciudades marcó una transición importante. Según Sánchez, “se pasó de un tiempo eclesiástico a un tiempo civil, cambiando la forma en que se medía y percibía el tiempo”.
Sentimientos comunes, códigos distintos
A pesar de las diferencias culturales, Sánchez sostiene que las fuentes medievales muestran que las personas de aquella época compartían muchas inquietudes y emociones con las actuales: amor, envidia, pereza, o la búsqueda de seguridad. Lo que variaba eran los códigos y las formas de relacionarse con el tiempo, reflejando un enfoque singular de la existencia.
Escribe tu comentario