Dicho lo cual, conociendo que el martes es un día que trae mal fario, bien haría Puigdemont en no tentar al diablo, por mucho que la jerarquía eclesiástica le esté rociando con agua bendita.
El panorama político es denso, complicado y nada claro. De todo ello seguiremos hablando. Nos quedan muchos días antes del mes de septiembre.