Shalin Giménez pide ferias "más grandes y estables" para evitar el fin de los mercadillos

Este viernes hay mercadillo en Redondela. ¿O no? Resulta difícil saberlo, porque el municipio celebra su mercadillo los viernes, pero no todos. Los vendedores ambulantes y parte del comercio de la localidad demanda convertirlo en un evento semanal, pero en el Concello son reacios a llevar esto a cabo. Mientras, los vendedores ven como sus ingresos menguan, como cada vez hay menos puestos en un recambio generacional que no llega y como las grandes empresas parecen abocar a los mercadillos tradicionales a su extinción o, en el mejor de los casos, a su reinvención en el nuevo siglo. 
 

Hablar de los mercadillos en Galicia es hablar, en gran medida, de la economía de un grupo vulnerable como es el de la población gitana que de manera itinerante se ha desplazado en las ferias de distintos municipios con sus puestos, ofreciendo ropa, calzado, complementos y otros muchos artículos que, hasta no hace tanto, solo eran accesibles en sus tenderetes. Shalin Giménez es presidente de la Sociedad Gitana Española, una organización que vela por los intereses de estos comerciantes y que reflexiona sobre lo que consideran “un problema global”.
 

“Existe una competencia generalizada con centros comerciales nuevos, Amazon, Primark… Las plataformas de internet han crecido en los últimos años y todo esto ha perjudicado el tema de la venta”, detalla Giménez, que apuesta por mantener la afluencia de público que, en muchos lugares, sigue siendo muy importante los días de mercadillo. 

¿MERCADILLOS DEL SIGLO XXI?

“Hay iniciativas que se pueden llevar a cabo para contrarrestar la pérdida de ventas. Es importante que los ciudadanos acudan al mercadillo porque no es bueno solo para el comercio ambulante, sino para todo el municipio, porque reactiva toda la economía”, explican desde la organización, que ven como los días de mercadillo son muchos los establecimientos que se benefician del flujo de compradores: la plaza de abastos, cafeterías, tiendas… “La gente, y particularmente muchas amas de casa, aprovechan el día de mercadillo para hacer sus recados: ir al banco, a la panadería, pasar por el peluquero, realizar gestiones…todo eso dinamiza el municipio”. 

Esto sería, a juicio de Giménez, un remedio para frenar la sangría de cierre de muchos comercios locales, que se verían arrastrados por esta dinámica. “Hay municipios que no tienen mercadillo y que están reclamando a voces uno para poder dinamizar sus economías. En ocasiones la afluencia de público no es municipal, es comarcal. Es el caso de Redondela, donde son muchos municipios alrededor y pueblos de zonas de montaña que aprovechan el día de mercadillo para hacer sus compras y acudir a otros servicios que dejan aparcados para el día de mercadillo”, reflexiona.

Más grandes y con fechas establecidas es como visualizan desde la Sociedad Gitana Española el futuro de los mercadillos. “Nos encontramos con mercadillos que no están modernizados en pleno siglo XXI. Eso tiene que cambiar, no podemos quedarnos en la prehistoria con mercadillos que eran ferias quincenales como hace cien años. Tenemos que adaptarnos a los nuevos tiempos y no pueden dejar la venta ambulante atrás”, reclaman desde el colectivo, que piden “días de trabajo estable” para poder tener una mejor organización. 

MERCADILLOS DE LUNES A DOMINGO

De esta manera, Giménez dibuja un recorrido en el que muchos vendedores de la provincia de Pontevedra establecen sus puestos los miércoles en Vigo, en el mercadillo de Coia, los jueves en Marín, los sábados en Vilagarcía, los domingos en Padrón… “Se necesita estabilidad también para los consumidores, para que se organicen y tenga ya en mente que el viernes es el día fijado en Redondela y su zona de influencia para centralizar las compras”, explica Giménez, al tiempo que ve en esta medida “una forma de crear empleo”, multiplicando las fechas de los vendedores para ponerse ante el público, ya que muchos priorizan ir a localidades con mercadillos semanales antes que aquellas con ferias quincenales. 
 

Para Giménez el ejemplo perfecto es Padrón, donde “la gente que quiere pasear ese día sabe que puede darse una vuelta por Padrón, porque todos los domingos hay un gran mercadillo con cientos de puestos”. Contrasta con Cangas, por ejemplo, competencia directa de Redondela, “que antiguamente solía ser muy bueno”, pero que en la actualidad tiene “unos 70 puestos porque van muy pocos ambulantes”. “El 95% de los vendedores ambulantes con trabajo en Redondela no tiene trabajo los viernes”, calculan. 

