7 horas en el pasillo de Urgencias del CHUS con el esternón roto, tres costillas rotas y una infección respiratoria
El relato de María Botana es el de una de las muchas personas que el pasado 26 de diciembre pasaron prácticamente todo el día en las Urgencias del CHUS, saturadas por el número de pacientes que requerían atención. Esta usuaria es un ejemplo de la idefensión que sufren los pacientes y denuncia para Galiciapress la precaria atención que recibió su padre, de 71 años, que visitó tres veces en 10 días el Servicio de Urgencias a consecuencia de un accidente de tráfico que le provocó multiples traumatismos que derivaron en una infección respiratoria
"Nunca había visto algo así. Mi padre lleva enfermo 30 años y mira que hemos estado en Urgencias muchas veces, pero lo del martes yo no lo recuerdo jamás". La que habla es María Botana, un de las muchas, muchísimas personas que pasaron San Esteban, 26 de diciembre, en la sala de espera o en uno de los pasillos de las Urgencias del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela (CHUS). El servicio, como viene ocurriendo tantas veces y con cada vez más frecuencia, vivió otro episodio de colapso el pasado martes, que se prolongó en los días posteriores y que evidencia el deterioro de la sanidad pública gallega, ya que el del hospital compostelano no es un caso excepcional. No obstante, testimonios como el de María ayudan a poner rosto al sufrimiento de todos esos pacientes y familiares que, durante horas, esperan a ser atendidos y escuchados, pero que muchas veces se encuentran indefensos ante un sistema absolutamente saturado que no puede absorber la altísima demanda que existe, con consecuencias dramáticas en ocasiones.
TRES VISITAS A URGENCIAS POR UN ACCIDENTE DE TRÁFICO
Para María, la del 26 no era su primera visita a Urgencias este año. De hecho, en cuestión de 10 días, su paso por Urgencias tiene hasta tres capítulos. El primero de ellos el pasado 15 de diciembre, cuando un accidente de tráfico obliga a su padre, de 71 años y con diversas patologías previas, a recibir una atención inmediata. "Ingresamos por el accidente y se pasó más de 5 horas esperando a ser atendido", relata la afectada, que ya en esa fecha critica la mala atención recibida.
"Mi padre se quejaba de un fuerte dolor en el pecho tras el accidente. Le hicieron una placa en un costado, pero no se vía bien y lo mandaron a casa con paracetamol. Tuvimos que volver el lunes 18 de diciembre por las Urgencias del CHUS porque tenía muchísimo dolor", explica María. En esta segunda visita, la atención fue "mucho más rápida" y las pruebas realizadas entonces, tres días después del siniestro, constataron que "tenía rota una costilla, el esternón y el manubrio".
"Le dieron un analgésico y nos indicaron para una nueva placa para dentro de diez días. Cuando llamo para pedir la placa nos la ponen el 10 de enero y el traumatólogo nos cambia la medicación pautada en Urgencias", avanza. Tras la segunda visita, y a consecuencia de los traumatismos sufridos en el accidente, su padre desarrolló una infección respiratoria. Al tiempo, una de las heridas de la pierna, también fruto del choque, comenzó a empeorar -"En el CHUS no se la miraron y en el centro de salud no le hicieron bien las curas", detalla la hija del paciente-, lo que los obligó a acudir, de nuevo, al SERGAS.
MÁS DE SIETE HORAS EN UNA SILLA DE RUEDAS
En esta tercera ocasión, la primera parada fue el PAC de Ordes, donde su médico de cabecera, después de explorarlo, consideró oportuno su ingreso en el hospital por la infección respiratoria que arrastraba el septuagenario.
Sin embargo, y pese al historial de su progenitor -recordamos: esternón y manubrio rotos, infección respiratoria, patologías previas, y varias costillas rotas además de la clavícula fruto de una caída- y a ser derivados desde el PAC, en el CHUS tuvieron que esperar, de nuevo, varias horas a ser atendidos. Concretamente, desde las 12:42 horas que arribaron al hospital hasta las 20 horas que fueron atendidos. En total, cerca de 7 horas y 20 minutos "esperando en los pasillos en una silla de ruedas" y sin recibir ni un solo calmante "hasta las 23 horas que se lo pusieron en vena".
Sorprende que el triaje no catalogase su atención como preferente y que en el informe de Urgencias se indique que llegan al CHUS por "iniciativa propia" y no por recomendación del facultativo del PAC. "La explicación que nos dieron es que la valoración que se hizo en triaje del volante que nos dieron era porque la analgesia recetada no era suficiente. Incluso nos preguntaron si nuestro médico no era capaz de de adaptar la dosis de analgésicos, pero ese no era el problema, sino el dolor que tenía mi padre".
