El café puede ayudarnos a volvernos menos frágiles al envejecer, según un nuevo estudio
Según una investigación publicada en 'Nature Communications' por científicos españoles, el compuesto llamado harmol, presente en el café y perteneciente a la familia de las betacarbolinas, tiene la capacidad de generar un estado moderado de estrés en las mitocondrias similar al inducido por el ejercicio y la restricción calórica. Este efecto puede fortalecer y mejorar la función del músculo esquelético, lo que podría contribuir a un organismo más resistente y saludable.
Peripheral modulation of antidepressant targets MAO-B and GABAAR by harmol induces mitohormesis and delays aging in preclinical models es el título del artículo publicado hace unos meses en la revista científica.
"El estrés reversible y subletal en las mitocondrias provoca un programa de respuestas compensatorias que finalmente mejoran la función mitocondrial, un mecanismo antienvejecimiento conservado denominado mitohormesis. Aquí mostramos que harmol, un miembro de la familia de las beta-carbolinas con propiedades antidepresivas, mejora la función mitocondrial y los parámetros metabólicos, y prolonga la vida útil", concluyen los expertos.
El Instituto Madrileño de Estudios Avanzados (IMDEA) Alimentación está estudiando un compuesto denominado harmol que se encuentra presente en el café y que puede mejorar la calidad de vida durante el envejecimiento.
Según recoge el IMDEA en un comunicado, este elemento tiene efectos positivos en la función del músculo esquelético y otros parámetros metabólicos favorables en la tercera edad. De este modo, lograron extender significativamente el ciclo vital en dos modelos de invertebrados.
Además, el tratamiento con harmol mejoró la tolerancia a la glucosa, la sensibilidad a la insulina y la acumulación de lípidos hepáticos en un modelo de prediabetes.
Igualmente, se observó una reducción muy significativa de la fragilidad en los animales viejos. Junto con el café, se puede encontrar este componente en otros alimentos como las carnes, pescados o cereales, así como en las hojas de tabaco.
En el análisis liderado por el IMDEA Alimentación con la colaboración del Instituto de Investigación Sanitaria INCLIVA, no se encontró ninguna toxicidad y muy pocos efectos sobre el sistema nervioso central.
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