“Los mercadillos pequeños no funcionan”, lamenta Giménez, “porque casi no ganas ni para el gasoil”. “Mercadillos como los de Salceda, A Guarda, Tomiño, O Porriño…no salen a cuenta. Son muy pequeñitos y los grandes son los que realmente se defienden, los comarcales, con más de 150 o 200 puestos”, analiza. En esa línea, puntualiza que si muchos mercadillos languidecen es porque en ocasiones los vendedores se jubilan y no hay un relevo generacional. 
 

“Pasa sobre todo con los vendedores no gitanos. A lo mejor no tienen hijos o ningún familiar que quiera hacerse cargo del puesto, por lo que se dan de baja y el concello de turno anula esa licencia. Entre los gitanos no pasa, porque siempre queda dentro de la familia”, afirma Giménez. Otras bajas se deben a “vendedores que encuentran un oficio más estable, donde no tener que depender de la climatología o de las ordenanzas municipales”, una deriva que tomó el mundillo muy especialmente a consecuencia de la crisis de la Covid-19.

PROBLEMAS CON GOBIERNOS MUNICIPALES Y POLÉMICA EN REDONDELA

No obstante, los vendedores también encuentran dificultades con gobiernos locales que, pese al aluvión de solicitudes en cuanto queda un puesto vacante, hay municipios que ponen trabas, impidiendo que los puestos sean transferibles “cuando eso va contra la ley” y “secuestran ese derecho”. “Y si denuncias eso pueden pasar tres o cuatro años, por lo que mucha gente pasa, porque en ese tiempo que esperan se buscan otro trabajo y dejan la venta ambulante”, critican desde la organización. 

En el caso particular de Redondela, los afectados han reclamado al Concello reuniones para poder tratar directamente este asunto que desde la Sociedad Gitana Española han elevado, incluso, ante el Ministerio de Trabajo, demandando un encuentro con la ministra Yolanda Díaz para ponerla en conocimiento de lo que ocurre con los vendedores de la provincia pontevedresa. Hasta la fecha, se han encontrado con la negativa del consistorio a aumentar el número de fechas de mercadillo, ya que argumentan que con dos al mes, además de los dos días de mercado en Chapela, son suficientes. 
 

Esta decisión no sentó nada bien a los integrantes de la Asociación de Comerciantes Ambulantes, a los que apoyan desde la Sociedad Gitana Española, que ya el martes rehusaron acudir a la cita pactada después de saber que, de manera interna, el edil de Ferias y Mercados “comentase a sus amigos, a los vendedores históricos ya jubilados o prejubilados, que no les interesa modernizar el sistema, les interesa que se mueran los mercadillos y que los demás no puedan avanzar”, reprocha Giménez. 

“Con esa información, ¿para qué vamos a hablar con alguien cerrado en banda?”, añade, avanzando que el colectivo solo considera a la alcaldesa, Digna Rivas, como la única interlocutora válida. Sinaí Giménez, padre de Shalin y coordinador de la organizaciíon, publicó ayer un vídeo denunciando la postura adoptada por la alcaldesa. 

En este escenario, los vendedores ambulantes se encuentran ahora organizando movilizaciones y recogidas de firmas por toda la comarca para apoyar, junto con el comercio establecido, la solicitud de aumentar los días de mercadillo en un municipio que es “un núcleo importante de población y que está en un lugar estratégico, donde puedes atraer a miles de personas se si hacen las cosas bien”. “Esto repercutiría directamente en las arcas municipales. Pensemos que el Concello cobra 270 euros al año por puesto. Si multiplicas el número de días, también multiplicas la recaudación, además de que vendrían más vendedores”, razona. 

Aunque el trato diario suele ser con gobiernos municipales, desde el colectivo consideran que la Xunta puede jugar un papel muy importante para mejorar la situación de todos estos vendedores ambulantes, realizando funciones de “control y vigilancia”, de forma que “se apliquen correctamente las leyes”. “No puede ser que dependamos de 286 ordenanzas municipales en la venta en Galicia. Nos perjudica gravemente. Hay ayuntamientos, y concejales específicos, que no apoyan y promocionan la venta ambulante. Quieren ahorcarnos, por distintos motivos e intereses. Queremos una uniformidad en la normativa”, subraya Giménez. 

Un órgano que “corrija y que, si fuese necesario, denunciar a los concellos” es la reclamación en este sentido, ya que los comerciantes se ven desamparados y muy pequeños ante la burocracia de los gobiernos locales. “No podemos esperar cinco años a que un juzgado pueda darnos la razón. No puede ser que alguien se jubile y que no concedan ese puesto a otra persona. Están ahorcándonos y ahorcándonos, como ocurre en Pontevedra, donde hay puestos para conceder y solicitantes, pero el Concello de Pontevedra no concede las licencias. ¿Cuál es la política ahí? Pues la de anular a los 300 vendedores que hay y sin justificación, porque solo pueden eliminarse por el interés general y nunca por capricho”, se queja Giménez, que ve con tristeza como languidece la forma de vida de cientos de familias y una larga tradición.