Coincidió que, ese mismo 26 de diciembre, las Urgencias del CHUS se vieron una vez más totalmente sobrepasadas por el aumento de la demanda. Las infecciones respiratorias y los casos de gripe A están congestionando los servicios de toda la comunidad, pero en el caso del hospital santiagués, tal y como recopilaron desde la Asociación de Pacientes e Usuarios do CHUS, eran 32 los pacientes graves que esperaban en camillas o sillas de ruedas en los pasillos a las 16 horas del martes, con 34 pacientes con el ingreso firmado ocupando las zonas de trabajo. Solo dos horas después, ya eran 41 los pacientes graves en los mismos corredores en los que aguardaban vez María y su padre.
Una escena que se repitió al día siguiente y que tuvo su prolongación hasta ayer, cuando la plataforma denunció que por la tarde había "31 enfermos graves de nuevo en camillas y sillas de ruedas colocados en los corredores, esperando a ser atendidos". En paralelo, 41 pacientes tenían el ingreso firmado a planta, provocando un nuevo embotellamiento en el servicio.
"Ni siquiera quedaban camillas para poder atender a más pacientes y las ambulancias no podían ni bajar a los enfermos porque no había camillas para sustituirlas. Yo nunca había visto Urgencias así. Lo que nos decían era que planta ya no admitían más ingresos".
Una vez atendido, esta vez de forma "muy buena, muy profesional por parte de todos los sanitarios", el padre de María no recibió el ingreso firmado hasta pasada la 1 de la madrugada del 27 de diciembre, pero no fue hasta el mediodía del miércoles que fueron trasladados al hospital provincial. De hecho, el del traslado fue el episodio que más malestar despertó en María, ya que se hizo, de alguna forma, a espaldas del familiar.
"Cuando mi padre estaba en observación me pidieron que lo dejase mientras lo aseaban. Nos avisan por el altavoz, pero pasaron unas tres horas y no me daban aviso, de manera que regresé junto a él para tranquilizarlo para que viese que seguía en el hospital. Cuando llegué ya no estaba allí. Lo busqué y nadie sabía decirme dónde estaba, si en planta o en otro centro. Resulta que lo habían trasladado al hospital provincial sin avisar antes a su acompañante", expone la afectada, que no ve "normal" que algo así pueda pasar sin notificarlo al familiar.
"SI NO DENUNCIAMOS NO CAMBIARÁ NADA"
Pese al mal trago, a María no le queda más remedio que comprender que los propios sanitarios viven unas circunstancias totalmente atípicas. "Están desbordados. Estuvimos pegados al control y escuchas las conversaciones entre los sanitarios, y alguno decía que no estaba en el turno que le correspondía, pero que los llamaron porque hacían falta más manos porque no podían aceptar más ingresos", recuerda.
"Hay sanitarios de vacaciones, y lo entiendo. Pero si hay bajas hay que cubrirlas. Lo que no puede ser es que, después de la pandemia, la atención sea peor. Y cada día peor.
"Algunos usuarios protestan porque están cansados de estar allí, pero muchos pasan. Hasta los sanitarios nos dicen que tenemos que poner quejas ante la Xerencia para que haya cambios. En cuanto tenga el informe de alta lo haré. ¿Una denuncia? Dependerá de la respuesta que me contesten...pero se pasarán la bola, no sé si compensa", admite con resignación.
A renglón seguido, María sospecha que el trato recibido puede deberse, en parte, a la casuística de las dolencias de su padre. "Tengo la sensación que nos tuvieron así porque ya era la tercera vez que íbamos por un accidente de tráfico. ¿Se creen que vamos por una cuestión de dinero? No nos interesa, quiero que mi padre se encuentre bien, porque tener que estar entre médicos con él también nos afecta a nuestra vida diaria", valora.
Ahora, casi un mes después del accidente, su padre se encuentra ya ingresado en el hospital provincial recibiendo los cuidados necesarios para una recuperación que, afortunadamente, parece ir a buen ritmo. "Otros no estaban tan bien como mi padre, dentro de la gravedad del estado de mi padre y sin saber las heridas internas que podría tener. Seguro que otros estaban con muchos otros problemas. ¿Si vas con un infarto te tienen allí en el pasillo?", cuestiona María, muy en la línea de la denuncia que hicieron para el sindicato O'Mega para este diario, donde recapitularon que ya en el pasado "murieron pacientes en los pasillos de Urgencias".
El mensaje final que quiere trasladar María con su experiencia es animar a otros muchos usuarios que vieron sus derechos vulnerados a que "lo cuenten, que visibilicen lo que ocurre en los hospitales, si no hacemos nada seguirá ocurriendo lo mismo".
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