​Vox tacha a Feijóo de “nacionalista” por emplear el gallego, pero el líder popular no los llamará “ultraderecha” si les molesta

El partido encabezado por Santiago Abascal vuelve a utilizar la lengua de Galicia como objeto arrojadizo contra Feijóo y el PP por sus políticas lingüísticas.

El Gobierno de España avala a la Xunta en este sentido, mientras Feijóo trata de rebajar el tono con Vox por todos los medios, retirándole incluso el calificativo de “ultraderecha”.

Feijóo, con Bertín Osborne, Isabel Díaz Ayuso y Juanma Moreno | Foto: Partido Popular

Lo de la pluralidad y la diversidad son aspectos que no terminan de ver en Vox, que ha llevado ante el Gobierno de España las políticas lingüísticas que el Gobierno de Alberto Núñez Feijóo ha desarrollado en Galicia en los últimos años. Para el partido liderado por Santiago Abascal, nada justifica el hecho de que la Xunta exija el conocimiento de la lengua gallega en los exámenes oficiales de la comunidad. El Gobierno de España avala esta decisión de la Xunta.

El propio Ejecutivo nacional, a respuesta del requerimiento realizado por un grupo de diputados de la fuerza de extrema derecha, ha recalcado que la exigencia del gallego como requisito para obtener títulos como el de gestor administrativo no son un menoscabo al castellano, sino que como lengua cooficial, reconocida por el Estatuto de Autonomía de Galicia y por la Constitución, su uso es un derecho y las administraciones tienen el deber de promocionarla y defenderla.

“IMPRESCINDIBLE EL CONOCIMIENTO DE LA LENGUA”

"Del propio ordenamiento jurídico se infiere, por lo tanto, la existencia de unos derechos lingüísticos de la ciudadanía, que los poderes públicos deben estar en situación de garantizar. Es preciso, por ello, la capacitación lingüística de los empleados públicos, en especial en aquellas comunidades con lenguas cooficiales y en aquellos puestos que, por sus características o funciones, sea imprescindible el conocimiento de la lengua en aras de garantizar estos derechos", apostilla el documento del Gobierno.

“Cabe justificar el requerimiento de conocimientos lingüísticos en convocatorias públicas en las comunidades autónomas con lenguas cooficiales, teniendo en todo caso como límite el principio de igualdad y no discriminación”, concluye.

FEIJÓO, EL “NACIONALISTA”

Esta no es la primera vez que Vox, sus votantes o miembros de la prensa cuestionan a Feijóo por el tema de la lengua. Sus tweets en gallego o alguna ocasión en la que se ha referido a Galicia como un país le han hecho ganarse el apelativo de “separatista”, “antiespañol” o “nacionalista” en algunos foros.

Donde Vox ve una amenaza o una imposición, las plataformas en defensa de la lengua gallega ven a un idioma que, poco a poco, ha ido perdiendo peso en ámbitos como el de la justicia o el empresarial, mientras el número de gallegohablantes decrece.

De hecho, un estudio de A Mesa pola Normalización Lingüística sostiene que el 24% de los nacidos en Galicia menores de 15 años dicen ser incapaces de hablar gallego. Los colectivos en defensa del gallego lamentan los retrocesos dados desde la llegada de Feijóo a San Caetano en materia de derechos lingüísticos.

“VOY A SER MUY RESPETUOSO CON VOX”

Más tibio se mostró Feijóo a la hora de hablar de Vox en el programa ‘Mi casa es la tuya’. El nuevo líder del PP acudió al espacio dirigido por Bertín Osborne, que preguntó al mandatario gallego si consideraba que Vox era “ultraderecha”.

El ya expresidente de la Xunta -aunque todavía en funciones en el cargo-, compartió algunas intimidades con el presentador y otras más conocidas, como que votó a Felipe González en el 86. Sin embargo, después de capear la pregunta sobre si pactaría o no con Vox para alcanzar la Moncloa, Feijóo explicó lo que para él es ultraderecha, tirando de diccionario: “Si cogemos la nomenclatura europea. Todo lo que está a la derecha del PP europeo, se considera de extrema derecha”.

No obstante, reconoció que si a Vox le molesta ese término “no se lo llamaré”. “Voy a ser muy respetuoso con ese partido”, indicó Feijóo, que espera tener un caladero de votos entre los votantes al partido ultraderechista.