En un abrir y cerrar de ojos, o mejor dicho después de haber tomado las uvas, cada uno como mejor le ha parecido, el calendario ha cambiado el último dígito y el 2019 ha llegado cargado de buenas intenciones de cambios que generalmente no se llegan a cumplirse, y con el deseo de que la política de este país cambie de rumbo. Menos sobresaltos y más coherencia, que los corazones no están para muchos sobresaltos...
Como cada año, desde hace ya 35, sigo siendo fiel a la cita del tradicional Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena que emite en directo TVE, con gran profesionalidad. Es una de mis debilidades, lo confieso. Este año, el director de orquesta alemán Christian Thielemann ha sido el encargado de dirigirla por primera vez. Apasionado de Wagner, el maestro frio en sus expresiones y de una altivez insultante, no es precisamente santo de mi devoción, aunque no soy una entendida, prefiero a Ricardo Muti, Daniel Barenboim, Gustavo Dudamel o Zubin Mehta, son otra cosa. De todas maneras, sobre gustos no hay nada escrito.
En el panorama político, las cosas se siguen complicando para el gobierno de Sánchez. El presidente se encuentra en una situación muy complicada, por muchas gana y empeño que le eche él y todo su gobierno. Por de pronto tiene el problema de la aprobación de los presupuestos, que sigue en el aire. Si no logra los apoyos suficientes de los independentistas catalanes, debería convocar elecciones, sería lo lógico. Si finalmente algunos de los grupos políticos cambian de opinión a última hora, ¿cuál es el precio que va a tener que pagar? Lo que está claro es que no debe seguir con los presupuestos prorrogados y tampoco puede gobernar a base de decretos, por muy legal que estos sean. El presidente está en una auténtica encrucijada. El ilusionista, igual guarda un as en la manga, nada es imposible. No obstante, los números son fríos y realistas.
El pan debe tener la misma textura. No puede ser una parte crujiente y otra blanda. El presidente del gobierno es el ingrediente que se introduce dentro de esas dos mitades. Pero resulta que una mitad de ella representa a Podemos y la otra a los independentistas. El bocata no es apetecible por las diferencias del pan, aunque el ingrediente sea bueno, o no. Son dos trozos de pan diferentes que amargan al ingrediente.
El presidente del gobierno español es prisionero, por una parte, de Podemos, que marca perfil propio de cara a sus votantes, va haciendo de las suyas al menos seis días a la semana y el sexto, como Dios, lo dedica a descansar. Por otro, da sedal a los independentistas, para cabreo de la derecha que está en la oposición, pero aquellos van a la suya y un día sí y otro también siguen con su mantra, pese a los esfuerzos del gobierno de intentar dialogar. Situación que tiene a Sánchez atacado de los nervios. Hasta en su propio partido le retraen su actitud. Así que, este 2019, no va a ser un camino de rosas, sino lleno de espinas de diferentes tamaños y procedencias. Que se vaya preparando.
A todo eso se suma las tres elecciones previstas para el mes de mayo: municipales, autonómicas y europeas. Todo un reto dados los resultados de las elecciones andaluzas. En el caso de las municipales, que son más de proximidad, el cambio en algunos cabezas de listas debe producirse, no se puede mantener a los alcaldes que llevan más de 30 años pegados a sus asientos, primero como concejales y después como primer edil. Las autonómicas, ya se sabe, y las europeas, cabe esperar si la abstención será mayor o al revés y se consigue aumentar la participación.
Sea como sea ,este 2019 será de todo menos tranquilo y aburrido. Ánimo que esto solo acaba de empezar y quedan muchos días por delante.
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