La democracia española y la dictadura franquista

Manoel Barbeitos
Economista

Francocarmenpolo
Franco y Carmen Polo


En este año 2025 se cumplen cincuenta de la muerte de uno de los dictadores más sanguinarios y crueles del siglo XX: Francisco Franco. Tal evento tuvo lugar el 20 de noviembre de 1975 cuando no pocos pensamos ingenuamente que “la larga noche de piedra” llegaba finalmente a su ocaso y que España iba camino de homologarse a las democracias europeas occidentales. Pero pasados cincuenta años parece que aún hay nostálgicos de la dictadura franquista a quién la celebración de la democracia y la libertad les molesta. Unas reacciones que ponen en evidencia como a día de hoy la democracia española esconde grandes déficits.


 

Déficits que se hacen evidentes tanto en importantes aparatos del estado -la propia jefatura del estado no deja de ser un residuo franquista- como en el poder judicial, en medios de comunicación y opinión -la mayoría fuertemente subvencionados- y en los partidos políticos de derechas -PP/Vox con su cohorte de pseudointelectuais- quien ni por asomo se pueden equiparar con partidos europeos de larga tradición democrática. Una situación a la que contribuyen decisivamente sectores del gran capital español (banqueros, constructores, empresarios oligopolistas) que, además de financiar los medios franquistas, mantienen una actitud empresarial muy similar a la que tuvieron durante la dictadura. Algo que podemos ver en su resistencia tanto a pagar los impuestos que le corresponden -mediante el fraude y/la elisión fiscal- como perder unos privilegios que siguen considerando derechos naturales aunque sean antidemocráticos y favorezcan la corrupción. Resistencia que se amplía a que los trabajadores tengan derechos laborales como los que ya están vigentes en muchos países europeos.


 

 

Que el gobierno de un país quiera celebrar la democracia al tiempo que desechar cualquier régimen totalitario y fascista, como fue el franquismo, había debido ser algo a aplaudir y apoyar por todos sus ciudadanos independientemente de la color política de cada quien (derechas, izquierdas, nacionalistas....). Mucho más si se trata de un país que sufrió durante décadas una terrible dictadura y cuando, como ahora, hay un muy peligroso renacer de los totalitarismos en todo su entorno.


 

Pero este no es el caso de España básicamente por las razones apuntadas anteriormente. Así, la siempre locuaz Presidenta de la Comunidad de Madrid, la señora Isabel Ayuso, en relación a los actos programados por el gobierno español de turno (PSOE/Sumar) para celebrar los cincuenta años de democracia declaraba que “la Comunidad de Madrid, garantizadora de la transición, la libertad y la Constitución, no se sumará a ninguno de estos eventos e iniciativas. Madrid con la democracia y contra el guerracivilismo”. Es muy posible que la señora Ayuso en su obsesión por atacar al gobierno español no se haya dado cuenta de que con manifestaciones de este tipo no solo está atacando al PSOE sino que está defendiendo al franquismo al tiempo que trata de ocultar que España sufrió cuarenta años de una feroz dictadura. Con mucha frecuencia el subconsciente retrata a los políticos más locuaces. Por su parte el señor Núñez Feijoo, nuevamente siguiendo la Presidenta de la Comunidad de Madrid, además de definir la guerra civil provocada por militares sediciosos y fascistas como “una pelea entre nuestros abuelos y bisabuelos”, en el colmo de la frivolidad y el mal gusto, afirmaría que el franquismo era un tema que “le da pereza”. Unas declaraciones que, además de denotar una ignorancia absoluta de la Historia reciente de España y una de sus etapas más oscuras y de mostrar que solo parece preocuparse por lanzar consignas políticas que ataquen al gobierno son también un intento de ocultar lo que fue el franquismo. En ambos casos hay una defensa indirecta de una cruel dictadura, lo que resulta de una enorme gravedad.


 

Cuando vemos el avance de la extrema derecha y de las políticas reaccionarias así como las amenazas a la democracia hechas por parte de gente que tiene acumuladas enormes riquezas, no podemos por menos que preocuparnos por el futuro de la democracia y la libertad. Una preocupación que se acrecienta cuándo en nuestro entorno, tal y como estamos comprobando, hay sectores políticos, mediáticos y judiciales que intentan ocultar el franquismo cuando no lo defienden directamente. Una defensa que, no pocas veces, se acompaña de acosos y agresiones físicas a los defensores de la libertad y la democracia como le ha ocurrido recientemente a Ana Pardo de Vera, directora corporativa y de relaciones institucionales del diario Público.

 


 

 

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