En su trayectoria como Síndic de Greuges, Rafael Ribó ha dejado claro que las ideologías han muerto. Que él, como otros dirigentes, solo representa a una parte de la ciudadanía. Esa de la que puede sacar beneficio.
El papel triste y vergonzoso del Síndic no es nuevo. Se ha visto otra vez con esta actuación en la que ha esperado días para actuar y no le ha quedado más remedio que hacerlo “de oficio” porque si no, se le vería demasiado el plumero.